El Tribunal creyó en los menores y condenó a Ramírez por los sucesos en el merendero
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“Los niños tuvieron un discurso franco y abierto, donde los pormenores y contextualizaciones fueron puestos sobre el tapete sin esfuerzos reflexivos, y volcados espontáneamente a medida que fueron siendo preguntados por lo ocurrido (…) su pluralidad, concordancias en circunstancias de tiempo, lugar y demás detalles modales de los acontecimientos, tales como referencias similares sobre el material y su contenido obsceno, no dejan lugar a dudas sobre la responsabilidad criminal del imputado”.
El párrafo se desprende de la extensa sentencia en la que el TOC 1 integrado por los jueces Pablo Galli, Guillermo Arecha y Gustavo Echevarría dio por finalizado el debate en que se ventilaron los sucesos ocurrido en el merendero de Magallanes al 1100, donde siete niños desnudaron las aberrantes costumbres que ahora los jueces condenaron.
Como es uso y costumbre, por secretaría sólo se leyó la parte resolutiva ante un público ávido por escuchar. Todos aquellos padres, vecinos, que antes se unieron por la necesidad común y llevaron en confianza a sus hijos al merendero, y ahora los unía el dolor, la indignación y el grito de justicia para con quien perturbó la vida de los chicos.
Apenas se escuchó el veredicto y la condena para que estallaran en emoción e incluso aplaudieran la resolución judicial, más allá de aquella sensación de que la cantidad de años de prisión no eran lo que querían, como si se pudiera medir en años el merecimiento de una pena por quien hizo lo que hizo.
El sentenciado, Hugo Ramírez, ausente con aviso. Al igual que su mujer Verónica Sánchez, quien fue absuelta y por consejo de la defensa no acudió a la sala, a sabiendas de los ánimos que reinaron a lo largo del juicio y que iban a encontrar algún conducto para expandir la bronca de los papás en su persona.
“Ninguna de las excusas brindadas por el imputado tuvo un mínimo de correlato en los elementos de convicción recabados, las que aún de haber acontecido, igual aparecen como absolutamente inverosímiles para lograr aunar la voluntad de todo el vecindario, al mismo momento e involucrando los padres a sus hijos en la traumatizante situación de hacerlos mentir y exponerlos a las tramitaciones de los pasos a seguir en la sede judicial.— Precisamente los padres creyeron en sus hijos, y éstos al igual que aquellos no tuvieron ninguna animosidad contra Ramírez, por el contrario, perdieron un lugar en el que se agrupaban para realizar tareas deportivas, culturales, etc.”, expresó otro de los párrafos del veredicto.
En síntesis, los jueces creyeron en los chicos, con sus distintas aristas que hacen a los casos puntuales y sus vivencias como relatos. Tal vez allí radique la mayor tranquilidad de ese grupo de padres. La justicia consideró que los chicos no mintieron (ver aparte).
El fallo
El Tribunal dio por acreditada la materialidad de los hechos ilícitos imputados como asimismo la autoría de Hugo Ernesto Ramírez, condenándolo a la pena de seis años de prisión; como autor penalmente responsable de los delitos de “Exhibiciones obscenas agravadas por ser cometidas en presencia de menores de trece años de edad reiteradas, y abuso sexual simple en concurso real”; todos ellos cometidos entre el mes de septiembre de 2012 y hasta el mismo mes de 2013, en perjuicio de los siete menores.
En tanto fue absuelta Lucia Virginia Sánchez por el delito al que arribara al debate, el de “Exhibiciones obscenas agravadas por ser cometidas en presencia de menores de trece años de edad”.
Para el TOC 1, se acreditó que en el domicilio de la calle Magallanes 1177, donde por ese entonces -y desde hacía varios años- funcionaba un merendero barrial, lugar en el que también se desempeñaban actividades deportivas (fútbol y boxeo) y artísticas (música, pintura y dibujo) para recreación y formación de distintos menores de la ciudad, en especial del barrio donde se situaba el inmueble, quien dirigía el lugar, Hugo Ernesto Ramírez, en diversas ocasiones exhibió material de contenido obsceno que poseía en su poder a distintos niños de ambos sexos, todos ellos menores de 13 años, llegando inclusive en dos oportunidades a exhibirle su miembro viril a uno de ellos; en otra ocasión abusó sexualmente de otro de los menores haciéndose tocar el pene, para lo cual el imputado lo sacó a través de la bragueta del pantalón; otra conducta abusiva tuvo Ramírez al tomarle la mano a otro de los niños y llevársela hacia su zona genital, mientras con la otra mano “se iba abriendo el pantalón” a la vez que le decía “cerrá los ojos”, abuso sexual que no logró consumarse por cuanto repentinamente el niño abrió los ojos y retiró de inmediato su mano pegándole al nombrado en la de él y saliendo raudamente del lugar.
