“Amar la peste”
Cuando comenzó la cuarentena por la pandemia de Covid-19, el silencio invadió los espacios culturales y los artistas se quedaron sin ensayos, las tablas crujieron como si los fantasmas se hubieran adueñado de la escena para siempre. Sin embargo, en medio de la peor crisis mundial fueron muchos los artistas que en el pago chico decidieron no quedarse de brazos cruzados. Esteban Argonz, director teatral fue uno de ellos y junto a sus alumnos del taller del Club de Teatro, no sólo utilizaron distintas plataformas para seguir trabajando sino que filmaron una película que se ve por YouTube, con textos de Anton Chéjov. Esta es la historia.
“En mayo del año pasado –nos cuenta Esteban- del comienzo con los talleres del Club de Teatro, junto con el grupo de los martes que ya lleva un par de años en el club y que presentan un recorrido. En medio de una pandemia mundial, como es el Covid-19, los encuentros se tuvieron que dar de manera virtual y ahí arrancó una experiencia inédita para todos, como por ejemplo familiarizarse con lo virtual y de a poco ir encontrando herramientas y estrategias como grupo para sostener el vínculo y el encuentro en medio de toda esa virtualidad. Y para esta forma de trabajo incluimos todo tipo de formatos audios, llamadas, fotos, videos”.
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Sobre cómo fue la mecánica de trabajo relata: “Comenzamos con textos, pequeños monólogos que sirvieran como disparadores para hacer hincapié en determinadas situaciones. Luego les compartí escenas de distintas obras de Antón Chéjov para trabajar en cada encuentro. Y debido a que la pandemia seguía y la producción final que cada grupo hace anualmente no se iba a poder llevar a cabo, les propuse hacer un registro audiovisual sobre lo que habíamos empezado a trabajar”.
-Imagino la incertidumbre
-¡Claro! No sabíamos que iba a suceder con el Covid-19, si se iban a poder llevar a cabo las filmaciones o no. Así que ensayábamos las escenas cada martes a través de zoom, y cuando Tandil entró en fase 5, donde se permitían reuniones de hasta 10 personas, fuimos programando determinados encuentros para poder ensayar de manera presencial en pequeños grupos de no más de 5 personas. Estos encuentros también fueron acomodados para respetar las medidas sanitarias como la distancia social. Era una búsqueda y una adaptación constante.
Un grupo unido y un año complicado
-¿Qué nos cuenta de “Amar la peste”?
-Trabajamos con escenas de “El jardín de los cerezos”, “Tío Vania” y “Platonov”. Si bien son escenas de obras diferentes, logramos enmarcar todas esas situaciones en una misma historia ambientada en época de pandemia. La mayoría de las obras de Chejov tienen en común que sus personajes pasan el invierno o el verano encerrados en viejas estancias, y esto nos ayudó a que nuestros personajes de “Amar la peste”, personajes del siglo XXI, estén cumpliendo con su cuarentena obligatoria mientras transitan una pandemia que los mantiene aislados, y es en ese aislamiento en el que se dan una serie de situaciones muy intensas para esos personajes, donde la emoción se concentra y explota.
Las filmaciones se llevaron a cabo por grupos, en distintos días, y fue una gran experiencia porque el día de rodaje se convirtió en lo que era nuestra “función”. Y Trabajamos varios meses para ese día: para el día de filmación.
-Contó con un buen equipo en general.
-Esa es una de las mejores cosas que le pueden pasar a un director, sí. Para la realización audiovisual convocamos a Melina Galera, que es realizadora audiovisual y fue también quien nos brindó conocimientos técnicos. Por ejemplo: Los días de filmación nos decía en que horarios nos convenía filmar determinada escena, por la posición en la que estaba el sol. ¡Detalles muy importantes que nosotros ni lo habíamos pensado!
Un gran desafío
-Me preguntaba por qué Chéjov. Y cito una de sus frases: “El arte de escribir consiste en decir mucho en pocas palabras”. ¿Fue sencillo traducirlo al lenguaje cinematográfico?
