Carta de lectores
Las expresiones de
Eugenio Zaffaroni
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Señor Director:
“Yo quisiera que se fueran lo antes posible, para que hagan menos daño”. Estas expresiones no lo dijo alguien con “lengua larga”, las manifestó nada menos que el señor Eugenio Zaffaroni, exjuez de la Corte Suprema desde 2003 a 2014, quien confirmó así que no hay formación académica ni doctor honoris causa internacional que inmunice contra el fanatismo más peligroso. Está claro que el prestigio de Zaffaroni se descolocó hace tiempo.
Alcanza con recordar su proceder en su vida particular; que cuando fue criticado por la prensa se defendió atacando a los “medios” como amarillistas, su dañoso garantismo en Derecho Penal (¿Cuántas vidas costó?) y su defensa sin matices de dirigentes gravemente implicados en casos de corrupción como Milagro Sala, para entender porque cayó desde la distinción del Máximo Tribunal a los márgenes de la vida pública.
Incluso cuesta creer su irresponsabilidad institucional. Porque con su definición Zaffaroni no debilita al actual Presidente, sino a la continuidad democrática. Sin ingenuidad pretende hacer olvidar que el gobierno que fue elegido por la mayoría, y luego respaldado con el triunfo en las elecciones legislativas. Acaso no considera que el pueblo argentino pueda cambiar su voto? Y los 12.997.937 votos que obtuvo Macri en la presidencial de 2015 o los 8.395.724 con qué el oficialismo ganó las legislativas el año pasado. Zaffaroni no los menciona en un intento evidente de borronear la legitimidad democrática del Presidente. Puro palabrerío. La verdad es más sencilla y asoma despejada cuando al hablar del gobierno no puede frenar su impaciencia y dice: “Si llega al 2019”. ¿Cómo se llama eso? Confesa vocación golpista.
Leonardo Gutiérrez
DNI 3.994.676.
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¿Se podrá llevar a cabo lo que
tenía en mente Raúl Alfonsín?
Señor Director:
Dicen que para hacer las cosas con escala correcta se requieren tener objetivos, metas e ideales. En este caso el objetivo sería distribuir más armónicamente la población nacional. La meta sería planificar, en un lugar consensuado por todos una nueva ciudad, más equilibrada en tamaño, más moderna en forma y menos caótica que la actual. El ideal debería ser un país más cercano para todos, de escalas más humanas que sirva mejor a las futuras generaciones, de cara al futuro.
Hoy por hoy, la capital no nos sirve a los argentinos, aplastada contra el río, no le queda otra salida para crecer hacia arriba o expandir el conurbano, con sus problemas consecuentes, lo cual se da de narices contra las enormes potencialidades del gran área vacía del interior.
Muy atrás en el tiempo, la capital de la provincia de Buenos Aires se trasladó a La Plata, por la visión de algunos esclarecidos. Si bien hoy ese esfuerzo fue superado, no deja de ser valiosa aquella patriada de la Provincia.
Hagamos un sencillo ejercicio. Tomemos un compás y tracemos con él un círculo sobre algún material, más o menos rígido, luego recortemos con cuidado el perímetro. Se podría apoyar el punto céntrico del disco sobre un alfiler y se daría prácticamente perfecto. Igualmente se podría encontrar, mediante cálculos bastante complejos, el centro de equilibrio de una Argentina, idealmente dibujada sobre un material, medianamente sólido y también apoyada en un punto, no se caería hacia ningún lado.
Pero bastante cercano al mismo puede existir alguno que sirva. Con solo pensar los gastos de combustibles, pasajes, tiempos de traslado, accidentes, renovaciones, contaminaciones, demoras, piquetes, huelgas, robos, aglomeraciones por todo tipo de situaciones políticas, choques, histerias, etc., se podría haber construido una nueva capital. Un poco mejor que la actual.
Juan Carlos Maur
DNI 3.768.008
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Entre lo privado y lo público,
el tránsito de Tandil no marcha
Señor Director:
Con esta nota pretendo hacer simplemente una observación, y también una propuesta sobre el tránsito de nuestra ciudad, ya que la siniestra estadista cada vez suma más muertos, y los responsables de la seguridad y el tránsito local parece que no aciertan con las medidas.
Comencemos por una doble y ordinaria distinción ontológica. 1 el tránsito no es algo estático, ni tampoco depende de las infracciones. 2 el tránsito interpela como ninguna otra cosa las relaciones entre lo público y lo privado.
¿Pero entonces qué es el tránsito?. Pues bien, la respuesta es conclusiva: el tránsito es como circulan los distintos vehículos en las calles y las vías dispuestas para tal fin.
Lamentablemente esta perspectiva es muy pocas veces tenida en cuenta por los funcionarios, y nos lleva al otro delicadísimo punto que singulariza a la ciudad de Tandil, y tiene que ver con la conducción y el manejo, que no es lo mismo.
Por las calles de Tandil circulan vehículos de transporte público y también privado, y en su gran mayoría los conductores tanto profesionales u de otros lo hacen en una forma totalmente autista: no indican lo que van a hacer con su vehículo, ni tampoco tienen en cuenta al que va por detrás, al costado, y por delante.
De cotidiano el tandilense no usa el guiño, ni tampoco la baliza, no ceden el paso ni la derecha, tampoco respeta la prioridad de los peatones, y así la lista sigue, pudiendo cualquier persona verificar lo que digo en menos de media hora.
En síntesis, dentro del espacio público (las calles), y dentro de una cosa privada (el vehículo) los tandilenses en general sienten como nunca que son patrones de estancia.
Quien suscribe esta nota lo dice con pleno conocimiento de causa, ya que conozco el tránsito de otras ciudades linderas como Azul y no pasa esto que describo más arriba, ni tampoco en Santa Rosa, y ni siquiera en Mar del Plata y Buenos Aires, donde el tránsito circula a mayor velocidad pero los conductores se valen del uso de baliza y el guiño.
Habida cuenta de los últimos accidentes, creo que los funcionarios a cargo de la seguridad y el tránsito deben de considerar la perspectiva que estoy escribiendo, disponiendo todos los medios como para que esto se revierta, ya que no se trata de acciones o decisiones privadas y antijurídicas, como las infracciones, que merecen otra serie de observaciones que no haré.
Para lo que estoy proponiendo solo hace falta un toque, una campaña muy bien diagramada de cartelería y señalética que simplemente recuerde que el auto tiene, luces, balizas y guiños, y que conviene usarlos.
Me parece que esto sería un buen y sencillo inicio de una verdadera transformación de la conducta de los conductores de vehículos, sin moralinas ni amenazas, pero haciendo saber dentro de las mismas calles que uno no conduce en el campo ni solo.
Y sin caer en lo bizarro, incluso sería muy oportuno que también se recuerde encender las luces durante la noche, ya que muchísimos vehículos, aún de alta gama, circulan con las luces apagadas en la oscuridad, dando el peor de los ejemplos para los pibes que quieren incluirse medio de prepo en la ciudad empuñando sus motocicletas, que a veces con su trabajo les lleva años pagar.
Angel Orbea
DNI 11.288.794
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River vs Boca, crónica de una estafa
¿Me gusta el fútbol? No
¿Simpatizo por algún equipo? Por Boca (creo que debe ser por mandato familiar).
Hace unos días dos de mis hijas -a las cuales sí les gusta el fútbol y son hinchas del xeneixe- me dijeron que ir a ver el superclásico a Mar del Plata sería una buena idea.
De inmediato me introduje en el maravilloso mundo de internet y a través de Mercado Libre llegué a una persona, una empresa o lo que fuera, que ofrecía plateas en venta. El precio me pareció “salado” pero todo valía para vivir un momento distinto con mis hijas.
Pagué con tarjeta de crédito los 6.000 pesos que me cobraron por los tres tickets y me avisaron que debía retirarlos el mismo día del partido en calle Avellaneda 1227 de Mar del Plata.
Eso fue el 14 de enero al mediodía, apenas se pusieron en venta las entradas.
El lunes 21 – día del encuentro – partimos hacia la Ciudad Feliz y a la una de la tarde estábamos en la dirección citada.
Timbre una vez, timbre dos… y nada. Me empezaron a subir los calores. “¿No me habrán estafado?”.
Entré otra vez a Mercado Libre, busqué el teléfono y llamé. Al menos me respondieron. Y disminuyeron mis calores. “ En la misma dirección, entre las 15 y las 17” fue la respuesta.
A esa hora, cuando llegamos, éramos muchos los que allí estábamos. Sin embargo, nadie contestaba ante cada timbrazo.
De pronto aparecieron dos personas de alrededor de 40 años, bastante bien vestidas (si se me perdona, diría que de esas a las cuales uno les compraría tranquilamente un auto) y en la puerta de esa casa, con varios sobres en sus manos, empezaron a llamarnos por el nombre. En cada uno estaban, correctamente, las entradas adquiridas.
¡Pero otra vez me subieron los calores! ¿Cuándo? Cuando comprobé que el valor de cada entrada era de $ 1.000. Y todos habíamos pagado el doble. Una locura.
Y no solo eso. Una mujer que había adquirido tres intentó comprar una cuarta y le respondieron: “Hay, pero ahora cuestan 5.000” ¿La verdad? Ni sé si esta señora aceptó o no.
Después fuimos al estadio, rezamos porque tampoco sabíamos si no eran truchas, pero pudimos ingresar perfectamente. Y el lugar además era muy bueno.
No me arrepiento de haber ido. Pero pagué el doble de lo que debía y sé que tampoco tenía alternativa alguna.
Para rematarla, perdió Boca. Y una de mis hijas me dijo: “ La primera vez que vengo y pierde Boca. ¡No voy más a la cancha!”
O.G.
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