El material obsceno exhibido por el imputado consistió en un mazo de cuarenta naipes que en su anverso contenían fotografías de hombres desnudos donde se veían sus genitales; también fotografías de él desnudo donde se visualizaban sus zonas pudendas, las que tenía guardadas en la memoria de su teléfono celular; la exhibición de revistas conteniendo fotografías de hombres y mujeres desnudos y la exposición de imágenes a través del televisor donde también se vieron hombres y mujeres desnudos.
El allanamiento
En la sentencia, los jueces indicaron que el allanamiento en la casa de calle Magallanes dio resultado positivo, procediéndose a la incautación de un mazo de naipes los que también fueron exhibidos en la audiencia, no revistiendo ninguna duda el carácter obsceno al apreciarse en su anverso las figuras de hombres desnudos con sus penes a la vista y en claras poses de contenido lujurioso.
Se aclaró que dentro de los elementos secuestrados en casa de Ramírez no podría ser considerado como material obsceno los comics de superhéroes, y en especial, concretamente el denominado: JSA “El origen de Power Girl”, que uno de los niños señaló como una de las revistas donde vio los pechos de una mujer. Mucho menos aún las otras tres publicaciones secuestradas, entre las que se hallaba una revista “Hola”.
Sin embargo, y tal como se apreciará al escuchar detenidamente los testimonios de la cámara Gesell, no hay ninguna duda de que no eran esas (los cómics) las revistas que les fueran exhibidas por el imputado al resto de los menores. Así lo dijeron varios niños cuando al verlas –durante la declaración- fueron categóricos en afirmar que no se trataban de las que le mostraba Ramírez.
De cara a ello –expresa el veredicto-, cabe afirmar a partir del cuadro probatorio existente, que las revistas con las imágenes obscenas así como las fotografías contenidas en el celular del imputado, fueron convenientemente retiradas del lugar.
En efecto, aun cuando no pueda afirmarse que tal retiro se llevó a cabo mientras acontecía el allanamiento (declaración de José Miguel García) hubo tiempo suficiente para deshacerse de aquéllas, desde el momento en que una de las mamás fue a reclamarle a Ramírez al domicilio sin encontrarlo, pero igualmente exponiendo a Sánchez los motivos de su airada protesta contra aquél.
El celular
En igual sentido, se consideró por parte de Ramírez la entrega voluntaria del celular, claramente distinto del que habitualmente usaba, y en el que tenía guardadas las fotografías que les exhibió al decir de las menores, todas las cuales hicieron mención a un celular marca Motorola y con tapa, color negro. Este comportamiento, respecto a la entrega de otro celular marca Nokia y sin tapa que -como era de suponer- no contenía ningún elemento comprometedor precisamente porque no era el aparato desde el que se mostraban las fotografías a las niñas, fueron también tenido en cuenta como elemento indicador de la autoría, en la medida que siendo el mismo Ramírez el que realizó la entrega, quedó revelada una clara intención de su parte de deshacerse de prueba que lo incriminaba.
Absolución
En cuanto a la absolución de Sánchez, se indicó que como elemento de prueba sólo obra la declaración testimonial de uno de los chicos, quien por su corta edad no pudo realizar un juicio analítico del evento, no hubo un sustento para mantener la acusación, generando una duda profunda e insalvable frente al contraste existente con los restantes elementos de convicción.
La versión del niño ofreció variaciones no sólo respecto de lo que contó a su madre, sino con la exposición que él mismo brindó ante la psicóloga Cantú, en la entrevista personal realizada antes de la cámara Gesell, donde apareció una situación distinta.
“El elemento denominado persistencia en la declaración, indispensable para valorarla en su justa medida aparece endeble, pues si bien en lo central se mantiene, las alternancias en las excusas, las personas presentes, y hasta el lugar, fueron variando”, expresó el fallo que implicó desligar a la mujer de la imputación llevada a juicio.
Elementos de prueba
En otro orden, el Tribunal enumeró una serie de indicios que alimentaron su convicción a la hora de endilgarle la responsabilidad a Ramírez.
Una tuvo que ver con la circunstancia de haberse secuestrado en la casa del imputado material obsceno.
Otra, cuando Ramírez entregó a los funcionarios de la instrucción un celular distinto al que usaba habitualmente.
También se subrayó la circunstancia de haberse fugado, que debe ser apreciada también como elemento indicativo de responsabilidad.
La credibilidad de los niños
Párrafo aparte mereció en la sentencia el concepto para con los menores. “Todos fueron espontáneos, sinceros y convincentes en absoluto. Se expresaron con toda naturalidad y falta de malicia en sus versiones, razones por las cuales he dado pleno crédito a su contendido en este sentido”, se señaló.
