La Facultad de Ingeniería, al rescate del templo Nuestra Señora del Rosario de María Ignacia
Ante los graves problemas edilicios, la comunidad velense había empezado a asumir que la iglesia, emblema y patrimonio del pueblo, debía tener un final drástico. Ingeniería realizó un diagnóstico para buscar una alternativa a la demolición. Ya hay respuestas para conservar la parroquia Nuestra Señora del Rosario.
Los fieles deben ubicarse todos juntos en uno de los costados del templo. Nadie quiere arriesgarse a que un trozo de techo se le caiga en la cabeza durante la misa. El problema se agranda en las comuniones, cuando la iglesia se llena de gente. Esto pasa en la parroquia Nuestra Señora del Rosario, de la localidad de María Ignacia, Vela.
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La estructura de la iglesia está dañada. Tiene síntomas evidentes de una construcción enferma. Los materiales usados hace cincuenta años, la humedad, la corrosión y el escaso mantenimiento hicieron su trabajo. Grietas, mampostería suelta, filtraciones. La comunidad de María Ignacia había empezado a asumir que la iglesia, emblema y patrimonio del pueblo, debía tener un final drástico. Que la construcción estaba demasiado vieja e insegura, y que lo mejor era demolerla.
Pero esa triste expectativa estuvo latente hasta que intervino la Facultad de Ingeniería de Olavarría.
A examen
El año pasado se firmó un convenio entre la unidad académica de la Unicen, y la presidenta de la Casa del Niño y Jardín Maternal “Rayito de Sol”, Graciela Bascougnet. Se encomendaba allí realizar un estudio y diagnósticos estructurales en la parroquia, para resolver si había un camino alternativo a la demolición.
Días atrás las autoridades de la Facultad de Ingeniería entregaron el informe, que muestra diferentes alternativas que extenderían la vida del edificio por varios años más. El minucioso trabajo científico de la facultad fue un alivio para los velenses. Lo que hasta hace poco parecía un rumbo dramático para el templo del pueblo, ahora tiene un estímulo vigoroso para salvar una parte esencial de su patrimonio.
El estudio
Los expertos de Ingeniería, junto con estudiantes, debieron llegar hasta el alma de la estructura para determinar su real estado. Tuvieron que descubrir secciones del acero de las armaduras, identificar fisuras, evaluar ingresos de humedad. Al analizar el hormigón, determinaron que la estructura fue construida posiblemente por dos cuadrillas de obreros en simultáneo, ya que la composición del material en lados opuestos es distinta, y por lo tanto presenta diferencias en las alteraciones.
El deterioro de los materiales y la acción de la humedad provocaron que las armaduras de acero sufrieran un proceso de corrosión muy evidente, pero que aún así no ponía en riesgo la estabilidad de la estructura. Los ingenieros realizaron, además, estudios sobre la resistencia de los materiales, con varios análisis sobre los esfuerzos a los que están sometidos, que incluyeron la simulación de un túnel de viento a partir de un software específico, todo de acuerdo al Reglamento Argentino para la Construcción.
Las conclusiones
Con todo, en el mismo estudio se incorporaron recomendaciones para efectuar las reparaciones indispensables. Entre ellas se marcó la necesidad de impermeabilizar la cúpula en el exterior, para evitar el ingreso de agua; limpiar el acero expuesto y recubrirlo con inhibidores de corrosión; restaurar los materiales dañados; así como inspeccionar si aparecen nuevos signos de deterioros.
Asimismo, la Facultad ofreció su apoyo para gestionar posibles alternativas de financiamiento, para opciones viables de implementación de los trabajos, y la supervisión del material con que se realicen las reparaciones.
Afortunadamente, la ciencia generada en una institución educativa pública volvió a ponerse al servicio de su entorno y de las personas que la sostienen.
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