Derribado de un varillazo en la cabeza y apuñalado ferozmente
LA BRONCA DEBIO SER MUCHA Y LAS GANAS DE VENGANZA NO POCAS, PERO UNA MATEADA INFAME SIMULADA ENTRE AMIGOS, RESULTO EL PEOR PRETEXTO PARA GOLPEAR A UN HOMBRE SIN REFLEXIONAR ACERCA DE LAS CONSECUENCIAS QUE HABRIAN DE RESULTAR, INEVITABLEMENTE, FATALES.

Cundo Carlos Oguer Miribuck recibió la invitación de su amigo Santiago Vargas para concurrir esa noche a su domicilio, lejos estaba de pensar, seguramente, que la tranquilidad de la velada estival –la del jueves 17 de enero de 1952, precisamente- iba a resultar de tan duro trámite que le provocaría, además de un serio dolor de cabeza, unos buenos golpes.
Recibí las noticias en tu email
Accedé a las últimas noticias desde tu email“Vení a tomar unos mates… te espero… no me falles eh?..” le había dicho el dueño de casa. Bastante rara una invitación de tal índole a esa hora. Pero como buen empleado ferroviario que era, acostumbrado a sorber asiduamente la bombilla, no había renunciado a la invitación, ignorando la doble intención de la convocatoria.
“Aquí estoy, para que veas que no rechazo el convite”, habían sido sus palabras cuando llegó a la casa ubicada en Avellaneda 1338, al filo de la medianoche.