“Después que pase el temblor”
Andrés Herbón (34) vive hace nueve años en Dubai, trabaja como tripulante de cabina en Fly Emirates. Habló con La Vidriera, sobre la vida actual de la cosmopolita ciudad ubicada en el Desierto de Arabia que ahora está, como todo el mundo, jaqueada por el coronavirus.
El tandilense comienza diciendo: “Argentina está como todos los países del mundo, sufriendo la pandemia del coronavirus. Pero haciendo las cosas bien. No hay cosa peor que entrar en pánico. Personalmente creo que ya se está viendo la salida del túnel en que estamos metidos”.
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-¿Dubai está en cuarentena?
-Hasta hace unos pocos días era posible salir de día sin restricciones, respetando el distanciamiento social y tomando las precauciones necesarias. Desde las 20 hasta las 6 hacen desinfección por lo que no podíamos salir a la calle.
Cuando Dubai declara la cuarentena obligatoria, da la posibilidad de salir si se necesita hacer compras, ir a la farmacia, lo imprescindible. Se solicita un permiso online en la página del Ministerio de Salud y hay que presentarlo en los puntos de control.
-¿Cómo la estás pasando en este sentido?
-Mi cuarentena es un poco distinta igualmente. Al ser tripulante de cabina, yo tengo que cumplir 14 días de aislamiento después de cada vuelo, de modo que mientras sigamos volando, voy a seguir con mi confinamiento.
-¿Qué hacés en el día a día?
-Mi último vuelo fue el 20 de marzo. El 25 cerraron los aeropuertos de Dubai y Abu Dhabi y por ende, todos los vuelos de pasajeros se cancelaron. El 5 de Abril pasado empezaron nuevamente a hacer muy pocos vuelos de repatriación y algunos que llevan carga únicamente. Así que mientras tanto, es el día a día. Tengo la suerte de estar acompañado por mi novia Keila y mi gato Homero, de modo que no se hace tan solitaria la jornada.
-¿Siguen una rutina?
-Algo así. Desayunamos mirando las noticias tanto de Argentina como de acá, hacemos un poco de orden, algo de ejercicio -no tanto la verdad- y tratamos de mantenernos ocupados con juegos, series, y distintas actividades. ¡Ya terminamos 5 o 6 rompecabezas y vamos por más…!
-¿Sentís la claustrofobia del encierro o te lo tomás tranqui?
-Vivo en un departamento, pero tengo la suerte de tener un balcón como para salir a respirar un poco. Además las noches acá están muy lindas, así que cenamos afuera casi siempre.
Sin turismo ni shoppings
-¿Ha cambiado la escenografía de la ciudad?
-Comercialmente dio un giro total. Dubai vive casi completamente del turismo y tiene uno de los aeropuertos más transitados del mundo. Tanto la Industria aeronáutica como la del turismo son dos de las que más están sufriendo este parate. Marzo y abril son meses de temporada alta acá, y las playas, restaurantes y centros comerciales suelen estar llenos. Choca bastante ver imágenes de las playas vacías y los principales puntos turísticos de la ciudad custodiados por la policía. Esta es una ciudad que está constantemente en movimiento, así que es raro verla tan tranquila.
-A nivel social ¿qué clima se respira?
-Socialmente cambió la forma de relacionarse como en el resto del mundo. Tenemos una comunidad de argentinos bastante grande y solemos juntarnos seguido, pero obviamente todo eso se cortó hasta que sea seguro volver a hacerlo.
-¿Cómo es salir para hacer las compras?
-En los comercios, lugares públicos o donde podés ir te toman la temperatura y por Ley Federal tiene que haber dispensers de alcohol en gel y marcas en el piso delimitando la distancia segura. Solamente puede salir una persona por grupo familiar para hacer compras u otro trámite y siempre con su respectivo permiso.
-¿Se informa a la población a medida que se van implementando nuevas medidas o de novedades?
-El Ministerio de Salud está constantemente posteando información en su página web y redes sociales. También están los diarios, radios y televisión obviamente. Pero creo que el grueso de información es por medio de internet y redes.
-¿Cómo hacés para no pasarte para el otro lado con la información?
