La lluvia pasa, las consecuencias quedan
Muchas son las cuestiones que parecen ser irrelevantes, sobre todo, si las comparamos con algunas problemáticas que hoy por hoy tienen en vilo a la sociedad en su conjunto, como la economía y su (nuestro) rumbo incierto o la inseguridad, pero que, sin embargo, si se hila finito no lo son tanto si de la calidad de nuestra vida diaria se trata.
Pequeños detalles, pavadas, cosas sin importancia, pero que en determinadas circunstancias salen a la luz. Y ayer, para que una de esas circunstancias fuera bien contundente, el cielo literalmente se abrió y dejó al desnudo y pasados por agua a todos los tandilenses que, por esas horas, fueron sorprendidos en medio de la ola. Tanto a pie como en auto, a cada cual le tocó lo suyo y aún hoy lo está padeciendo ya sea en el centro o más afuera, donde las galochas no dieron abasto y los paraguas fueron casi inútiles y más bien molestos (una cosa más para llevar), porque el agua salía por todos lados, de arriba, de abajo y de los costados.
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Callecitas serranas
Todos sabemos que si bien los planes de repavimentación están en marcha, son muchas las calles de los distintos barrios que con dos gotas se tornan complicadas, por lo que con semejante aguacero se transforman en ideales para el rally París-Dakar o más bien, Movediza-El Tropezón.
Los que ya se venían quejando deberán redoblar sus esfuerzos y empezar todo de nuevo, eso en las tierras con calles y en las otras, en la de los baches con asfalto, un verdadero calvario para todos. Autos, motos, bicis y peatones.
A pesar de amainar la lluvia, el agua se queda acumulada y se resiste a dejar los pozos, los cubre, los camufla y ¡paf!, rueda o pata, adentro, y allí rápidamente, comienzan los recuerdos para los familiares de aquellos que, de una manera u otra, deberían haberse ocupado de que ese agujero no estuviera allí.
Y cuando decimos que el agua viene de todos lados es simplemente porque, además, en la jungla urbana también habitan los que la recorren en auto y sin pensar en el otro, pasan a gran velocidad salpicándolo todo y cuando decimos todo, es todo. Esa es la del costado, la de arriba, ya sabemos, y la de abajo, no es difícil de imaginar.
Veredas con spray
Las veredas rotas, baldosas flojas, que aún días después del fenómeno meteorológico (la lluvia, ¡bah!) siguen provocando inconvenientes y grandes malestares entre los sufridos caminantes del centro tandilense (y un poquito más afuera también, sobre todo).
Y esto es consecuencia, claro, del incumplimiento de los vecinos frentistas de la ciudad que hacen caso omiso a las ordenanzas vigentes y, una vez más, del incumplimiento de los deberes de los gobiernos de turno que nada hacen para exigir el respeto por las reglas vigentes o, al menos, no son eficientes dados los resultados que están a la vista y en lo del tintorero, en la mayoría de los casos.
Y todavía hay más. Si a todo esto, teniendo en cuenta el nudo que suele ser el tránsito en la zona céntrica ya no sólo en las horas pico sino durante casi toda la jornada de actividad comercial, le agregamos que algunos suelen ponerse más impacientes bajo el agua, ya sea conduciendo como cruzando las calles, saltando charcos y tratando de no mojarse, objetivo generalmente apuntado en vano, la cosa en Tandil se pone difícil, igual que los humores.
Así las cosas, sólo nos queda armarnos de paciencia, a la espera de que algunas de estas cuestiones lleguen a los oídos de quienes deben llegar. A los que tienen deberes para cumplir y también a aquellos que a veces pasan algo desaprensivos y olvidan que la suma de esos pequeños detalles conspiran contra la calidad de vida de cada uno de nosotros. *
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