Necrológicas
ROBERTO GOROSITO
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El pasado 9 de febrero falleció Roberto Osvaldo Gorosito (Dadi), a los 77 años de edad. Dadi nació en Tandil el 11 de marzo de 1939, hijo de Alejandro y Aurora.
Dos cuadras apenas de la calle General Roca fueron testigo de toda su vida. En ellas nació, creció y formó su familia junto a Graciela. En esas dos cuadras vivió con su familia, padres y hermanos y luego se casó y tuvo allí a sus tres hijos: Hernán, Alejandro y Nicolás.
Desde allí creó todo tipo de vínculos que lo acompañarían a lo largo de toda su vida. Con vecinos, quienes siempre recurrían a él para cualquier arreglo o problema. Amiguero por naturaleza su familia y amigos iban siempre a la casa de Roca a matear o a comer su tan rico “asadito”.
Trabajó durante toda su vida en Luz y Fuerza. Apasionado de los deportes, en especial del fútbol, llegó incluso a jugar en Primera y cuando “colgó los botines” pasó de ser jugador a fiel seguidor de su hijo menor, Nicolás, acompañándolo en cada partido con Graciela y viajando a cada lugar donde jugase.
Solidario y siempre con un chiste que decir ganó en el desarrollo de toda vida hermosos momentos llenos de alegría, risas y buenas compañías. Divertido (muy), ocurrente y nunca perezoso para reunirse. Compañero. Presente en todo momento.
Un día, le tocó irse… dejando un hermoso recuerdo en todos aquellos que lo trataron. Imposible no recordarlo con una sonrisa.
Quienes lo conocieron coinciden en dos cosas: la primera, se fue un gran tipo; la segunda, con él se fue el humor del barrio.
Dadi…
Qué decir de vos, que fuiste sin dudas el mejor papá Dadi, el mejor marido y nos tocaste a nosotros: Hernán, Alejandro, Nicolás y a Mamá. Que nunca nos faltó nada a ninguno, por ahí te faltaba a vos, pero a nosotros nunca nada. Que diste todo por los que querías, familiares, amigos y vecinos y nunca pedías nada a cambio. Ni hablar del sentido del humor, verte serio o enojado era muy raro, pero que no te hicieran enojar, jajajajaaja. Qué decir de tu disposición para juntarte a comer un asado (que costillares hacías y qué triste ahora nunca más uno de esos).
Siempre con el quincho listo para todo el mundo brindándote a full… pero que no tocaran la parrilla. Siempre tratando de tener la familia unida, cosa que lograste hasta los últimos días, con el acompañamiento de todos tus familiares y amigos y esa enorme compañera inseparable que fue mamá. Amigos de afuera, que no te abandonaron nunca y que te acompañaron hasta el día de tu partida.
Ese día feo, pero que a la vez fue lindo y conmovedor. Ver semejante cantidad de gente, eso nos llenó de orgullo y nos emocionó y es el mejor resumen de toda tu vida: compañía-amistad.
Si fueron por acompañarnos a nosotros es por cómo nos formaste y nos criaste vos papá, el que te fue a despedir, fue porque fuiste un grande (como nos decían nuestros amigos) no faltó nadie, ver amigos de la infancia, amigos de la vida, compañeros de trabajo, gente del fútbol, vecinos y familiares. Ver tanta gente, insisto, fue conmovedor y nos sentimos muy orgullosos de vos.
Ojalá nosotros te hayamos podido dar todo lo que vos nos diste. Al fin de cuentas en eso se resume todo, agradecer.
Seguramente estarás con tu papá, tu mamá, familiares y amigos a los cuales los estarás haciendo morir de risa y nosotros acá recordándote todos los días de la mejor manera; añorando los hermosos momentos que por suerte fueron muchísimos.
Tus 52 años al lado de mamá son la mejor lección de qué significa querer y acompañar. Por la “vieja”, por nosotros y por todos los familiares y amigos que cruzaste a lo largo de la vida. Gracias. Siempre vas a estar en nuestro corazón.
Hernán, Ale y Nico.
SUSANA GRACIELA SAYAR
Días atrás se produjo la partida de este mundo terrenal de Susana Graciela Sayar con tan solo 61 años de edad. Nació el 3 de enero de 1956 en Miranda, partido de Rauch, y transcurrió su juventud rodeada del afecto de su abuela quien estuvo permanentemente a su lado en la crianza, estableciendo lazos muy fuertes de amor.
Tiempo después contrajo matrimonio con Jorge Luis Pendás con quien tuvo dos hijas: Natalia y Valeria, llegando dos hermosas nietas Jazmín y Martina que disfrutó y llenó de cariño.
Susana trabajó alrededor de diez años al lado de Tita Brivio, como secretaria, a la que quería como si fuera su madre. El fallecimiento de la reconocida Tita provocó que se vinculara a trabajar de lleno como colaboradora del Centro de Salud Mental de Tandil, siendo miembro de la comisión directiva y desempeñando funciones hasta los últimos días.
