El Taller Protegido está colapsado de botellas plásticas
La decisión de la Fundación del Hospital de Niños de dar por finalizado el programa Tandil Verde tras casi seis años de trabajo obligó al Taller Protegido a centralizar la ardua tarea de acopio –compartida con otros espacios como el Punto Limpio- del plástico, compactado y el traslado con destino a reciclaje.
La directora de la institución de 25 de Mayo 339, Elisa Gutiérrez, sostuvo que los meses de verano serán los “más críticos” por la cantidad de plástico que se genera en lo que será una “prueba piloto”. Después “tendremos que sentarnos con el Municipio, a partir de marzo, para ver cómo va a seguir esto” y organizar el trabajo.
Lo cierto es que hacerse cargo de la tarea casi en forma exclusiva demanda otros desafíos y trabajo continuo. Así es que en este momento el patio de la entidad se encuentra colapsado mientras que la planta de Aeronáutica Argentina y Chapaleofú, en Villa Aguirre, trabaja a un ritmo sujeto a la capacidad instalada.
El espacio por el momento “alcanza” pero planteó que será necesario sumar otra compactadora y determinar si el personal es suficiente para el volumen procesado.
En ese sentido, se evaluó la compra de la máquina adquirida en su momento por la Fundación del Hospital de Niños pero finalmente no prosperó la idea. Sin embargo, la intención era incorporar una compactadora de menor tamaño, similar a la que es propiedad del Taller Protegido y que se encuentra en la planta de Villa Aguirre.
“Cuando cerremos la temporada veremos las falencias para avanzar en soluciones”, indicó Gutiérrez.
De todos modos, destacó la importancia que se abrió de sumar más viajes ya que a los dos que realizaron el año pasado, en noviembre lograron sumar un tercero a raíz del alejamiento de la Fundación de Niños de la actividad. “La idea es completar traslados, uno por mes o cada dos meses, trabajando con estos volúmenes para lo cual necesitamos otras cuestiones”, resumió.
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El proceso
Entre las variadas actividades que realiza la institución, el programa redunda en un doble beneficio, ya que se convierte en una fuente de ingreso de recursos y también colabora con el medio ambiente en la reducción del PET utilizado por los ciudadanos.
En cuanto al proceso, el plástico se acopia en la planta ubicada en Villa Aguirre, donde quedan depositadas las botellas que se acumulan en el Punto Limpio y en la propia sede del Taller Protegido. El Municipio aporta el trasporte para movilizar el material.
Para completar el proceso, el equipo se vale de la colaboración de Ferrosur que pone a disposición un vagón para el traslado de los enormes fardos de plástico compactado hasta Avellaneda, de allí se contrata un flete para llevar el material hacia la sede de la fábrica compactadora.
Hacia mediados del año pasado el Taller Protegido logró la primera venta de alrededor de 7 mil kilos, dispuestos en 300 fardos, y luego sumaron dos transacciones más.
El proyecto incluye la recolección de PET y luego los chicos del espacio trabajan en el prensado y clasificación de las botellas de acuerdo a su color y tipo y en la máquina compactadora.
El fardo de PET lleva aproximadamente 500 botellas, lo que representa un bolsón lleno de 18 kilos. Las medidas de la máquina que confecciona los fardos son 60 por 40 por 80 centímetros.
Meses críticos a
modo de prueba
Por su parte, la secretaria de la asociación civil Micaela Britez realizó un repaso sobre el programa de reciclado de PET, como parte de una actividad incorporada hace algunos años con un crecimiento notable, y la proyección que vislumbran frente a una actividad que quedó únicamente a cargo de la entidad.
Marcó que sin la Fundación de Niños abocada al tema, el plástico que se consume en la ciudad con destino a reciclado se concentra en el Punto Limpio y en el Taller Protegido, además de otros espacios de recepción en la Terminal de Omnibus y en algunos restaurantes y estaciones de servicio de la ciudad.
Explicó que el material que llega a la sede de 25 de Mayo al 300 es procesado para lograr reducir su volumen y cuando la cantidad supera la capacidad buscan el modo de transportarlo al galpón de Aeronáutica Argentina y Chapaleofú.
También se hace la selección por color (celeste, verde y trasparente) a lo que se suman los de tipo soplado (lavandina, shampoo, detergente), en una tarea más compleja dada la cantidad de recipientes que se reciben.
Con la actividad exclusiva del Taller Protegido, Britez estimó que los supera el trabajo de la compactadora en Villa Aguirre. “La máquina es chica y se retrasa la venta porque no hay tanta cantidad de fardos”, evaluó.
De todos modos, remarcó que es “positivo porque es más trabajo y un beneficio ya que es algo que no tiene costo para la institución pero también nos colapsa por la cantidad de plástico que se consume y llega para su procesamiento”. u
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