-Hoy en día hay muchísima en cualquier ámbito. Lo importante es tener la capacidad de interpretar y no dejarse llevar por lo primero que uno lee. Como en toda situación, siempre hay más de una opinión o un lado de la historia, y creo que para estar bien informados hay que conocer todo lo que se está diciendo del tema y saber filtrar.
También considero muy importante tener en cuenta la fuente de la información. Hay personas y empresas que le dan más relevancia a lo que leen en Facebook o Instagram, que a comunicados oficiales de la Organización Mundial de la Salud o de los Ministerios de Salud. Hay muchas noticias falsas dando vueltas y algunas hasta generan caos y paranoia.
Yo personalmente trato de leer lo más que puedo y de no centrarme en todo lo malo de esta situación. Hay hechos e historias muy alentadoras que transmiten tranquilidad entre tanto miedo e incertidumbre.
-¿Hasta cuándo se prevé que los medios de transporte aéreos se manejen con tan poca frecuencia?
-Por ahora, como te decía, hay muy pocos vuelos de repatriación y carga. Alrededor de 8 ó 10 al día. Pensá que Emirates en un día normal tiene más de 400 frecuencias a 80 países y más de 150 destinos. Así que por el momento la operación es mínima y sólo por situaciones muy puntuales.
La información que manejamos nosotros es que los vuelos se empezarán a reanudar de a poco a partir del 1 de mayo. Obviamente dependemos de las disposiciones de cada país, ya que son ellos los que deciden cuándo reabrir su espacio aéreo. Pero en cuanto haya dónde volar, ahí estaremos.
Protección a los más vulnerables
-¿La gente ha tomado real dimensión de lo que está pasando?
-Quiero creer que sí. Las medidas se respetan mucho y los números que se manejan acá no son ni cercanos a lo de los países que están complicados en serio.
Creo que hay una discusión muy grande a nivel mundial en cuán grave es la pandemia o la propagación del virus. Yo personalmente creo que no hay que entrar en pánico y pensar que esto es el fin del mundo, sino apelar a la solidaridad y a la empatía social. No es virus que mata a la mayoría de los contagiados, pero sí afecta a una parte de la sociedad que es frágil, más vulnerable y que necesita que los menos afectados los cuidemos. Tal vez sea esa la real dimensión de lo que está pasando. El hecho de que cada uno de nosotros tenemos el poder y la responsabilidad de cambiar algo. Pero esa es sólo mi opinión.
-¿Hay desabastecimiento?
-Acá por suerte nunca se llegó a ver el desabastecimiento y la locura que se vio en otros países. Hay algunas cosas que no se encuentran en el supermercado, pero supongo que es normal por la situación en un país donde la mayoría de los insumos se importan. Aparte de eso y de los controles, las compras se siguen haciendo normalmente. También está siempre la posibilidad de hacer tus compras por Internet si no querés exponerte a nada. Ese sistema funcionó siempre muy bien inclusive desde antes de la cuarentena.
-¿Hablás seguido con tu familia en Argentina? ¿Qué dicen?
-Sí, bastante. Mucho más ahora que no estoy volando. Me cuentan su día a día y charlamos mucho sobre qué cosas se hacen de otra manera acá o allá. Pero en general las medidas que se tomaron en la mayoría de los países son estándar y aplican a todos por igual. Por suerte están todos bien y saludables que es lo más importante.
-¿Pensás que Argentina actuó a tiempo?
-Sí, definitivamente. Argentina tuvo el ejemplo de España e Italia que tal vez no lo hicieron y eso nos dio una ventaja importantísima. Hubo medidas buenas y no tan buenas, pero en general parecen haber sido muy acertadas. Pero sí, considero que la gran mayoría de los argentinos está haciendo un trabajo excelente cumpliendo su cuarentena. No debe ser fácil, pero por lo que se ve y se escucha desde afuera, se la están bancando muy bien.
Después que pase el temblor
Como la vida y los proyectos continúan seguimos hablando con Andrés de su vida antes de la pandemia y con la que proseguirá “después que pase el temblor”, parafraseando a Cerati: “Luego de hacer el profesorado de inglés en el colegio San José, decidí perfeccionar el idioma eligiendo Nueva Zelanda. Comencé trabajando en una cadena de hoteles y me ofrecieron hacer la carrera de hotelería lo que hice y me recibí de chef”, cuenta Andrés.
