Hernán Montenegro, el “Loco” más sensato
Por Fernando Uranga, de esta Redacción
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Los 206 centímetros de Hernán Abel Montenegro se desplazan con calma por los pasillos de Mulen Hotel Tandil. Su espigada figura se traslada a la vereda, sobre la avenida Santamarina, donde la ciudad mezcla la prisa de algunos automovilistas con la serenidad de los que eligen la plaza de los troncos para pasar el rato y refugiarse del sofocante calor en la tarde del viernes.
Son las horas previas a la charla que “El Loco” brindará en el Centro Cultural Universitario, bajo la denominación de “El factor humano en el deporte”. Momento ideal para la entrevista de El Eco de Tandil con esta polifacética figura: basquetbolista de élite, representante de deportistas, partícipe en medios de comunicación y ahora dedicado a compartir experiencias con la gente, con la que mantiene una particular ida y vuelta en cada presentación.
Sólo es cuestión de arrancar el mano a mano y empezar a conocer un poco más a este personaje repleto de conceptos y convicciones.
-¿Cómo surgió la idea de brindar este tipo de charlas?
-Fue hace aproximadamente tres años y medio, cuando yo había dejado de representar jugadores después de cuatro años trabajando con una de las empresas consultoras más grandes del mundo, Adecco, en la parte deportiva.
Estando en Madrid, fui invitado al TEDx, el simposio de ideas más grandes del mundo. Me explicaron que tenía dieciocho minutos para exponer una idea y lo hice, sobre un temario elegido por uno mismo. Ahí arrancó todo esto, me sentí cómodo aunando ideas entre cosas que me llaman la atención y la injerencia que tiene el deporte en cada uno.
Una parte fundamental es escuchar a las personas que vienen a escucharme. Esa reciprocidad es muy importante para mí.
-¿Charlas anteriores te han servido para ir modificando las posteriores?
-Todo el tiempo. Hay cosas que voy modificando en base a lo que voy viviendo con la gente y lo que voy descubriendo. Una cosa es la historia que se vive acá, otra sucede en Rosario, otra en Lima, otra en Santiago de Chile. Nada es lineal en esto del deporte, porque las vivencias y las situaciones son distintas.
-¿Siempre fuiste tan receptivo a escuchar lo que dijeran?
-Soy curioso, siempre lo fui. Jugué al básquetbol por altura, por haber nacido en una ciudad de básquetbol y tener el talento para jugarlo, además de circunstancias que se dieron para eso.
Uno de los temas sobre el que me refiero mucho tiene que ver con los padres, que creen tener un gran talento en casa. Eso me parece ridículo. Cuando era chico, había compañeros que eran hijos de médicos, y no por eso sus padres querían que fueran médicos. O biólogos, o arqueólogos. No había detrás de ellos ese sobrepeso que existe en el deporte.
-¿Esa curiosidad de la que hablabas te llevó a elegir, por ejemplo, países para ir a jugar con la motivación de conocerlos?
-Sí, claro. Hasta los 21 años seguí un hilo conductor, porque para mí era importante llegar a la NBA. Después quise retornar a Europa, porque había estado ahí siendo muy chico y sentía que tenía una cuenta pendiente conmigo. A partir de ahí empecé a viajar por el mundo. Me interesó Medio Oriente, me interesó el Caribe, lugares que quería conocer.
He vivido y he jugado en diecisiete países. Eso me lo dio el deporte y tiene que ver con mi curiosidad. Tal vez para otro será más cómodo quedarse en un mismo lugar quince años. Pero yo necesito cambios, tengo esa avidez.
-¿Qué cosas resignaste por eso?
-Tengo 50 años, si hago un análisis te puedo decir “sí, resigné estas cosas”. Pero detesto el “hubiera”. Lo hiciste o no lo hiciste, pasó o no pasó. Las decisiones que tomé, fueron porque las sentí. Ya está, dentro de mí no tengo nada más que hablar.
Es como la gente que proyecta, a mí me parece una pérdida de tiempo. La vida se modifica todos los días, las personas que te rodean también.
-¿Qué seguís en tu vida? Por ejemplo, ¿ves básquetbol?
-No sigo mucho el deporte en ese sentido. Estuve muchos años, primero jugando y después representando a futbolistas y basquetbolistas. Me harté de ver partidos.
Hago foco en otra cosa. Y con la mirada que intento tener, sobre el individuo y el ser humano, tengo que salir del resultado y de mirar para corregir.
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