Soldán y Lacho bajo cero

Mi perra me está pidiendo salir a hacer pis. Desde la cama escucho, en la planta baja donde duerme, las uñas impactando contra el cerámico del piso. Ticki, ticki, ticki, ticki; va y viene desde la puerta que da a la calle a la escalera. Ya la conozco: cuando empieza con ese ir y venir no hay manera de persuadirla. Si yo estuviera en su situación sería aún más insistente. O haría pis al lado del sillón: “tomá, por no abrirme la puerta…”
Recibí las noticias en tu email
Accedé a las últimas noticias desde tu emailNo tengo ganas de levantarme. Es domingo, no miro el celular pero deben ser las siete y pico de la mañana. Recuerdo que miré el pronóstico antes de acostarme y daban una mínima de tres bajo cero. Tandil. Y esto recién empieza.
No quiero levantarme. Pero también sé que ya no voy a poder volver a dormir. No con esa culpa de tener a mi perra allá abajo, con la vejiga hinchada. Parece que me leyera el pensamiento y da uno de esos ladridos casi mudos; apenas un buffff al pie de la escalera. Y a eso le sigue una pausa en sus ticki ticki. Sabe que estoy despierto; si algo tienen estos bichos es oído. Me debe escuchar la respiración. O el pensamiento, seguro.