Una Brisa dorada que volvió a soplar en Los 50
Bruggesser volvió a su club y aportó para el título en Sub 16. La campeona de los Juegos Olímpicos de la Juventud, en otra jornada imborrable.
La de ayer no fue una jornada más para Brisa Bruggesser, quien volvió a jugar para Los 50, seis días después de haberse consagrado en los Juegos Olímpicos de la Juventud y a varios meses de sus últimas intervenciones en esta ciudad, los que pasaron desde que se metió de lleno en las concentraciones del seleccionado argentino de hockey 5.
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Con el recuerdo latente de todo lo vivido en los últimos tiempos, ese que perdurará por siempre en su memoria, volvió a ponerse la camiseta número 9 con las rayas horizontales blancas, azules y celestes. Esta vez, para afrontar el play off de su categoría en la Federación Tandilense de Hockey.
Transitó como tantas veces el par de cuadras que separan a su casa del querido club, para reencontrarse con las más queridas amigas y volver a la competencia.
Como siempre, en compañía de esos padres (Ariel y Elisa) que son el sostén más importante, junto a los tres hermanos varones: Valentino, Benjamín y Bautista.
Recibió el afecto de siempre, pero distinto. Es que en todos estaban presentes las imágenes de los últimos días, las que llegaron por la TV Pública o TyC Sports. Las de los catorce goles en la campaña olímpica, incluyendo el 3-1 decisivo en la final frente India; las de la medalla dorada colgando; las de la sonrisa ancha aferrada a la mascota Pandi. Entonces, en la mañana de Los 50, no faltaron los pedidos de fotos y hasta autógrafos.
Luján Trimarchi, su entrenadora, explica aspectos del “fenómeno”: “Bri es nuestro orgullo, es del club. En cada año fue elegida la mejor jugadora, pero a la hora de las charlas y los entrenamientos es una más. Siempre se destacó por su habilidad, su compañerismo y la pasión para jugar”.
Esa pasión que nació casi de la nada, como recuerda hoy su padre Ariel (“Pichi”): “tenía 5 años, hacía gimnasia artística y la verdad que mucho no le gustaba. Nos pidió empezar hockey y la trajimos al club porque nos quedaba cerca de casa. En el primer entrenamiento le pegaron un bochazo en el ojo, yo pensé que no iba a querer seguir. Pero al otro día ya estaba firme para volver”.
Su perseverancia y ganas de mejorar también merecen el elogio de Trimarchi: “Ha tenido un gran crecimiento, en todo sentido. Me tocó acompañarla en su primera concentración con el seleccionado y era la más chiquita. Con el tiempo, se dio cuenta de que esta podía ser su carrera”. La suya es palabra autorizada, ya que junto con la profesora Ana Emme han llevado adelante el proceso deportivo de Brisa desde hace seis años.
A la cancha
Pero había que jugar y ahí se terminaron las concesiones. Ya no en la cancha de agua y con espacio reducido de los Juegos Olímpicos, sino en la de arena y para once de Salceda al fondo.
Saladillo, duro rival, supo controlar a la estrella tandilense con marca escalonada. Logró así que su reconocida habilidad no le hiciera tanto daño en defensa. Ni siquiera la desventaja de dos goles inmutó a las visitantes, que apelaron a su paciencia para alcanzar el 2-2 que llevó la definición a los penales.
Bruggesser y tres de sus compañeras acertaron en el suyo y la arquera Lola Curuchet tapó dos, para sellar la clasificación a la final.
Por la misma vía, Independiente se sacó de encima a Uncas, después de que el final del tiempo reglamentario las encontrara 0-0.
Final feliz
Para la tarde, unas horas de descanso sirvieron para recomponer el físico. El rojinegro también fue adversario de alto nivel, pero Los 50 no estaba dispuesto a dejar pasar la oportunidad. El 3-2 final selló la coronación de Bruggesser y compañía. Con tres goles (golazos) de Brisa, figura estelar de un partido de ida y vuelta.
“Para que el año sea perfecto, faltaría ser campeona con mi categoría y mi club”, había anticipado.
El de ayer terminó siendo otro capítulo feliz de una historia a la cual le quedan muchos episodios por delante.
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