“Tengo el derecho de decirles en la cara ¿te cambiás porque te convino?”
La titular de abuelas, Estela de Carlotto, habla de la visita de Obama, pero también de asuntos tandilenses y así como llena de elogios al radical Elichiribehety -“no vende su dignidad”- dice ser testigo “de muchas panquequeadas, no sólo la de Bossio”
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-El Día de la Memoria tiene un contexto extraño esta vez: el presidente de Estados Unidos visitará el país y condecorará a Macri por la defensa de los derechos humanos. ¿Tiene opinión sobre eso?
-No, no, porque si lo viene a premiar, como dice ese trascendido, por los derechos humanos, la pregunta es: ¿qué derechos humanos defendió Macri? y ¿cuándo? Lleva apenas dos meses largos de gestión haciendo desastres, con los despidos, una presa política, los préstamos pedidos para volver a tener deuda con el FMI. Si los derechos humanos no son para esclarecer el tema de la dictadura, ¿qué otros derechos humanos defendió?
-A esta altura algunos consideran -como Fernández Meijide- que un gobierno como el de Macri no tiene porqué contraponerse con el respeto a los derechos humanos, ¿usted qué piensa?
-A ver, el tema es quién asume el gobierno y con qué intenciones viene. En ese sentido él fue sincero porque en su campaña dijo que iba a hacer estos ajustes. Pero también creo que estamos en otra época política, social y hay un pueblo de pie. No hay pasividad ni aceptación, hay una vigilancia y creemos que con esta presencia -sin violencia, por supuesto- podemos ir moderando o revirtiendo algunas decisiones del gobierno.
-La cuestión de los despidos de los ñoquis no ha tenido un rechazo social muy grande.
-¡Eso de los ñoquis es un cuento chino!, una excusa tremendamente mentirosa para sacar gente. Me consta porque un nieto mío -no recuperado, de mi familia- fue despedido después de trabajar desde 2012. Y él trabajaba, me consta. Pero despiden al voleo, sin consideración, han dejado en la calle a cualquiera.
-Justamente en Tandil se dice que le ofrecieron Anses a Julio Elichiribehety y el cargo venía con buen sueldo y una condición: echar a alrededor de 60 empleados. “No puedo echar a vecinos”, se justificó para no aceptar. “Y además me costaría la amistad con Estela”, en alusión a usted.
-No me sorprende, ¡en absoluto! Julio es así, toda su vida fue así, un hombre íntegro que no negocia nada “a costa de” ni entrega nada por beneficio. Los cargos no lo deslumbran ni encandilan. Lo quiero entrañablemente, nos conocemos hace muchos años en trabajos sobre infancia, el bien común y él es muy auténtico en sus decisiones morales, políticas y como ciudadano. Julio no renuncia ni vende nada de su dignidad por un empleo y prefiere hacer muchas cosas pero con la frente alta. Lo valoro cada día más, porque quiere hacer el bien al otro desde el lugar más sencillo posible.
-Raro que nunca los separó la filiación radical de él…
-No, no, no, porque él siempre se dijo radical pero no con reverencias permanentes sino con las críticas necesarias cuando algo no le gustaba. Nunca ocultó. Y fue y dejó de ser funcionario cuando él quiso.
-Hablamos de Anses y es inevitable volver a Tandil: ¿cómo le cayó que Diego Bossio se fuera del kirchnerismo?
-Y bueno, en política pasan cosas que el que no hace política no las entiende, ¿no?, que hoy estén acá, mañana allá… esas panquequeadas que uno ve pero no sólo de Bossio, de muchos. A veces tengo el derecho -por haberlos conocido y haber confiado- de decirles en la cara: “¿Por qué?, ¿porque te enojaste como los chicos?, ¿y te cambiás porque te convino?, ¿entonces no tenés una política, sino un interés?, ¿qué es lo que pasa?”.
-¿Y qué le responden?
-Nada, las explicaciones son casi infantiles. Son infantiles.
-De todos modos usted reconoció, tras las elecciones, que la sociedad estaba cansada del kirchnerismo.
-¿Y quién en su juego político no se equivoca o se descuida? El kirchnerismo es parte del peronismo. Y el peronismo va más allá de un partido político, es una organización social muy compleja, con diferentes ramas. Cristina ha dejado en la historia las páginas escritas -tanto ella como su marido- claramente a favor del pueblo. ¿Se habrán equivocado? ¡Y quién no! ¡Quién no! ¡Nadie puede conformar a todos!
-Es que esa tendencia de los movimientos nacionales y populares latinoamericanos de caer en el culto al personalismo, evitar las críticas internas, no escuchar al adversario parecieran ser su talón de Aquiles.
-Puede ser, puede ser, pero hay que ayudarlos porque es muy fácil hablar desde afuera, ¡hay que estar adentro! Mirá, yo no soy política, pero cuando mis hijos entraron en la política partidaria temblé, porque los políticos negocian por detrás, se dicen de todo en el Congreso y a la salida van a tomar un café. A mí si alguien me dice “traidora” creo que a ése lo cocino, pero en cambio estos se dicen lo peor ¡y después salen juntos!, ¿por qué? Porque la política es eso, un acomodo. Felizmente sé que mis hijos nunca van a negociar ninguna moral de su vida, pero sufren, muchísimo, porque “si no negociás, ¿qué tonto, no?”.
-Ahora, más allá de los principios, Estela: ¿los modales no tienen importancia también? Fíjse: usted es un ejemplo, la escuchan muchísimo más que a Hebe de Bonafini con sus exabruptos.
-Cada uno es como es, yo no comparto -y usted lo sabe muy bien- no tengo diálogo, nada, porque no puedo compartir nada con una persona con la que no coincido en absoluto, salvo el respeto que pueda tenerle: es una compañera que sufrió la desaparición de sus hijos, salió, dejó el hogar, como nosotras, sin saber qué hacer y ahora encarna una figura reconocida. Su forma no es la mía, el lenguaje no es el mío, pero bueno, cada uno hace lo que le parece. Ahora, después, los resultados se ven: yo dirijo un organismo respetado en el mundo entero y estamos consiguiendo el éxito de haber encontrado 119 nietos hasta ahora.
-¿Suele pensar en la misión que le tocó en la vida?
-¿Sabés que si retrocedo 40 años te digo que jamás soñé ni lo pensé? Tenía otro proyecto: mi esposo, mis hijos, disfrutar la vida y llegar a esta edad juntos y con una mesa completa. Hasta que vino la dictadura. Yo me crié con dictaduras, me educaron las dictaduras, me formé mal con ellas, aunque siempre fui -estoy segura de eso- una buena persona, solidaria, comprensiva, pensando en el otro.
-Y le tocó luchar.
-Me tocó luchar, tuve que salir y no voy a dejar de luchar mientras tenga vida porque creo que mi misión es ésa, porque no quiero que vuelva a pasar, porque quiero proteger ya no a mi familia sino a todos los chicos de nuestros país, es una pretensión bastante grande. Cuando pienso “si el olvido viene y se mata a otro nivel”, el riesgo es enorme, por eso la difusión, por eso la presencia, por eso el sacrificio de levantarme y llegar molida pero levantarme de nuevo al día siguiente y seguir caminando, con bastón, pero caminando, y seguir haciendo esta misión que ya excede lo personal para ser lo grupal. Somos las Abuelas, no soy yo sola, y bueno, sé que me iré, cuando me tenga que ir de este mundo, dejando algo.