Una radiografía prolija del poder en Rusia
En agosto del año pasado, el Congreso norteamericano sancionó -con fuerte apoyo político bipartidario- una norma inusual, que para muchos ha pasado inadvertida, pero que acaba de dar su primer fruto concreto: una lista pública que, a la manera de prolija radiografía, incluye a los “personajes centrales” del poder ruso.
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Se trata de la llamada “Ley para Enfrentar a los Adversarios de América a Través de Sanciones”, más conocida por su sigla en inglés (CAASTA), sancionada en razón de las ahora conocidas y confirmadas interferencias cibernéticas rusas en la última elección presidencial norteamericana, sumadas a la ilegal invasión y posterior anexión rusa de Crimea y Sebastopol, así como a las constantes violaciones rusas de los derechos humanos de su pueblo.
La norma aludida se sancionó en procura de que Donald Trump no pudiera, por sí mismo, dejar sin efecto, o disminuir el peso de las sanciones económicas impuestas por los EE.UU. a la Federación Rusa, poniendo absolutamente a un lado al Congreso de su país.
Hablamos de una larga lista de individuos, que incluye a nada menos que a las 114 principales figuras del mundo de la política en Rusia que poseen alguna cercanía relevante con el presidente ruso Vladimir Putin. Incluyendo a su Canciller, el laborioso Sergei Lavrov.
Y, también, de otra segunda lista, integrada en este caso por los 96 “oligarcas rusos” probablemente más conocidos que los políticos, cuyas enormes fortunas personales están, cada una de ellas, estimadas en más de mil millones de dólares. En la que aparecen nombres de significación, como los del rey del aluminio ruso, Oleg Deripaska; y el de Roman Abramovich, el dueño del Chelsea, el conocido club inglés de fútbol; así como el del magnate de los medios rusos de comunicación, Alisher Usmanov. Todos ellos amigos cercanos de Vladimir Putin y económicamente archi-poderosos. De alguna manera, los “dueños” de Rusia.
El contenido de la segunda lista mencionada es, curiosamente, idéntico al del capítulo ruso de la reconocida lista de “millonarios del mundo” que es publicada, año tras año, por la revista económica especializada norteamericana Forbes.
La publicación de esos dos descarnados listados era legalmente obligatoria y, por ende, esperada. No obstante lo cual, como cabía suponer, ella generó reacciones de claro disgusto dentro de la Federación Rusa, particularmente en el peculiar mundo de su poderosa elite económica.
Y escaló las tensiones políticas existentes entre Rusia y EE.UU., en momentos en los que todavía se sigue investigando intensamente la posible intervención rusa en la reciente campaña electoral presidencial norteamericana, aquella que coronó como presidente del país a Donald Trump, tema que, cabe señalar, continúa siendo activamente controvertido -pública y privadamente- y atrayendo, por ende, la atención constante de los principales medios de prensa estadounidenses, hoy claramente enfrentados con el mandatario.
Las compras a las empresas del moderno capítulo ruso de la defensa están ahora absolutamente prohibidas por Estados Unidos. Por ello han disminuido significativamente, con el consiguiente perjuicio económico para el sector.
A los dos listados mencionados se agrega asimismo un tercero, cuyo contenido sin embargo no es público. Del que, además, poco se habla.
Lo ocurrido, pese a que no cuenta con el endoso político de Donald Trump, tensó la compleja relación entre las dos grandes potencias y complicó entonces el diálogo entre ellas, que continúa trabado.
* El autor es Exembajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas