LA MUERTE DE GALÍNDEZ Y LIZEVICHE
Un día de dolor para el deporte nacional
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Por Luis Orlando Sánchez
vertigomotorsport.com.ar
En el último domingo de octubre de 1980, la tragedia se hacía presente en el “Triángulo de 25 de Mayo”, el veloz trazado de 15,209 kilómetros, comprendido por las rutas provinciales 46, 51, y el acceso Moisés Lebenshon a la ciudad bonaerense.
Luego de la deserción al romper la caja de velocidades del Chevrolet, y cuando retornaban caminando hacia el recinto de boxes, “Nito” Lizeviche y Víctor Emilio Galíndez fueron embestidos por el Ford de Marcial Feijóo, falleciendo de manera instantánea ambos deportistas.
Otra vez el destino haría su voluntad. Seis kilómetros después de haber largado la final de Turismo Carretera, el Chevrolet N°19, acusó problemas en la caja de cambios, lo que obligó a la detención. El desperfecto aconteció en un sector próximo al cruce de las rutas provinciales 51 y 46. Lizeviche y Galíndez comenzaron a caminar en busca de los boxes, mientras saludaban a los pilotos que pasaban cerca de ellos, en plena disputa. En el camino, se encontraron con Miguel Ángel Atauri y su acompañante, que habían abandonado y compartían un momento con algunos amigos, ofreciendo llevarlos luego de que finalizara la carrera, pero Lizeviche y Galíndez, decidieron retornar rápidamente a boxes.
Mientras tanto, el Ford de Marcial Feijóo cumplía la sexta vuelta, transitando detrás del Chevrolet de Antonio Bautista y el Dodge de Daniel Corso.
Cerca de la entrada a la estancia San José, Feijóo intentó superar al de Olavarría, pero su máquina entró en trompo, cuando circulaba a gran velocidad, atropellando en el despiste a Lizeviche y Galíndez, quienes fallecieron instantáneamente.
Uno de los grandes campeones del boxeo argentino y mundial caía en un trágico desenlace, en un día de profundo dolor para el deporte argentino. El valiente campeón, amaba la velocidad, la adrenalina, y el peligro. El destino decidió una vez más, por más que algunos confían en que nada puede detenerlos. El muchacho de Vedia se fue muy joven, a los 31 años, en un dramático e inexplicable accidente
En la vida, Galíndez asomaba con la misma guapeza que exhibía en un ring de boxeo. Su nombre estaba asociado a lo épico, a lo heroico, a las proezas en las que el esfuerzo sobrepasaba cualquier limitación técnica.
Lizeviche comentaba antes de largar: “Deseo que el auto no se rompa. Uno tiene muchas alegrías y frustraciones como para digerir un abandono más, Víctor se merece que el auto responda. Si Dios quiere, hoy será un día inolvidable en su vida”.
Muertes absurdas, conociendo la experiencia de “Nito” Lizeviche, un hombre identificado y que amaba al Turismo Carretera, y Víctor Galíndez, próximo a cumplir los 32 años, de quien todavía resuena esta frase: “Estoy haciendo los primeros pasos en el automovilismo. Me gusta mucho y pronto me voy a largar solo”.
El destino se interpuso y decidió una vez más. Se cumplen cuarenta años de su trágica muerte, por eso el recuerdo a un grande del deporte nacional, nacido en la localidad bonaerense de Vedia. En pocos días, cumpliría 72 años (nació 2 de noviembre de 1948). Animador permanente entre los semipesados argentinos, protagonizó duelos memorables, con Avenamar Peralta, Jorge Ahumada, y grandes combates con Len Hutchins en el Luna Park y el histórico combate con el estadounidense Richie Kates en Johannesburgo.
La carrera en 25 de Mayo estaba programada para el 19 de octubre, pero la lluvia la pospuso para el siguiente fin de semana. La dupla finalizó en el 11º lugar de la primera serie, ubicándose en el 23º puesto de la grilla de la final.
Sólo para la estadística quedó aquella dolorosa edición veinticinqueña que ganó el “Puma” Aventín, orillando los 200 kilómetros por hora de promedio.