-Nueva Zelanda es bella por donde se la mire ¿Qué ciudad elegiste?
-Auckland, la capital con su famosa Sky Tower; sin embargo, como viví once años en San Martín de los Andes y quería ir a un lugar que fuera parecido y me habían hablado mucho de Queenstown en la isla sur, fui. Es increíble, un pueblito al lado del lago Wakatipu y con dos centros de esquí. Un lugar maravilloso, un resort de invierno de 18 mil habitantes.
-Muchos jóvenes optan por estudiar y trabajar en ese país, como te pasó, por el sistema de becas. ¿Encontraste compatriotas?
-¡Sí! Sucede que Argentina tiene un convenio, justamente, con Nueva Zelanda (Working Holiday) que durante un año te permite trabajar y viajar. En el momento en que me fui daban aproximadamente unas doscientas visas, ahora están dando mil, de modo que pasan muchos argentinos por año por allá.
-¿En qué ocupaciones?
-De todo. Un laburo muy popular es el de los viñedos, plantaciones de frutas y es muy lindo en verano durante un par de meses, ganas un poco de plata y –como hace mucha gente- desde Nueva Zelanda te vas para el sudeste asiático, Tailandia, Vietnam, Camboya y volvés a Argentina. Los kiwis (nativos de Nueva Zelanda) son las personas más simples y amigables que se pueda imaginar, de diez. Es un país chico que continúan con cuestiones como el valor de la palabra, entre otras cosas. El día que llegué a Queenstown, estaba repartiendo currículums y conocí al dueño de una vinería, le dije de dónde era y nos quedamos hablando del Malbec argentino. Charlamos y me dijo que por el momento no tenía trabajo pero me preguntó dónde me quedaba -estaba en un hostel- y pidió que esa noche fuera a su casa a conocer a su familia y a comer. Tenía un cuarto que alquilaban detrás de la casa. Me lo ofreció sin cobrarme hasta que encontrara trabajo. Al tiempo conseguí y viví allí un par de meses. Una familia maravillosa.
-Entonces no estamos mal vistos en Nueva Zelanda…
-Para nada…. Pero hay de todo. Mucha gente pasa por poco tiempo y si te contratan necesitan que te quedes por lo menos por la temporada, tres o cuatro meses y mucha gente al mes se va, pero no lo hacen únicamente los argentinos.
-Cuéntenos cómo se vive
-La vida es súper tranquila, un lugar de una belleza natural increíble, gente con mucha conciencia de la naturaleza. Si pueden guardar agua y no utilizarla, lo hacen. Reciclan todo. Es un ejemplo de país, pero chiquito, fácil de manejar y con muchos recursos.
-Y terminó en Dubai…
-Pero esa es otra historia y se la contaré.
La diferencia con Argentina
“Uno allá puede laburar y estudiar con tranquilad, hacer las dos cosas sin problemas. Cuando me recibí volví a Argentina a pasar un año sabático y estando acá, casi de casualidad, charlando con una amiga que es tripulante de cabina de Emirates me contó de la posibilidad de ingresar.”.
-Y decidió probar suerte
-No lo tenía como una posibilidad segura, además me habían ofrecido volver a Nueva Zelanda a trabajar. De todos modos fui a la entrevista que duraba todo un día y coordinaban dos psicólogas. De 140 personas quedamos diez. Las pruebas tenían muchas instancias y se evaluaba más que nada el trabajo en equipo. Claro, si vas a estar quince horas dentro de un avión con la misma gente no podés ser muy individualista que digamos. Logré el puesto y estoy allá desde febrero de 2011.
-¿Con qué se encontró en Dubai?
-La primera impresión es que todo es gigante, impresionante. Hace nueve años que estoy allá y miro el edificio más alto del mundo, el Burj Khalifa y es una locura., no lo puedo creer. Recuerdo que llegué de noche y hacía 29º. Un calor tremendo. Al otro día salí a caminar, fui a la playa a sacar fotos y tuve mi primer encontronazo con la cultura: había unas señoras caminando todas tapadas con su vestimenta típica y les saqué una foto, no sabía que estaba prohibido. Un policía se me acercó preguntándome si era turista, le dije que había llegado la noche anterior a vivir. Me perdonó pero me hizo borrar las fotos de la cámara. Arranqué mal.
