Necrológicas
V MIGUEL ANTONIO CALLEJO
El pasado 6 de septiembre, a los 84 años, se produjo su deceso.
Su esposa, hijos, nietos y nueras lo recuerdan de la siguiente manera:
“Querido viejo:
Naciste el 13 de abril de 1931 en Tandil. Formaste junto a Emilia Eyach una familia. Dando fruto a ese amor nacieron Sergio y José. Unidos a Mirta y Claudia llegaron sus nietos Facundo, Octavio y Milagros.
En tu juventud fuiste empleado de Coppa y Chego. Luego te desempeñaste en Metalúrgica Tandil hasta tu tan ansiada jubilación, mientras te desempeñaste como cobrador del diario El Eco durante largo tiempo.
En tu juventud jugaste en el club Talleres y también te desempeñaste en pelota a paleta en el club Hípico.
Estamos orgullosos de tus enseñanzas de vida. Fuiste honesto y –por sobre todas las cosas- muy buena persona. Aplicamos todos tus consejos, los cuales nos sirven para transitar la vida.
Se te extrañará mucho en la escuelita (el club) donde pasabas tardes jugando a las cartas.
Tu ausencia deja un vacío muy grande, pero nos queda el consuelo de saber que disfrutaste hasta el último día de tu vida.
Vivirás eternamente en nuestros corazones. Tu esposa, hijos, nietos y nueras.
Hasta siempre Callejito querido!”.
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V MARIA CRISTINA MONTENEGRO
El pasado 30 de agosto se apagó la vida de María Cristina Montenegro.
Había nacido en San Juan en 1948 y –junto a su madre y sus dos hermanas- se asentó en Tandil.
Hizo sus estudios primarios en la Escuela 11 y el secundario en la Escuela Normal.
Posteriormente estudió enfermería en la Cruz Roja y finalmente hizo la licenciatura en la Universidad Nacional de Mar del Plata.
Su carrera profesional la llevó a hacer infinidad de cursos y esa experiencia la volcó a través de la docencia.
Amó a su profesión y en ese ámbito se destacó por sus conocimientos.
Lamentablemente debió luchar contra una enfermedad que no dio tregua y su organismo se fue deteriorando, hasta su desenlace.
Su vida fue fructífera en conocimientos, teniendo por delante aún mucho por dar.
Vive y vivirá en la memoria de todos los que la trataron y supieron de su don de ser.
Su esposo, hijas, nietos e hijo político agradecen las muestras de afecto recibidas.
V ADOLFO ALBERTO CONFALONIERI
A horas de cumplir 92 años, el pasado 30 de agosto se produjo el deceso de Adolfo Alberto Confalonieri, un querido productor agropecuario de la zona del paraje El Gallo.
Desde muy joven se dedicó a la agricultura y a la ganadería, junto a sus dos hermanos, siguiendo las enseñanzas transmitidas por su padre.
En cuanto a su grupo familiar, se destacaba el lugar que ocupaba en su vida su esposa Francisca Moreno, quien hoy deberá superar su ausencia.
Ese amor matrimonial dio sus frutos en su única hija, Mirta, quien junto a su yerno -José Angel Vidal- le dieron a su nieta María del Carmen.
Adolfo Alberto Confalonieri era un hombre de trabajo, apasionado tanto por la producción ganadera como por la agricultura y el mantenimiento de la maquinaria agrícola.
Es que junto a sus dos hermanos se dedicó más de medio siglo a generar granos y ganado, por lo que era muy habitual verlo en los remates de hacienda que se realizan en el predio ferial local.
La alegría era otra característica en la vida de este hombre que supo también de broncas pasajeras, pero su forma de ser hacía que a los pocos minutos fueran superadas y que no quedaran rencores.
Vivió hasta hace cerca de una década en su campo, en tanto que en Tandil residía en Gaucho Rivero al 300.
Colaborador y predispuesto, integró la cooperadora de la Escuela 41 de su querido paraje El Gallo, llegando a ocupar la tesorería de la entidad de bien público.
Hoy, a poco de su partida, su familia lo recuerda con el cariño, el respeto y la admiración que saben ganarse quienes han hecho de su vida un ejemplo de tenacidad y hombría de bien.
V SIMON OMAR MIRANOVICH
Simón “El Viejo” Omar Miranovich había nacido en 1930 y ante su reciente deceso su hermano Pedro y familia lo recuerdan de la siguiente manera:
“‘Yo tenía un hermano, a pesar de todo, era un buen hermano…’
Integrante de una familia de inmigrantes, yugoslavo e italiana, uno de sus nueve hijos. Fue esposo por 63 años, padre de dos varones, abuelo de seis nietos y bisabuelo de cuatro niñas. Fue un buen cuñado y tío de nueve sobrinos.
De joven, fue empleado en Maridur como carnicero, en el viejo centro tandilense.
Tuvo reparto de carne en Cerro Leones en los años 50, donde todo era campo y las calles de tierra. Día tras día salía con su carro tirado a caballo cargado de pedidos.
Así fue hasta que comenzó trabajar en el frigorífico de Menéndez.
Con los años, pasó a ser ferroviario, y trabajó reparando las vías.
Una vez radicado con su familia en Villa Italia, armó en su esquina -Dufau y Lavalle- su almacén.
