La mirada tandilense de las elecciones en Estados Unidos
(Exclusivo, desde Washington DC)
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La elección reciente en Estados Unidos quedará en el recuerdo de buena parte del mundo. Y posiblemente podría ser una bisagra en lo estrictamente político.
Por vez primera llegó a la presidencia un individuo cuyas peculiaridades lo hicieron más famoso de lo que ya era por su fortuna y por sus hoteles.
Con 70 años, Donald Trump se transformó en el mandatario número 45 de la primera potencia mundial tras la elección que convocó a más votantes en la historia. Es, además, el primero que llega al sillón más codiciado sin ningún antecedente político. Su irrupción hizo despertar a la gente y reaccionar a propios y ajenos.
En lo que respecta específicamente al acto eleccionario, el mismo se desarrolló entre las 6 y las 19, aunque sabido es que 45 días antes de la elección muchos pudieron sufragar enviando sus votos a través del correo o concurriendo a sitios ya estipulados. El mayor caudal de votantes se registró en la primera hora. Antes de las 7 de la mañana, había votado el 20 %, algo inimaginable para nuestras costumbres. Fue el único momento en el que hubo que hacer cola para votar.
No hay cuarto oscuro -se vota en sitios amplios tipo gimnasios, ante la presencia de otras personas-, los presos no pueden hacerlo, no hay boletas impresas (sí las hay, pero deben completarse de manera manuscrita, incluyen un plebiscito sobre dos temas que varían según cada distrito, y después se escanean), no existe la veda electoral -en la misma puerta de los lugares de votación hay gente de uno y otro partido efectuando la última sugerencia e intentando convencer al votante minutos antes de su sufragio.
En Argentina al que votan le dan un comprobante. En Estados Unidos, nada.
Aunque muchos creen que solo existen dos partidos, en realidad hubo otras tres opciones: Partido Libertario, Verde e Independiente.
Quienes trabajan en las mesas, al revés que en nuestro país, no lo hacen de manera obligatoria sino voluntaria. Se ofrecen muchos y solo algunos, al azar, son convocados. Perciben como única paga 100 dólares.
Se puede votar con pasaporte, carnet de conducir, seguro social, permiso de portación de armas, etc. Y también sin identificación alguna. Solo se les toma una foto y sin más, depositan su voto. ¿Puede otro votar utilizando o usufructuando la misma identidad? Sí. Pero no lo hace nadie, porque la multa es grande y además, no se puede evitar la cárcel.
Como en Argentina
Tal como ocurriera en el año 1989 en la Argentina, cuando Carlos Menem llegó a la presidencia, todo lleva a pensar que en realidad tuvo enorme peso el voto vergonzante. Mientras la mayoría de las encuestas otorgaba predominio demócrata, el resultado exhibió lo contrario.
Trump tranquilamente podría señalar lo mismo que el riojano en aquel momento: “La mayoría dijo que no me iba a votar, y sin embargo lo hicieron. Acá me ven. Soy el presidente”.
Y llegó a ese sitio de privilegio gastando menos de la mitad que Hillary Clinton, catapultado por su fama, su excentricidad y por el conocimiento (bueno o malo) que de su imagen tenía el pueblo por ver su programa en televisión. Y ayudado por una mala estrategia de la candidata demócrata que atacó quizás lo que no debía y que no supo llegar al corazón del estadounidense medio.
Todos suponían, por otra parte, que La Florida le daría la espalda, pero pocos tuvieron en cuenta que además de los que llegaron allí para trabajar, habitan los “locales”, que tal vez vieron por fin una oportunidad de ordenar todo y fueron quienes inclinaron la balanza y votaron a Trump.
Millones en publicidad
El gasto publicitario que insumió esta elección fue de 7 mil millones de dólares. Una fortuna que cuesta dimensionar. Sin embargo, pocos saben que en Estados Unidos para Halloween entre fiestas, disfraces y golosinas, se gastó este año la friolera de 8 mil millones.
Volviendo a la elección, es bueno señalar que en el país del norte hay un control y una fiscalización tan especiales como severas. El máximo que una persona puede aportar son 2.700 dólares por elección (primarias y generales) y para garantizar transparencia absoluta, aquel que aporte 200 dólares o más, debe presentar una declaración jurada con todos sus datos personales.
Alrededor de 200 personas aportaron más de un millón de dólares en la campaña.
El mayor donante este año fue un multimillonario demócrata que aportó 66 millones de dólares, preocupado por lograr una solución a todo lo que afecta los cambios climáticos.
Habría que ver si semejante donación no cae ahora en saco roto.
Transparencia
Las corporaciones, los bancos, los contratistas del gobierno, los sindicatos y los extranjeros no pueden efectuar aporte alguno a los candidatos. Tampoco se aceptan donaciones en efectivo.
Los candidatos, sin embargo, prefieren aportes mínimos. Están convencidos de que quienes donan apenas un dólar, son los que están convencidos con el proyecto, se identifican con él, participan y entusiasman a otros.
Todos saben en Estados Unidos que la transparencia es fundamental. Si alguien duda, presenta su demanda en la Comisión Fiscalizadora y una falta grave es pagada con cárcel.
El tribunal que decide (Federal Election Commission) cuenta con seis comisionados, de los cuales solo tres como máximo pueden pertenecer a un mismo partido. Son designados por el presidente de la Nación y refrendados por el Senado.
Otro dato importante a señalar es la prohibición absoluta que en el país del norte tienen los gobernantes para hacer campaña con fondos públicos.
“Nadie pudo prohibirle a Obama instar a votar por los demócratas porque él también preside el Partido Demócrata. Lo que nunca puede hacer es mencionar al candidato”, nos decían in situ. Como también que ni al actual presidente ni a los anteriores, ni seguramente a los futuros, se le ocurriría usar recursos del gobierno. Como líder del partido el presidente puede hacer campaña, pero nadie que esté trabajando para su gobierno puede trabajar en la campaña de quien se postula.
Argentinos presentes
Para esta elección hubo literalmente una invasión de políticos argentinos. Bastaba caminar por las calles, especialmente las del tradicional Georgetown, para encontrar sindicalistas, diputados, senadores, gobernadores, intendentes…
Hasta ellos mismos se “cargaban”. “Nadie gobierna en Argentina. Estamos todos acá”.
Los que llevaron la peor parte, sin embargo, fueron Graciela Caamaño y Mario Negri, quienes se tomaron fotos -como muchos otros- simulando votar en las mesas especialmente designadas a tal efecto. Esas imágenes se viralizaron y arreciaron las críticas hacia ambos. Encima, tuvieron el escaso tacto de no recordar que los legisladores argentinos habían estado en el ojo de la tormenta a raíz de los desmedidos aumentos propuestos en sus dietas.
Gran número de invitados asistió el mismo día de la elección a la embajada argentina en Washington, ágape ofrecido a las 18.30 por el actual embajador Martín Lousteau y por su esposa, la actriz Carla Peterson (solicitada como nadie a la hora de las fotografías).
Los presentes degustaron un menú por demás austero y autóctono: choripanes y vino.
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