-¿Todas las mujeres musulmanas usan burka, chador, hiyab para cubrir sus cabezas?
-Hay muchas que no. No es un tema tanto de religión sino cultural. Incluso los hombres usan la kandura (prenda larga color blanco) pero es como si acá anduviéramos con el típico traje del gaucho. Es más tradicional que religioso. Por otro lado hay muchos musulmanes que se van a la mezquita de jean y zapatillas.
-Es un país sin pobreza
-Una persona por ser local (emirati) tiene acceso a salud, educación, vivienda todo pago por el Estado. Incluso los sueldos son mejores para los locales que para un inmigrante.
Dubai es el país (de los árabes) que tiene más abierta la mente. El 85% de la población está integrada por expatriados, inmigrantes. Sólo el 15% es local.
Igualmente es un poco extremo decir que no hay pobreza. Hay mucha gente que gana poco para lo que es el costo de vida, pero es mucho dinero cuando lo comparan con lo que ganarían en su país natal.
-¿Cómo era su vida mientras estaba en tierra?
-La empresa nos paga un diferencial para alojamiento. Yo alquilé en un edificio un departamento en una zona muy tranquila de Dubai dónde vivimos unos cuantos tripulantes. Es una especie de barrio cerrado, pero sin barreras, controles, como sería uno en Buenos Aires por ejemplo. Es bueno vivir un poco apartado del centro de la ciudad. Hay bastante verde (para lo que se puede esperar en el desierto), casi nada de tránsito y todo lo que uno pueda llegar a necesitar en el día a día.
Asados en el desierto
-¿Hay mucha vida al aire libre?
-Durante ocho o nueve meses al año en Dubai podés estar afuera, tiene un clima espectacular, pero los tres meses de verano son imposibles. Uno va de casa al shopping o a cualquier lugar donde haya aire acondicionado, porque hay días de hasta 50º. A la playa en verano vas a las seis de la mañana dos horas, porque a los ocho ya hace 35º. En verano es medio una ciudad fantasma porque no se ve, prácticamente, gente en la calle. El resto del año es fantástico, playas hermosas de aguas turquesa y mil actividades para hacer afuera. Tenemos un grupo de argentinos muy grande y jugamos al fútbol, nos anotamos en torneos, tenemos muchos asados en el desierto, algo muy loco. Acostumbramos mucho a juntar un par de camionetas, algunas carpas y organizamos campamentos en el desierto. Alejo (Pissani) y Juampi (Legarra), me visitaron unos días el año pasado y nos fuimos a pasar una noche a un lugar cerca de un Oasis.
-¿Cómo se manejan con el alcohol?
-Para estar allá se necesita una licencia. No es algo que esté prohibido, pero no se hace en la vía pública; sí en tu casa, sos libre y dentro de los locales que se puedan vender como restaurantes y bares que estén dentro de un hotel, por la razón de ser internacionales. Dubai es como Las Vegas de medio oriente.
-¿Es un lugar de fantasía?
-Claro, porque imaginarse que en medio del desierto haya una pista de esquí, parques de agua, el centro comercial más grande del mundo.
-¿Es caro?
-Sí (risas)
-¿Para vos que trabajás allá?
-Nosotros ganamos en la moneda local que es el dirham. Si bien es caro, los sueldos son acordes a lo que cuestan las cosas. O por lo menos en nuestro caso.
-Hoy me contabas que actualmente después de un vuelo sobreviene una cuarentena ¿Cómo era antes?
-Tenemos bastantes días libres, antes y después de los vuelos por lo que pasamos bastante tiempo en Dubai. Siempre tenés tu grupo de amigos, es una vida bastante normal, no es tan diferente como viviría en Argentina porque estoy con compatriotas. Nosotros hicimos un curso antes de empezar a trabajar, un curso de instrucción para volar donde yo era el único argentino, tenía compañeros de Japón, Senegal, Paraguay, Australia, Turquía, Egipto, Canadá, de todos lados. Y sigo en contacto con ellos.
-¿Se extraña Argentina?
