Del Potro conmovió a Tandil como nunca
En esa vorágine que despierta en las horas posteriores una conquista deportiva de la envergadura de la que consiguió Juan Martín Del Potro, debe ser difícil encontrar un momento de respiro, de reflexión. Pero sin duda, el nuevo héroe de Tandil habrá tenido algún respiro para imaginar una y mil veces lo que pasaría cuando encarara el último tramo de la Ruta 30 rumbo a su ciudad, al encuentro con su familia, con sus amigos, con su gente, esa que, paradójicamente, tuvo que esperar tres días para abrazarlo. Sin embargo, ninguna de esas especulaciones de Juan Martín pudo arrimarse a lo que sucedió ayer. El mismo lo reconoció con palabras y con ese gesto de sorpresa e incredulidad que se le dibujó en el rostro en su primer contacto con la multitud.
Si lo que logró en Nueva York fue algo histórico para el deporte argentino, la jornada de ayer tuvo la misma importancia para Tandil. El 17 de septiembre de 2009 quedará grabado en esta ciudad como un día para destacar siempre.
¿Alguna vez la ciudad habrá esperado a alguien con tanta ansiedad, con tanta pasión? Lo cierto es que esa vigilia potenció las ganas de verlo, de demostrarle todo el afecto que genera con su tenis y, fundamentalmente, con su forma de ser.
Ayer, varios kilómetros antes de llegar a la rotonda de las rutas 226 y 30, donde lo esperó la autobomba que lo pasearía durante cuatro horas por la ciudad, Del Potro comenzó a tener indicios de lo que le esperaba. De a poco se fueron sumando autos detrás de la camioneta que lo traía desde Buenos Aires, y cuando tomó contacto con los bomberos y con su familia ya tenía una multitud a su alrededor.
Juan Martín se abrazó con su familia, descargó sus ganas de tenerlos cerca acumuladas desde el instante mismo en el que definió la final ante Roger Federer, y después se entregó desde lo más alto de la autobomba, sostenido con mucho celo por dos bomberos, a la gran fiesta popular que lo esperaba más adelante.
Daniel y Patricia, sus padres, Julieta, su hermana menor, y parte de su familia más cercana, mantuvieron la misma postura que asumieron desde que Juan Martín alcanzó notoriedad y que reforzaron en los últimos días. En un segundo plano, lo siguieron en una camioneta disfrutando del calor que la gente le fue prodigando a cada metro. ?Nos viene dando resultado el perfil bajo, así que vamos a seguir así?, dijo después Juan Martín, con una sonrisa.
El segundo punto de convergencia de la gente fue en la rotonda de la 226 y Espora. Ahí se reunieron unas 3000 personas y Juan Martín sintió otro gran impacto emocional, porque no paró de tomarse la cara y de secarse las lágrimas. La caravana de la felicidad encaró a paso de hombre por Espora, mientras Del Potro no se permitía dejar de saludar y de agradecer. De cada comercio, de cada ventana, de cada balcón aparecían vecinos demostrándole su afecto. Más allá de los afortunados que vieron pasar la caravana por adelante sus casas o sus lugares de trabajo, hubo una gran mayoría que se acercó especialmente a algún punto de paso del homenajeado. Las calles paralelas estaban repletas de autos, de motos, de camionetas. Los vecinos apelaron a las banderas y a los carteles con algún mensaje para el ídolo, y mandó el celeste y blanco, interrumpido de vez en cuando por alguna insignia rojinegra o de Boca, el club de los amores de Juan Martín. ?El gorro bandera y vincha? sonaba en la voz de los vendedores que, como siempre, vieron la oportunidad del negocio instantáneo. Banderas a 10 pesos, vinchas a 5 y posters a 2, fue la oferta del día.
En Marconi y Moreno lo esperó el colorido y el ritmo de una murga, y los empleados de la bodega de la esquina le alcanzaron una botella gigante de champagne, con una dedicatoria especial en la etiqueta.
La caravana tardó casi una hora desde la rotonda de Espora al centro, una hora donde las bocinas, las sirenas y los gritos de aliento y felicitaciones no cesaron nunca. El paso de Del Potro coincidió con la salida de los chicos de las escuelas, y ellos también pudieron sumarse a la fiesta con sus uniformes.
En Rodríguez y Pinto se produjo uno de los momentos más fuertes de la tarde. Juan Martín se paró y saludó, para que brotara una ovación inolvidable para él. La multitud estaba compuesta por todo tipo de personas, pero los que predominaron fueron los adolescentes, que corrieron cuadras y cuadras detrás del ídolo, con la excitación que suele generar algún conjunto de rock o alguna estrella juvenil de la TV.
En el club Independiente se dio el otro punto alto de la caravana en cuanto a emociones. Allí estaban todos los chicos de la escuela de tenis, que lo esperaron desde bien temprano, y la gente que llegó acompañando la autobomba copó totalmente la avenida Avellaneda. Los parlantes arrancaron con ?Matador?, el tema de los Fabulosos Cadillacs que también se escuchó el Flushing Meadows, tras la consagración. El ?dale campeón? y el ?es para Roger que lo mira por TV? se cantaron más fuerte que nunca, y Juan Martín levantó a la multitud con los brazos en alto y haciendo girar una Bandera argentina por encima de su cabeza.
De allí, al mismo ritmo lento y conmovedor, la caravana tomó Paz y dobló en 25 de Mayo rumbo al punto final del festejo, el palacio municipal. Sobre Belgrano, invadiendo la plaza, la multitud esperó que Delpo saliera al balcón. El ídolo, con su paciencia interminable, se bajó de la autobomba y se entregó a la gente del Municipio, que lo esperaba con el intendente Miguel Lunghi a la cabeza. Juan Martín tuvo tiempo de tener su primer contacto con Marcelo Gómez, su formador, y después del abrazo emocionado de ambos, se preparó para enfrentar a la gente.
Cuando la ovación y sus propios nervios lo dejaron hablar, Delpo dijo: ?Quiero agradecer a todos los que trabajaron para este recibimiento. Venir a mi ciudad tiene el mismo valor o más que ganar un torneo de tenis. En los minutos previos a la final me puse a pensar en lo que sería esto si ganaba. Yo soñaba con ganar el US Open, pero esto nunca lo soñé, nunca creí que podía ser realidad?
Esperó que se calmara el ?Olé, olé, Delpo, Delpo?, y continuó con sus palabras de agradecimiento: ?Gracias por apoyarme. Yo sentía ese apoyo dentro de la cancha. Esto no se paga con nada. Esto se logra con trabajo, con esfuerzo y con humildad, y es gracias a toda la gente de Tandil que cuando estoy acá me hace sentir uno más. Me hubiera gustado tener la copa conmigo para que ustedes la pudieran disfrutar también, pero me la van a mandar dentro de un tiempo y les prometo que cuando la tenga se las voy a traer?.
Y agregó: ?Este recibimiento va a estar siempre a la altura del torneo que gané?.
Después, con su paciencia y su tranquilidad inagotables, enfrentó la conferencia de prensa y atendió hasta la última requisitoria de los medios de todo el país e internacionales que llegaron para cubrir su regreso con gloria.
Volvió el campeón del US Open, y la ciudad se conmovió como nunca.
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