La historia los hace grandes, la camiseta los agiganta
Por Eduardo Aldasoro
Recibí las noticias en tu email
La selección argentina de básquetbol se clasificó para los Juegos Olímpicos de Brasil 2016, resignando el título del Preolímpico ante Venezuela por 76-71. Dos integrantes de la generación dorada: Luis Scola y Andrés Nocioni y la renovación joven lograron lo que parecía imposible.
El conjunto albiceleste logró ocho victorias y sufrió dos reveses, obtuvo su noveno podio continental consecutivo (empezó la serie en Puerto Rico 1999). Ya el recambio parece preludiar la continuidad en un alto nivel de la región. Ahora, el desafío es el ámbito mundial. Y los elitistas Juegos Olímpicos, que reunirán doce seleccionados serán una excelente plataforma de desarrollo en ese sentido.
A Argentina le quedó una mueca de disgusto en su último partido de un torneo que, sin embargo, le dejó una sensación general excelente. La de obtener la difícil clasificación con apenas un par de piezas de la generación dorada. Sergio Hernández, técnico de la selección, manifestó: “Hay material, pero no podemos poner presión y denominar a este grupo como la nueva generación dorada”.
Facundo Campazzo, base argentino, manifestó: “Este logro está en un pedestal. Pasamos sobre muchas piedras. El reemplazo empezó hace años, ‘Chapu’ (Nocioni) y Luis (Scola) fueron nuestros líderes, junto a Sergio Hernández. Se ganaron partidos importantes y en otros se mostró una irregularidad que debemos solucionar”.
Basta recordar aquel primer Mundial, en 1950, ganado por Argentina ante Estados Unidos con aquellos nombres inolvidables: Furlong, Visu, Contarbio, Pérez Varela y Monza, entre otros, de la mano de Canavesi. Y la generación dorada con Ginóbili, Nocioni, Scola, Oberto, Prigioni y Delfino, entre otros, guiados por Magnano. Ese espíritu amateur ganado a través de muchas batallas es lo que hace que al básquetbol un deporte excepcional en este país.
Argentina está donde está porque los pibes dieron el salto, pero están en un barco cuyo capitán y primer oficial conducen como pocos. Son esos referentes que más temprano que tarde abandonarán el navío, pero que dejarán su sello en la sangre del resto de la tripulación.
Este contenido no está abierto a comentarios