Murió Carlos Méndez, gran goleador en dos décadas
Falleció el "Cabezón", un símbolo de Santamarina y el fútbol tandilense. Fue el mayor artillero de los '70 y los '80 en el ámbito local.
Pocos nombres del fútbol tandilense resultan tan representativos para una época como el de Carlos Raúl Méndez, fallecido ayer en esta ciudad a los 64 años de edad.
Recibí las noticias en tu email
El “Cabezón” fue un símbolo de los años ’70 y ’80, tiempos en los cuales sobresalió con sus goles sobre todo en Ramón Santamarina. Sin lucirse demasiado en la gestación de juego, sino mostrándose infalible a la hora de mandar la pelota a la red, la característica que lo distinguió.
Sus primeros pasos en el fútbol los dio en el baby de Gimnasia y Esgrima, con Miguel Cuesta como entrenador. Cuando el DT fue a Santamarina, lo acompañó y se inició el romance de Méndez con la divisa aurinegra. Debutó en el equipo superior en 1971, a los diecisiete años, y permaneció ahí hasta 1986.
En ese lapso, el club de calle Yrigoyen se coronó campeón de la Liga Tandilense de Fútbol en 1973, ’76, ’79, ’80 y ’84. El “Cabezón” dejó su sello en las redes rivales, especialmente en dos de ellas que terminaron en vuelta olímpica. En la definición del ’73, le hizo tres goles a “Pelusa” Colombo, de Ferro, para transformar un 0-2 en 3-2. Y en la del ’79 se lució con un triplete a Julio Nocito, arquero de Independiente, para la victoria por 4-1. También fue parte del plantel aurinegro que logró la recordada clasificación al Nacional, en 1985.
La campaña de Méndez no se limitó a Santamarina, sino que también reforzó a otros equipos tandilenses, en competencias regionales, como los casos de Racing de Gardey, Excursionistas e Independiente, además de integrar el seleccionado local. En el ’76 fue tentado por el “Trueno Verde”, campeón del año anterior, y se lució en el histórico partido amistoso con el seleccionado argentino que dirigía César Luis Menotti, en el estadio San Martín. Hizo el gol del descuento (1-3) nada menos que al “Pato” Fillol, aunque en la misma jugada sufrió un desgarro que lo dejó fuera del Regional de ese año.
En torneos locales, estuvo a préstamo en Jorge Newbery en 1982 (ascendió desde Primera B). Y tras irse de Santamarina, jugó para La Movediza (1987), Grupo Universitario (’88) e Independiente (’89). En el rojinegro participó en pocos partidos por una lesión, pero también se dio el gusto de ser campeón. Por esos tiempos, recordaba, “mi hijo Matías ganó el título con la clase ’79 y Luciano hizo lo mismo en el baby. Había prometido que iba a dejar de jugar cuando ellos empezaran y cumplí”.
Nunca supo cuantos fueron los goles que convirtió, pero detallaba que en seis años terminó al frente de la tabla de artilleros de primera división, “en algún caso empatado con Daniel González o Aldo “Ñato” Varales”. Como sea, dejó para siempre el recuerdo imborrable de un extraordinario atacante y una inolvidable persona.
Este contenido no está abierto a comentarios