-No. Ya de por sí Chéjov no es fácil. Yo no lo conocí hasta que cursé Interpretación en segundo año de la facultad. Ahí me empezó a interesar, empecé a leer sus obras. Y en 4to año de la carrera, en otra cátedra: práctica integrada, hicimos Platonov, con dirección de Daniela Ferrari y Paula Fernández, y me terminé enamorando. Y siempre había tenido ganas de trabajar con sus textos. Esa frase que mencionas es Chéjov. En las obras de él lo importante es lo que no se dice, los subtextos, todo lo que pasa por debajo mientras hablan de cosas que parecen muy insignificantes. Pero para “Amar la peste”, yo seleccioné escenas que sí son fuertes situacionalmente, que son grandes puntos de progresión en esas obras. Porque además tenía que seleccionar una escenita entre toda la obra, entonces fui al foco.
Y en cuanto a llevarlo al lenguaje cinematográfico, tuvimos dos grandes desafíos: primero el dramaturgo en sí mismo y luego la experiencia del rodaje que fue nueva para todos nosotros. Para el elenco, que como alumnos de un taller de teatro sus experiencias desde la actuación siempre fue teatral, y para mí también fue la primera experiencia de dirección audiovisual. No fue fácil, pero fue lo que nos mantuvo motivados, las ganas de poder hacer algo en un año tan particular como el 2020.
-“El jardín de los cerezos” es una comedia; las otras, dramas, de todas se ha sacado algo menos humor. Esta que estamos viendo es la gran tragedia de terratenientes actuales con diferentes realidades: desamores, infidelidades, muerte, amores no correspondidos, falta de una buena percepción de la realidad, entre otros ¿Cuáles tu mirada?
-Está catalogada como comedia, pero para mí no tiene nada de comedia en comparación con otras de Chéjov como “Pedido de mano” o el “El oso”. Creo que las situaciones chejovianas son universales y atemporales. No importa si estamos en el 1900 o en el 2020. Sí, quise tocar ciertos temas, pasar por situaciones densas para los actores como esas que nombrás -el desamor, el amor no correspondido, la pérdida de un bien material- Y el humor que aparece no es directo y, me parece que es muy personal. Quiero decir: cómo el espectador recibe, cómo se identifica con la situación que atraviesa ese actor, esa actriz. Nosotros podemos estar viendo la misma escena: cómo se siente un personaje que es rechazado por ser feo o fea, y mi puede causarme un poco de gracia y a vos resultarte tremendo. Entonces el humor está dado por cómo uno se identifica con eso.
-Sin duda es un película que quiere decir algo: el conflicto actual de la pandemia y la cuarentena, un reality de gran hermano, una serie de historias enredadas de las que muy pocos se hacen cargo. ¿Cómo lo pensaste?
-Un poco de todo eso. Mi intención al empezar a trabajar con Chéjov fue hacer un trabajo de no representación. Concentrando la emoción de cada situación y transitarlas sin actuarla. Me parecía que no había que pasar por alto el conflicto de la pandemia, pero a la vez no subrayarlo demasiado, quería que esté latente. Por eso no se nombra la pandemia, sino que hay guiños. Al principio aparece una placa que dice “Día 327 de aislamiento”, lo que ya nos ubica en un determinado contexto, algunos actores tienen guantes de látex mientras hacen cosas absolutamente cotidianas como tender ropa, o lavar vasos. Arriba de las mesas hay tapabocas, barbijos. Y el otro guiño está en el título, que para mí tiene una doble lectura: “Amar la peste”. La peste como peste, como pandemia y, la peste y toxicidad que hay en esos vínculos que ya están gastados, rotos y todos haciendo un poco de fuerza para seguir sosteniendo cosas que son insostenibles.
Toda película, toda obra teatral “quiere decir algo”, pero ese “algo” va a ser absolutamente distinto para cada espectador, como te contaba hoy, cada uno va a cargar en “Amar la peste” su propia experiencia, su propia historia y como llene ese “algo”, corre por cuenta de cada uno.
