El colmo de la audacia y la desvergüenza
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Transcurría la madrugada del 11 de abril de 1938 con una tranquilidad absoluta, solo interrumpida por el ladrido de algún perro a la distancia. El Doctor Angel Argentino Olmos, prestigioso médico de Tandil, descansaba plácidamente en su domicilio de la calle San Martin 869, sin sospechar que la silueta de un hombre se desplazaba, a la luz de la luna, en una de las paredes del patio de su casa.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailEra indudable que se trataba de alguno que había entrado por los fondos o por la puerta del garaje que daba a la calzada, desconociéndose su intención.
La sombra se confundió de pronto con la penumbra del edificio al llegar justo a la puerta de acceso a la galería. De allí pasó el intruso –solo él sabía cómo- al interior de la vivienda. Haciendo derroche de audacia, fue avanzando en dirección a la habitación donde estaba el dueño de casa reposando. Y despaciosamente… entró en ella.
