El tandilense Bernardo Cuadrelli recorre el planeta y asegura que la Argentina es un país de primer mundo
Partió en febrero de 2016 junto a Juan Quargnolo, su amigo. Desde entonces, recorrieron gran parte de Europa, Oceanía y el Sudeste Asiático. Con el futuro incierto, lamentó que a veces viajar se vuelve rutina pero aseguró que está cumpliendo un sueño.
Todo el mundo siente curiosidad por saber qué hay más allá de las fronteras de nuestro país, por conocer otras culturas y nuevas personas. Quizá para trazar diferencias, quizá por el hecho de adquirir nuevas experiencias o tal vez solo se deba al mero espíritu explorador que cada uno lleva dentro.
Recibí las noticias en tu email
No obstante, una cosa es salir de vacaciones por un puñado de días y otra muy distinta es hacerlo como estilo de vida: requiere de una gran decisión y un notable valor dejar la zona de confort para aventurarse a nuevos caminos con rumbos inciertos.
Sin embargo, es una tendencia que está constantemente en alza: cada vez son más las personas (y los tandilenses) que parten hacia diversos destinos alrededor del mundo. En esta ocasión, Bernardo Cuadrelli, un joven oriundo de nuestra ciudad que lleva más tres años recorriendo el planeta junto a Juan Quargnolo, un amigo suyo, dialogó con El Eco de Tandil y contó que siempre tuvo el sueño de soltar todo y apostar por otro estilo de vida, el de un viajero.
-¿Cuándo sentiste la necesidad de viajar?
– Creo que la pasión por viajar no surge de repente, sino que es algo que uno tiene contenido adentro esperando el momento para ser liberado.
En mi caso, el dejar todo y salir a recorrer el mundo fue uno de los sueños que tuve desde chico. De hecho, este viaje en particular lo empezamos a planear hace casi seis años.
-¿Cómo surgió la idea?
– Hablando con mi amigo Juan Quargnolo, le comenté sobre mi anhelo de viajar y resultó ser que él deseaba hacer algo similar.
Por aquel entonces, yo estaba en tercer año de la facultad y ya llevaba un año en mi trabajo. Juan se acababa de recibir en Córdoba y estaba empezando su búsqueda laboral allí.
Un día me llamó y me dijo que había encontrado un pasaje a Roma a un precio bajísimo, creo que alrededor de 600 euros ida y vuelta, pero lo teníamos que comprar sí o sí esa noche. Tardé unos segundos en acertarle al botón de “comprar” por cómo me temblaba la mano… no podía dominar el mouse.
Finalmente, luego de recibirme, el 29 de febrero de 2016 comenzamos este viaje.
-¿Qué países recorrieron?
– Empezamos por Italia sin muchos planes, con el único objetivo de viajar. En nuestro primer año recorrimos 23 países de Europa y Marruecos, en el norte de África.
Luego nos trasladamos a Australia, recorrimos Malasia, Tailandia, Indonesia, Nepal, India y yo estuve también en Rusia, para presenciar el Mundial de Fútbol.
-¿Viajaron siempre ustedes dos solos?
-No. En un pueblo muy lindo de Australia, con muchos viñedos, bosques y playas paradisíacas llamado Margaret River, se sumó un amigo de Tandil, Felipe Montani.
En 2017, mientras ellos dos recorrían el sudeste asiático, yo hice lo propio con mi papá en Nueva Zelanda.
Luego se sumaron Matías Risso, otro amigo de Tandil, Julián González, de Bahía Blanca, y Federico Tellechea, de Quilmes. Y desde hace casi medio año estamos viviendo los seis juntos en Bondi Beach, Australia.
-En lo personal, ¿qué esperabas del viaje?
– La verdad, no sé. No iba en busca de algo en particular; quería recorrer el mundo, conocer nuevos lugares, nuevas culturas, escuchar otros idiomas, vivir nuevas experiencias. Capaz que en el fondo lo que buscaba era un poco de libertad.
-¿Y con qué te encontraste?
– Con muchas cosas, ya llevo bastante tiempo afuera. Si tengo que hacer un balance, podría decir que hay un montón de aspectos positivos, pero también negativos.