-¿Cómo resume lo que vivieron e hicieron?
-Estamos súper felices con el resultados de “Amar la Peste”, porque fue la experiencia que nos mantuvo activos en un año muy extraño. Activos y unidos como grupo y haciendo cosas. Eso es lo más importante.
LAS PALABRAS DE ALGUNOS DE LOS INTEGRANTES DEL GRUPO
María José Harguindeguy
“Fue una nueva y gran experiencia que nos permitió sostener el grupo y seguir vinculándonos a pesar de la distancia”.
Claudia Spadano
“En el medio de una impensada pandemia, adaptándonos a tener clases de teatro vía zoom, Esteban Argonz nos propone ´Amar la Peste´. Tal como es su costumbre nos sorprende y nos desafía a ir por más. Confiados en la capacidad y versatilidad de Esteban, este grupo abraza el proyecto y comienza la aventura. La nueva experiencia, era un desafío más en el medio del ASPO del DISPO, una forma distinta de hacer lo que nos gusta. El resultado es el que se ve en el link que figura en la nota, para nosotros un acierto y un nuevo deseo: queremos más. Amamos el teatro, buenos malos o regulares no importa demasiado. El disfrute del antes el durante y el después es todo nuestro. Ojalá podamos haber transmitido algo de ello”.
Laura Rivero
“Fue una propuesta novedosa que inmediatamente despertó en nosotros toda la curiosidad y la capacidad lúdica que necesitábamos ejercitar habiendo transitado la cuarentena durante meses y sin posibilidad de encontrarnos. La experiencia fue a la vez un desafío ya que los ensayos fueron pocos y en condiciones de distanciamiento; la filmación algo que no nos resultaba familiar ni en las voces, ni en los movimientos, ni en los gestos. Lo más importante, el ensayo general no existió y el estreno nos encontró como espectadores no como actores. La sorpresa y el regocijo que nos produjo ver la producción finalizada por primera vez fue indescriptible. Quién sabe cuáles serán las condiciones en las que desarrollaremos este año las actividades. Lo que está claro es que seguramente nos apresuraremos a aceptar la propuesta creativa de nuestro profe Esteban Argonz confiados en que podemos ir nuevamente por más creciendo no sólo cada uno en sus individualidades sino como grupo y miembros del Club de Teatro”.
Dolores Martínez
“´Amar la Peste´ ocurre cuando un grupo de personas se transforma en un equipo. Un grupo de personas que dejan sus individualidades para pasar a ser un equipo, que se diferencia de un grupo por que aquel tira para el mismo lado, se reinventa, se apoya, se anima y motiva mutuamente para seguir adelante. En estos tiempos de pandemia el grupo de personas que tomaban clases de teatro en el Club del Teatro a cargo del director Esteban Argonz, se transformó en un equipo que supo hacer de la dificultad un trampolín de lanzamiento a propuestas nuevas e innovadoras que hizo posible esta producción aún en tiempo de distanciamiento y aislamiento social. Nada nos detuvo porque el Corazón latió más fuerte que la quietud impuesta al cuerpo”.
Mariano Ulloa
“En mi caso fue muy inesperado tener la posibilidad de grabar una película y concretarla en un momento así de incertidumbre. Nos sirvió mucho creo, el tener un grupo unido y comprometido en el que si uno no podía ir, no había inconvenientes y nos acomodábamos como podíamos, sea por zoom o por celular. En cuanto a la experiencia de participar en la película, particularmente puedo decir que los nervios están ahí tal y como en una obra de teatro en vivo. Es nuevo lo de actuar con una cámara al medio, pero nos hicieron sentir muy cómodos tanto Melina Galera, quien filmaba, como Esteban que nos dirigía. En el momento en el que nos desconcentrábamos, propio de pasar tiempo con amigos después de tantos meses sin vernos o cuando no sabíamos bien cómo pararnos o como movernos físicamente frente a una cámara, nos daban un par de palabras y salíamos un poco más tranquilos para cumplir con el proyecto y a la vez como siempre, pasar un buen momento”.