Por 23 años, de madrugada, su bicicleta lo acompañó hasta su trabajo. En ese entonces, era operador metalúrgico en Ronicevi, en el sector de fundiciones.
Su pasión era leer. La historia lo atrapaba, disfrutaba del boxeo, de mirar el fútbol los domingos y seguir a su equipo favorito, San Lorenzo.
Pero más que todo, con su radio amiga, como admirador de Gardel, se le escuchaba cantar esos viejos tangos.
Su hobby era pescar con los amigos y compañeros, compartir madrugadas de frío esperando el pique. Aún recuerdo pasarte a buscar en el Falcon y salir en busca de ese pejerrey que nos hiciera sentir afortunados. Acompañar ese día con un buen vino tinto y solía sentarse a decir: ‘Te acordás hermano, qué tiempos aquellos…?’
Hermano querido: para ti nuestra admiración y respeto”.
V OLGA NOEMI VALBUENA DE STUPINO
Olga, o Chicha como la conocían muchos, dejó de estar físicamente el 23 de agosto.“Era buena hija, compañera esposa de Alberto, gran madre y suegra, inmensa abuela, bisabuela presente y cariñosa, vecina, amiga, tía y hermana. Una gran mujer”, de acuerdo a la definición de su familia.
“Tu honestidad, fortaleza y seguridad dejaron en todos los que tuvieron la dicha de conocerte un profundo dolor por tu partida. Te vamos a extrañar pero guardamos hermosos recuerdos de los años vividos juntos. Siempre estarás en nuestro corazón”, escribieron.
V ERNESTO RAMON PESENTE
El pasado 25 de agosto se produjo el deceso de Ernesto Ramón Pesente, conocido también como “El Loco Ramón”.
Había nacido el 10 de noviembre de 1944, por lo que contaba con 70 años de vida.
“Hace dos semanas que te nos fuiste pero todavía sentimos que estás entre nosotros. Nos dejaste muchos recuerdos buenos y malos. Algunos que nos hacían enojar: cuando hacías lechones en la vereda, todos nos enojábamos, porque lo hacías para llamar la atención; cuando le dabas cosas a personas que después no se acordaban de vos. Eras bueno con personas que no se lo merecían, pero vos eras así.
Recorriste todo Tandil en el carro para que a tu familia no le falte nada.
Nos acordamos cuando tocabas el acordeón y la guitarra, mientras cantabas. No tocabas muy bien, pero lo intentabas. Cuando llegabas con el carro, todos los perros te saltaban contentos.
Todavía no caemos que te ha hayas ido, porque todo fue muy rápido y nos cuesta creer que no vas a estar más.
Siempre te vamos a querer. Tus hijos María, Juan, Claudio, Claudia, Patricio, Stephanie y tu mujer, María Luisa”.
“Hace 30 años que nos conocimos y formamos una familia con seis hermosos hijos y dos nietos, Ariana y Alan, junto a tu hija política Carola. Fuiste una persona muy importante para mí, ya que me criaste y fuiste marido, padre y compañero”, escribió su esposa.
“Que en paz descanses. Te recordaremos por siempre. Tus hermanos Rubén, Alicia y María; tus sobrinos, sobrinas, primos, primas, conocidos y amigos.
“’Las viejas no van a parir otro como yo’ decías. Chau Pá!”.
V JUAN OSCAR AGUILAR
El pasado 14 de agosto, a un día de cumplir 71 años falleció Juan Oscar Aguilar, considerado por sus allegados como “un gladiador, hasta su ultimo día”.
Trabajó la mayor parte de su vida de plomero/gasista, al finalizar su labor como taxista en la parada de Terminal de Ómnibus Tandil.
A casi un mes de su partida, su esposa Ester Antonia Ansa, sus hijos María Paula y Esteban, sus nietos Francisco, Cándida, Donata y Milo, sus hijos de corazón Mariángeles y Sebastián, familiares y amigos lo recuerdan de la siguiente manera:
“Padre maravilloso, hombre bueno, infatigable luchador. Lloramos cuando te fuiste de este mundo, lloramos cuando nos dejaste, y seguimos llorando recordando tu caminar cansino y tus ojos cristalinos expresando tu amor. Y si lo hacemos creemos que algún día estaremos junto a ti, podremos abrazarte y después brindaremos el encuentro en la aromática copa de un vino tinto.
Te recordaremos gigante, fuerte de amor, tan generoso, amando a tu esposa e hijos. Te recordaremos con la imagen del hombre bueno que después de un sinfín de bellas jornadas de trabajo, llegaba a su casa, como el héroe que aún eres.
Te recordaremos siempre joven para hacer y planear, aunque sabías que el cuerpo cada vez acompañaba menos el ímpetu vigoroso de tu alma.
Tu nunca dejaste de vivir, en su más amplio significado. Gracias, por tu amor, por tu generosidad, gracias por enseñarnos a disfrutar la vida.
Sea nuestra gratitud como un viento que impulse tus alas y te lleve al lugar esperado y soñado.
Solo las personas que se olvidan, mueren. Tu recuerdo vivirá por siempre en nuestras vidas y será transmitida de generación en generación.
No hay palabras que puedan explicar la manera en la que te extrañamos, pero sabemos que no es un adiós, es un hasta luego”.
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