A la vez se aclaró que “la credibilidad en modo alguno significa que todos los sucesos relatados tengan relevancia típica. Así por ejemplo, el lenguaje soez empleado por el imputado, los inadecuados relatos de lo que hacía en su intimidad con su pareja o las propuestas lujuriosas dirigidas hacia algunos de los niños, marcan sin duda -sobre todo a la luz de los hechos probados- en algunos casos la intencionalidad de abusar sexualmente por parte de Ramírez, y en otros la de exhibir material con contenido obsceno, pero no necesariamente implican que se haya realizado una conducta típica”.
Asimismo, se añadió que “la buena fe con la que se han pronunciado quedó expuesta también a partir de la dificultad debido a sus cortas edades para mantener un relato falso o inventado, menos aún sugerido o inducido por algún adulto, todo lo cual se advierte al escuchar sus testimonios en la cámara Gesell y también resultó corroborado por los señalamientos personalizados realizados por la licenciada Cantú”.
“No es posible sostener que tal número de niños –se dijo- , y de tan corta edad, hayan planificado un discurso previo y lo hayan sostenido en el tiempo, sin caer en contradicciones. Las pocas modificaciones en los relatos entre lo contado en la entrevista pericial y lo relatado en la cámara Gesell, fueron precisamente más indicativas de la sinceridad que de cualquier preparación previa o influencia de mayores. La psicóloga Cantú habló al respecto de un lenguaje acorde a la edad, donde no se percibía la influencia de adultos, dando como ejemplo los términos “chanchadeces, chanchadas, etc.” en uno de los relatos. U
La obscenidad
En el fallo se analiza el concepto de lo obsceno, señalándose al respecto que podrá ser de manera casi unánime así considerado en algunas circunstancias, y en otras, será variable de acuerdo a las distintas valoraciones que el contexto de tiempo y lugar determinen, de allí que a veces pueda oscurecerse si el intérprete realiza un enfoque personal acorde a sus criterios morales, éticos o religiosos. “Por eso como acertadamente dice Creus, ‘un desnudo puede o no ser obsceno según la actitud con que se lo exhiba o las circunstancias en que se lo haga’” (D’Alessio, Andrés J. “Código Penal Comentado y Anotado, Parte Especial”, T°2, pág.129).
Con sentimientos encontrados, los papás de las víctimas destacaron que “la verdad salió a la luz”
Luego de escuchar la sentencia, los padres de los nenes que denunciaron los hechos en el merendero de Magallanes experimentaron sensaciones encontradas ya que por un lado, algunos de ellos consideraron que eran pocos años de prisión pero todos ellos coincidieron en que lo fundamental fue que “la verdad salió a la luz”.
Una de las mamás expresó que “me pareció bien la sentencia, si bien teníamos la expectativa de ocho, diez años, pero también teníamos el temor de que le dieran la absolución o tres años como había pedido el abogado defensor. Con esto quedó demostrado que los chicos no mentían como quiso mostrar durante todo el juicio la defensa”.
A su vez, confió que la sentencia les da “tranquilidad, si bien el fiscal Morey podría haber pedido un poco más de pena por lo menos los jueces tuvieron en cuenta las cámaras Gesell, la lucha de todos nosotros y sobre todo la verdad de todas las criaturas que salió a la luz”.
No obstante, aseguró que nadie les quitará “esa cruz que llevamos nosotros de ver sufrir a nuestros hijos y las secuelas que les quedan”.
“Fue una lucha muy fea, un juicio horrible, ver que la lacra esta se reía fue terrible. Y yo entiendo que es el trabajo del abogado pero verlo defender de esa manera a un pedófilo haciendo como que los nenes mentían nos dolió muchísimo”, expresó.
La sociedad la condenará
En cuanto a la esposa de Ramírez, aseguró que “yo esperaba que la condenaran aunque sea a tareas comunitarias pero estoy tranquila porque ahora la va a condenar la sociedad”.
“Ella va a tener que salir a la calle y va a estar señalada como la imputada con el marido por las cosas que hacían en el merendero, y como la mujer del pedófilo”, sostuvo.
Otra de las mamás aseguró que esperaban más años de condena pero destacó que “para todos aquellos que pensaban que esta basura era inocente se demostró que era culpable y la condena aunque sea poca está, y los niños dijeron la verdad”.
En tanto, otra de las mamás sostuvo que “son sentimientos encontrados porque si bien seis años son pocos, se demostró que los nenes no mienten, eso es lo principal. Por eso se lo condena”.
Y adelantó que seguramente van a apelar para ver la posibilidad de que le otorguen más años de prisión. “Hace dos años que venimos luchando. Esto deja muchas secuelas en los nenes, más allá de que muchos no lo vean”, concluyó. U
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