-Es imposible no extrañar (risas) Casa es casa. Trato de hablar mucho con mis viejos y mis hermanos, hoy en día es mucho más fácil y ahora con la pandemia hablamos más seguido aún.
-¿Cómo es su trabajo a bordo?
-No es para todos. El trato con gente a veces puede ser frustrante. Soy tripulante en primera clase y en el aire sos amigo, psicólogo, doctor, policía, chef. Todo junto. Siempre me preguntan si tuve algún vuelo en que tuviera miedo. Pasan cosas. Sí tuve un vuelo con una turbulencia muy fuerte en la que pegué la cabeza con el techo del avión, pero fue después de cuatro años de volar. La gente piensa que sucede en todos los vuelos pero no es así. Tuve casos médicos, pánico a bordo, gente que quería abrir puertas. Alguien que nos amenazó con una bomba a bordo.
-¿Dijo bomba arriba del avión? ¿Qué pasó?
-No terminó de decir la palabra que había cinco arriba del tipo. Estaba borracho, no le queríamos servir más alcohol y nos amenazó con esto de la bomba. Lo arrestamos y cuando llegamos al aeropuerto lo entregamos a la policía. Estás allí arriba y en algún momento tenés que improvisar.
-Con el 11 S cambió todo. ¿Los tripulantes de Emirates sufren algún tipo de revisión especial?
-Pasa un poco eso sobre todo en Estados Unidos que tiene una política de aduanas que es terrible y es la paranoia total. Da la sensación, de que a ciertas personas los revisan más. Me ha pasado a mí, antes de volar, tengo una cara que con pelo largo y barba se puede confundir. Me paraban en los aeropuertos y me ponían al costado, me revisaban el equipaje, de dónde venía. Y cuando mostraba el pasaporte argentino y decía que era católico, pasaba, pero he vivido ese tipo de momentos. Si bien como tripulantes tenemos un paso mucho más simple por inmigración y aduana, no estamos exentos de nada, así que tenemos las mismas reglas que los pasajeros. Pero nos pasa en algunos destinos que nos prestan más atención justamente por ser tripulación.
-¿Medio Oriente te cambió la cabeza?
-Sí. En muchas cosas es una cultura complicada. Creo que las cosas que hoy se ven que están pasando con los grupos islámicos es una porción demasiado pequeña de la comunidad musulmana. Hoy se tiene la idea de que una persona con un turbante es un terrorista. Conozco y tengo muchos amigos musulmanes que son gente de diez. Me parece que es más un problema de interpretación.
Se piensa que llegas a Medio Oriente, son todos musulmanes y va a ser todo muy estricto y después te das cuenta que son bastante más flexibles de lo que uno pensaba. Por otro lado Dubai es una de las ciudades más cosmopolitas del mundo. Tenés un choque cultural grande y no sólo por ser Medio Oriente, sino por el gran número de nacionalidades que conviven en un mismo lugar. Hay muchos filipinos que son la gente más buena y amigable del universo, no los podés hacer enojar hagas lo que hagas. Después los pakistanis son súper amigables, pero tienen una cultura de no pedir permiso entre otras cosas, y cuando te hablan parece que te estuvieran amenazando. Pero es su manera de ser. Lo mismo con los indios, que viven en un país uno junto al otro, no tienen cultura de esperar su turno en la fila. Y uno viniendo de acá, acostumbrado a respetar la fila y ves que se te meten, tres, cuatro y te volvés loco. Con el tiempo aprendés a ser tolerante, pero al principio choca.
-Volviendo al aquí y ahora, a la pandemia del coronavirus ¿cómo cerrás la nota?
-Simplemente recalcando el esfuerzo y dedicación de todo el personal de salud, fuerzas de seguridad, productores, educadores y toda la parte de la sociedad que sigue haciendo su trabajo para que esto pase cuanto antes y con la menor repercusión posible.
Y quiero volver a insistir sobre que no hay necesidad de entrar en pánico. Argentina está a mitad de camino en todo esto. Hay países que ya están controlando esta situación y algunos que hasta no tienen nuevos casos registrados, así que está probado que es cuestión de tiempo y dedicación. Ya se ve luz al final del túnel y creo que es muy valioso tomarse de eso.
* Esta nota fue publicada en el suplemento dominical del diario impreso de El Eco de Tandil, “La Vidriera”