ENFOQUE
La defensa como bandera
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Por Fernando Izquierdo, de esta Redacción
fernandoizquierdo@hotmail.com
En un deporte cuya consigna es hacer y no dejar hacer, la selección de Sergio Hernández parece tener la mitad del camino recorrido antes de cada partido. Es que, a esta altura del Mundial, su defensa parece ser una garantía y el disparador más confiable para soñar con otro episodio de gloria.
Está claro que las fantasías de Campazzo, el juego de pies del inoxidable Scola, los “firuletes” del talentosísimo Vildoza o las volcadas del granítico Deck suele ser aquello que atrae los flashes con más frecuencia.
Pero fuera de ello, Argentina ha edificado a través de su defensa un capital de gravitación inconmensurable para recuperar un sitio en la élite del básquetbol mundial.
Sacrificio, disciplina, prestancia y concentración son atributos que Hernández le ha sabido adosar a este equipo a la hora de proteger su aro.
Naturalmente, la predisposición es sólo un factor a la hora de realizar bien esa tarea. Las horas de trabajo para lograr un funcionamiento aceitado y un scouting apropiado para testear las calidades del rival de turno son, a menudo, tanto o más importantes.
La selección nacional ha sabido condensar en China todo ello para redondear un producto refinado que le ha brindado dividendos acaso insospechados.
Ver a Serbia o Francia lucir como equipos inexpertos, obnubilados ante un adversario que le cierra todos los caminos, ha sido un indicio elocuente. Permanentes doblajes y cambios defensivos, sacrificio de los perimetrales para ensuciar el traslado o cortar línea de pase, internos dispuestos a fajarse y a salir a perseguir a un “petiso” aún a riesgo de quedar expuestos, o directamente manotazos quirúrgicos para arrebatar el balón han sido acciones que se han apreciado con asiduidad en la defensa argentina. Movimientos que nacen desde la actitud y que tienen su respaldo indispensable en la faz técnica, con escasas infracciones cometidas en relación a los riesgos asumidos.
Y con soluciones desde el banco que permiten que Hernández pueda rotar el personal con la certeza de que el esquema inicial no se resentirá y su equipo no resignará intensidad en la faceta defensiva.
La energía y el aporte en otros rubros que traen sustitutos como Laprovittola, Vildoza, Deck o Gallizzi hacen ver que el quinteto inicial es un asunto meramente nominal y que bien podría ser conformado con otros apellidos. Y son una contribución imprescindible, dado que mantener el nivel de exigencia durante cuarenta minutos con cinco jugadores es una utopía.
Todo, con un Scola como líder y de inevitable contagio. No hay forma de no emular en el esfuerzo a quien, a meses de cumplir 40, deja la piel en cada pelota y se sacrifica por el bien colectivo apartando su protagonismo si es necesario.
Con semejante producción en campo propio y un ataque fluido y pletórico de variantes, Argentina se ha transportado a un sitio de competitividad impensado acaso para propios y extraños. Con argumentos que le dan el derecho a soñar con llevarse todo.