Condenado por amenazar con matar a su expareja con un cuchillo y rociándola con alcohol
Días pasados se conoció el fallo condenatorio contra un hombre que había amenazado matar a su exmujer. Primero rociándola con alcohol con la intención de prenderla fuego, aunque una de las hijas intercedió y escondió los encendedores. Luego con un cuchillo iría por más agresiones. Otra historia de violencia de género que tuvo su corolario en la Justicia.
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Se condenó a Nicolás Luciano Esteban Cotti Palazzo, a la pena de un año y seis meses de prisión, por resultar autor penalmente responsable del delito de amenazas agravadas por el uso de armas, por el hecho cometido el 16 de junio de 2013 en perjuicio de quien era su expareja.
La condena fue apelada y se aminoró la pena, y se dispuso que no quede preso hasta tanto el fallo quede firme, por cuanto el juez no advirtió un peligro cierto en la frustración del proceso, imponiendo como condiciones la de mantener domicilio fijo y presentarse quincenalmente a la sede del Juzgado a fin de suscribir el acta respectiva.
Según consta en el fallo del juez Carlos Alberto Pocorena, quedo probado que el citado día, siendo aproximadamente las 5, en el interior del domicilio de calle Quintana al 600, más precisamente en el sector del comedor, el señalado amenazó de muerte a quien era su mujer profiriéndole además expresiones atemorizantes tales como “…sos una pu…, te voy a cortar los dedos…” a la vez que tomándola del brazo le apoyaba un cuchillo sobre los dedos de una de las manos, para luego de ello acercarle en forma intimidatoria el cuchillo a la zona del abdomen.
El magistrado dio crédito a los testigos de la denunciante que, al decir del juez, resultó claro, creíble, no advirtiéndose ánimo o interés en perjudicar a quien se acusó, por cuanto la misma dio sobradas explicaciones acerca del hecho ante las exhaustivas preguntas tanto del fiscal pero principalmente del defensor, notándosela seriamente conmovida por el temor que le infundía su pareja, estableciéndose así el modo en que se viera atemorizada por las frases por él proferidas.
Pero además, Pocorena consideró que las afirmaciones de la víctima resultaron contundentes y sobre todo concordantes con la denuncia que efectuara, señalando descriptivamente cómo ocurriera el suceso, relatando que el encartado había salido de la vivienda que ambos residían volviendo aproximadamente a las 5, despertándola en forma abrupta y haciéndola bajar hasta el sector del comedor, cuando en medio de una supuesta conversación, es amenazada con un cuchillo, para posteriormente arrojar su ropa hacia el patio e intentar quemarla a ella y a su ropa, con el alcohol etílico, que le arrojara a la declarante.
En el veredicto también el juez dejó sentada sus diferencias para con la hipótesis defensista, a cargo de Luciano Tumini, quien había planteado un serio cuestionamiento a la testigo, planteando un abanico de circunstancias, algunas al momento del hecho, tales como el fuerte carácter de la víctima, su impronta personal de resultar una persona que desdeñaba al imputado y su familia, la existencia de una infidelidad de su parte con un amigo del imputado otras referencias a insultos hacia su persona por parte de la testigo. Situaciones o circunstancias que no lograron conmover el testimonio de la mujer, quien fue coherente en lo relatado en todas las instancias de la causa, detallando las circunstancias que le tocaron vivir en su relación con el imputado, siendo este último suceso el que puso fin a una convivencia complicada entre ambos, lo cual confluye con la actitud posterior de retirarse del seno familiar, con sus hijas, y durante un tiempo evitar tener contactos con el señalado.
El testimonio
Adentrándose en la historia que derivó en este violento desenlace con epílogo judicial, vale reseñar que la mujer denunció oportunamente y lo replicó en la audiencia de debate sobre aquel día que “era un día a la madrugada él llegaba que había salido, serían las 5, me sacó de la cama al patio, me roció con alcohol, en ese momento las nenas se levantaron, me quiso prender fuego, la más chiquita escondió el encendedor para que no lo hiciera, me quería cortar los dedos con un cuchillo, después nos encerró a mí y las nenas en el patio”. Dijo ante el magistrado recordar la fecha porque era el Día del Padre. “Vivíamos juntos, pero él hacía vida de noche. Vino y me sacó de la cama y me llevó para abajo, la casa era de dos plantas. Yo estaba con una de las nenas porque como él hacía esa vida dormíamos separados. Primero me tuvo con un cuchillo, me sentó en la punta de la mesa, y me agarró con la mano de él mi mano y me dijo que me iba a cortar los dedos, era en el comedor, un cuchillo tipo para asado que llevan los hombres a los asados. Me ponía el cuchillo en la mano me gritaba que yo lo engañaba, que me iba a matar que si no le decía con quién lo engañaba me iba a matar, y toda clase de insultos. Me decía `pu…´, como siempre, era un clásico de él los insultos. Mis dos hijas presenciaron esta situación, la más chiquita escondió el cuchillo y cuando vio que me roció con alcohol corrió y escondió los encendedores”.
El crudo relato reseñaba que el acusado siempre le “recriminaba que lo había engañado. Siempre se enojaba por todo, si se cambiaba una cosa de lugar ya se enojaba, decía que yo le escondía las cosas, siempre insultos, hasta las mismas nenas lo tocaban para una caricia y les gritaba que las molestaba”.
Detalló que estuvieron 17 años juntos, separados dos años y luego volvieron a unirse.
Los hechos de violencia
La mujer declaró que no fue el primer hecho de violencia el que ahora se juzgaba, pero que sí fue el último que toleró. “Hubo un montón de cosas, de querer matarme, me ha apoyado con un vaso roto al cuello, tirar una frazada al piso y decir que me iba a matar a mí y a las nenas y decirme que me iba a matar, que me iba a meter en un freezer y que no me iba a encontrar nadie”, buscó entre sus recuerdos la testigo.
“Una vez nos llevó con las nenas que me iba a tirar por la ruta, nos empujaba, las nenas llorando atrás, las nenas son testigo de un montón de hechos de violencia. A mí me golpeaba, por algún movimiento o me tiraba a mi algo, una vez la nena se golpeó la cabeza contra la cama.
Y los sucesos seguían recordándose: “una vez a la más chiquita para defenderme le mordió la pierna y él la empujo y le dio la cabeza contra la pared, yo nunca lo había denunciado porque le tenía terror. El un día me llevó y me decía bajate, en la comisaria de la mujer, bajate y animate a hacer la denuncia”.
Sobre los antecedentes y la intervención judicial, la mujer contó que primero le dieron una orden de restricción por 360 días, después la renovaron por 90. Más luego el acusado pidió régimen de visita para las nenas y fueron citados por el equipo de psicólogos y trabajadores sociales, pero en el juzgado de Familia le negaron el régimen de visita por las declaraciones de las nenas.
“Las nenas no lo quieren ver tampoco. No quieren ni acordarse, no lo nombran al padre ni siquiera el nombre, ni papá le dicen. Cuando él me pegaba y me marcaba me iba a lo de mamá para que las nenas no me vean, una vez me vieron con el ojo hinchado, pero saben que es agresivo porque iba a lo de mi mamá a gritar, los empujones los vieron”.
Las escenas eran replicadas en un crudo relato de la mujer, que incluso tuvo algún que otro cruce tenso con el abogado defensor ante el tenor del interrogatorio. Empero, como se indicó en párrafos anteriores, el juez creyó en la mujer, y consecuentemente emitió el fallo condenatorio.
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