El ojo ajeno
¿Por qué tenemos que mirar el ojo ajeno y compararlo, cuando el propio está más que capacitado?
Recién llegada de un viaje muy positivo por los courts europeos, (España), donde pude observar el trabajo, el compromiso, la capacidad, profesionalismo y buena voluntad de jugadores de las categorías sub 12 y sub 14 a nivel mundial (ingleses, rusos, checos, españoles, griegos, chinos, franceses, belgas) la pregunta es ¿por qué nosotros estamos tan lejos? Y no es una cuestión geográfica, sino una cuestión, cultural y lamentablemente direccional.
Acompañando a una nena sub 12 argentina, que vive desde hace muchos años en Madrid, con una experiencia tremenda desde su corta edad, pude evaluar una situación errónea desde nuestro lugar. De la falta de compromiso como entrenadores, y no por no estar capacitados -hoy el tenis en nuestro país, en nuestra ciudad, es un medio de vida para muchos entrenadores- los padres exigen y ya no se trabaja como antes. No se ve más el profesor que pasa horas bajo el frío o trabajando bajo el sol con la piel seca, con el canasto, con la raqueta, dentro de la cancha, exigiendo o explicando cada golpe. Hoy es recreativo, social, económico, no competitivo, y todo lo que no se hace bien, a la larga se paga. Tenemos un gran nivel de tenis, cualquier cantidad de chicos con raquetas en la mano, muy buenos educadores, ejemplos gloriosos del tenis femenino, como Gabriela Sabatini, o tenis masculino, Guillermo Vilas, un pasado reconocidísimo de la ciudad “cuna del tenis” (Pérez Roldán, Tarabini, Davín, Zabaleta), una actualidad mundial de un jugador de excelencia como Juan Martín Del Potro, otros como Juan “Pico” Mónaco, “Machi” González, pero el nivel mundial es tan competitivo como nunca antes, y afuera el circuito europeo, el mundial, apoyan incondicionalmente a quien gana, todas las federaciones, las asociaciones, los clubes, los municipios, las empresas dan cabida a la “oportunidad” de quien, con sacrificio, profesionalidad y mucho esmero, se lo merece. Más allá de los reconocimientos a los “grandes entrenadores”, quienes hablan con la verdad y se enfrentan a la realidad llegado el momento de dialogar con los padres o de involucrarse con sus jugadores. Acá los ranking son “mentirosos” no siempre quienes están número 1 son los que realmente mejor juegan, el sistema es completamente diferente.
En el mundo entero, nombrás a Juan Martín Del Potro, y desde un negociante a un profesional, se pone de pie y se saca el sombrero. Para mi asombro, u orgullo, el apellido Pérez Roldán es súper respetado en el ambiente, se conoce en todos lados los pasos y trayectoria de la gran “escuela de tenis” y de todos sus jugadores.
He tenido más de un problema por ser “profesional” y “directa” cuando las cosas no se rigen como dice el “reglamento” o a éste lo hacen quienes “cuidan su lugar” y no el lugar del jugador/jugadora como corresponde, o por tener un disciplina de trabajo diferente, ya sea en mi ciudad, en mi escuela y en mi federación, y no así cuando viajé al exterior, porque allá sí lo respetan.
Sé que con estas declaraciones, más de uno se sentirá “ofendido”, pero no es personal hacia nadie, es generacional, para ver si podemos formar jugadores de tenis trabajando en equipo.
Amo lo que hago y me da pena que, con tanto potencial, no haya más entrenadores que se pongan la misma camiseta. Necesitamos referentes, necesitamos trabajadores, necesitamos trabajar en conjunto, no llenar ciertos bolsillos, sino darle realmente importancia a la actividad de un deporte que a nivel mundial educa, enseña, tiene disciplina y a su vez honra a un país con excelencia, pero espero que las cosas cambien en un futuro inmediato, porque me dolió mucho no ver argentinos en el circuito, significa que vamos a tener que trabajar el doble para lograrlo.
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