Quizá cuando uno sueña con este tipo de experiencias imagina que va a ser todo color de rosas y después te encontrás con que no es del todo así.
-¿Qué es lo más te cuesta o te costó?
-A veces se hace difícil estar solo, lejos de casa, en un país que no conocés y con un idioma que no hablás. Sabés que ante cualquier inconveniente, estás totalmente a la deriva. Millones de veces te preguntás “¿qué hago acá?”, y lo primero que se te viene a la cabeza es la comodidad de tu casa, junto a tu familia y tus amigos.
Además, creo que a medida que fui viajando fui perdiendo la capacidad de asombro. Los monumentos y los paisajes se hacen repetitivos; es como que viajar se te hace costumbre, se convierte en una rutina.
-Pero deben imponerse los gratos momentos, ¿no?
-Obviamente. Me encontré con muchísimas más cosas positivas que negativas…son muchas más las veces que sonreís.
Lo que más me sorprendió y no va a dejar de sorprenderme nunca son las personas que vas encontrando. Me ha pasado muchas veces de estar en un país y que gente con la que ni siquiera comparto un idioma me abre la puerta de su casa.
Después de hacer un balance, puedo decir que si tuviera la posibilidad de volver el tiempo atrás, no me temblaría tanto la mano al hacer ese click para comprar el pasaje de avión.
-¿Y cómo te las arreglaste con el idioma?
– Lo fui aprendiendo. La verdad que no hablaba casi nada cuando empecé a viajar. Había estudiado en la escuela y un poco durante la universidad, pero tenía un nivel demasiado básico. Por suerte Juan hablaba un poco más, así que él era quien charlaba más con la gente y yo intentaba seguir las conversaciones. Pero creo que si te esforzás, la mejor forma de aprender un idioma es practicándolo.
Hoy en día puedo mantener charlas fluidas en otra lengua y hasta a veces me pasa que me encuentro pensando en inglés.
-¿De qué has trabajado?
-De muchas cosas: en un viñedo, lavando platos, de albañil, en una fábrica de helados, en una empresa de decoración navideña, de jardinero, en un campo de morrones y hasta en un hostel en el que mi función era invitar a los huéspedes a que vinieran conmigo de fiesta.
Haber trabajado en industrias tan diferentes me hizo aprender muchas cosas que si seguía con mi vida normal en Argentina, nunca hubiese aprendido.
-¿Qué es lo que más se extraña?
– Obviamente lo que más se extraña son la familia y los amigos, pero también se echan mucho de menos las tradiciones: los mates, los asados, los ‘picaditos’, las salidas… Esas cosas las hacemos acá, pero no es lo mismo.
-¿Pensás volver al país?
– Sí, sin dudarlo. Argentina es el país donde quiero vivir. Me he encontrado con muchísimos lugares con estabilidad económica y seguridad, donde obviamente me gustaría vivir. Pero no dejo de verlos vacíos, como que les falta algo. Y creo que Argentina tiene ese algo.
En cuanto al aspecto de las relaciones sociales, puedo afirmar que el nuestro es un país de primer mundo. Y se ve durante el viaje. A cada sitio al que vas, donde hay argentinos, ves que se forman como unas ‘familias express’, que te facilita la integración.
-¿Qué planes tenés para el futuro?
-En este momento no tengo muy en claro qué hacer. En septiembre se me termina mi segundo y último año de visa de trabajo en Australia. Sería un momento ideal para volver a la Argentina pero, al ser año electoral, me imagino que habrá mucha incertidumbre y no sería fácil instalarme y encontrar un trabajo.
Tengo muchas posibilidades: podría sacar alguna visa de trabajo para otro país como Estados Unidos o Nueva Zelanda; ir a Europa e intentar conseguir una beca para hacer un posgrado o conseguir algún trabajo de temporada; o recorrer países de Medio Oriente y América Latina que aún no visité y me gustaría hacerlo.
No tengo muy claro el panorama, pero lo más probable es que encare para Europa. Todavía tengo algunos meses para decidirlo.