Por el frustrado rapto de una gitana, terminó atado de pies y manos en una carpa
El arriesgado pretendiente eligió la noche cuando todos dormían para cumplir su propósito, pero olvidó que, según dicen, los gitanos -como las liebres- duermen con un ojo abierto. Terminó apaleado y atado de pies y manos en una carpa de la tribu, en medio del desorden, de rituales y de hechizos, de ritos agoreros y susurros de aquelarre.