A rodar la pelota, a rodar la vida
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Por Eduardo Aldasoro
No los fichó Barcelona ni Chelsea, no son millonarios, no saben de egocentrismos ni menos aun de lamentos. Son campeones de pura cepa, incluso antes de que empiece el partido. Presentamos al primer equipo de powerchair football de Argentina, el que mejor nos va a representar en el mundo.
Estamos en el último mes de 1918 y los titulares del suplemento deportivo son los mismos de siempre: excusas improvisadas por la derrota de un equipo, acusaciones cruzadas sobre la actuación de los jueces, la bronca impaciente de las hinchadas, la brutalidad de las barras, el sabor amargo de que el deporte pierde su esencia.
“Acá hay equipo” murmuraban los espectadores con el corazón leudado por la alegría. Resulta que este equipo va sobre ruedas, y no metafórica, sino literalmente. Estos jugadores tienen lo que hay que tener: coraje y pasión. Son batalladores, entusiastas, disciplinados y muestran unas ganas bárbaras de salir a comerse la cancha, el mundo, la vida.
Son un grupo de niños y adolescentes que, a causa de una atrofia en la espina dorsal, se mueven sobre una silla de ruedas motorizada (powerchair) debido a ciertas patologías que les impiden hacerlo en una manual. Si usted es fanático del fútbol y está por la zona, pase a verlos entrenar en el Polideportivo Central de Tigre, seguramente recordará que el fútbol es inclusión, es superación, es amistad y nada tiene que ver con esto que titulan en el suplemento deportivo de hoy.
Hace unos años, Mariano Zegarelli, el padre de Valentino, viajó como lo hacía habitualmente a Estados Unidos para presenciar una convención de atrofia espinal. Caminando por los pasillos de la feria, descubrió un stand en el que se presentaba el powerchair football (fútbol en sillas de ruedas motorizadas), una actividad deportiva especialmente diseñada para quienes padecen este tipo de patologías. A Mariano se le abrieron los ojos, porque estaba en la posibilidad de que su hijo pudiera acercarse al deporte como protagonista y ya no como espectador.
Se pusieron en contacto con otros padres y crearon la Fundación Powerchair Football Argentina, esta organización fue creada en 2013. Mariano Rozenberg es profesor de educación física y deportólogo, y en sus comienzos a cargo de esta actividad viajó a Brasil para participar de unos cursos especializados en este tema. El primer torneo Mundial se llevó a cabo en Tokio y se repitió en 2011 en París.
El primer paso fue mejorar la calidad de vida de estas personas, que tengan la oportunidad de hacer el deporte enfocado en lo formativo y social, más adelante habrá tiempo para lo competitivo. Todo apunta a la autonomía, a la libertad. Dentro de la cancha, no reciben ayuda, se valen por sí mismos.
Al costado de la cancha, se encuentra Sebastián Sixto, el técnico que repara y tunea las sillas, hace las veces de preparador físico, en cuanto es quien regula las baterías y conoce al dedillo el rendimiento de cada máquina. La Fundación ya está colaborando con el armando de sendos equipos en Rosario y Córdoba, asimismo con pares de Uruguay. Han recibido mucha ayuda internacional y están dispuestos a generar encuentros, viajes y amistad.