Mamá gracias por todo el amor que nos diste, por todo lo que hiciste por nosotros. Ahora descansa en paz, viviendo eternamente en nuestros corazones. Te amamos.
ELSA NOEMI MENDEZ DE IBAÑEZ
Elsa nació en Lobería, transcurrió gran parte de su vida en la zona rural en San Manuel, Fulton y Paraje El Gallo. El campo y ser ama de casa eran lugares y tareas que amaba y valoraba.
De muy joven formó su propia familia junto a Antonio Ibáñez siendo padres responsables de sus dos hijos Mabel y Raúl. Se sumaron Alberto e Hilda a la familia, teniendo la dicha de disfrutar de tres nietos Andrés, Santiago y María con quienes compartía muchos momentos de su vida.
Sus nietos políticos Carlos y Florencia ampliaron la familia, sus hermanos Juan y Porota, su hermana política Nata sienten también su ausencia.
“Fuiste una persona especial, esperanzada y valiente, con fuerza para luchar contra las dificultades y superarlas y sobre todo con un inmenso caudal de amor para con tus hijos, hijos políticos, tus adorados nietos, y esas amigas de la vida que supiste conquistar. El gusto por las plantas, la cocina, las manualidades y la pintura fueron ocupando distintos momentos de tu vida. Hoy la familia te dice hasta siempre”.
Y agradece por este medio a todos los familiares, vecinos y amigos que en este momento doloroso siempre acompañaron.
EDUARDO A. ZUBIETA (EL VASCO)
Falleció el 7 de febrero a la edad de 68 años, tras luchar contra una larga enfermedad, habiendo nacido el 5 de septiembre de 1948. Trabajó en la Municipalidad como chofer de Obras Públicas, luego estuvo con el arquitecto La Falce arreglando escuelas. Ronicevi lo tuvo también de empleado en los hornos y zarandas, hasta que en el año 1978 ingresó como cocinero en la VI Brigada Aérea hasta su jubilación.
Lo extrañarán Rosa, sus hijos Andrea, Esteban, Martín, Matías, sus hijos políticos Diego, Cori y Fer y sus 17 nietos, algunos de ellos del corazón a los que amaba profundamente. Sus hermanos: Betty, Marta y Lito, sus cuñados José Manaratti, Omar Loblundo, Ricardo Gómez y Zulema. Sus restos fueron depositados en el cementerio El Paraíso, siendo acompañado por sus seres queridos, familiares, nietos que te recordaremos por siempre.
ESTEFANIA OLAIZOLA (NIA)
Nació el 10 de septiembre de 1926 en la ciudad de Tandil. Hija de inmigrantes, amó y admiró a su padre de manera incondicional. Pero no fue su único amor, el 21 de febrero de 1949 se casó con Lorenzo Vallejo con quien compartió 52 años.
Tuvo su única hija Adriana a la que quiso más que a su vida. También tuvo dos nietos: Fernando y Leticia, a los que adoró hasta el último de sus días. La vida le dio la dicha de tener dos bisnietos. Su partida física deja un vacío que solo sabremos llevar con el paso del tiempo.
JOSE ADELIO SUAREZ
Nació en Chillar el 8 de abril de 1943, transcurriendo su adolescencia en su querido Tedín Uriburu. Tiempo después llegó a Tandil donde desarrolló tareas en Metalúrgica Tandil y posteriormente en Talleres Tandil.
El amor se hizo presente cuando conoció a Dora González quien fue su compañera de la vida y fruto del amor nacieron sus hijas Paola y Guillermina, sus otros dos grandes amores.
Su pasión por el campo le permitió vivir en varios establecimientos rurales, pasando sus años felices en su querida estancia “Aitama”. Otra gran pasión que abrazó fueron los caballos, los desfiles, donde lucía su hermoso emprendado en su agrupación gaucha El Ombú, donde cosechó muy grandes amigos.
Su otra debilidad fueron sus cuatro nietas: Magdalena, Victoria, Felicitas y Josefina, que pudo disfrutar muchísimo en sus hermosas vacaciones en el campo.
Vamos a extrañar mucho esas reuniones familiares para las fiestas de fin de año, donde la pasábamos genial.
Yo te digo un hasta siempre, porque siempre vas a estar junto a nosotros. Tu familia y amigos.
CARLOS VIERA
Nació el 20 de agosto de 1946 en María Ignacia (Vela). Sus papás fueron Angela Rivero y Antonio Viera, sus hermanos son Pety, Nito, Negra, Perico, Evelio, Nino, Angel, Lita y Roberto.
A los 14 años salió de cocinero para la cuadrilla de juntada de papa, donde su mama le había copiado en una libreta las recetas para que pudiera hacer guisos, estofados, pucheros, bifes a la criolla y más. Así comenzó a trabajar desde temprana edad junto a sus hermanos mayores ya que no quería ir a la escuela. Con 18 años cumplidos estibaba bolsas cuando el ferrocarril transportaba cereal en bolsas. En los galpones de la estación con sus hermanos y amigos del pueblo guardaban los fardos.
Después su hermano mayor “Nito” pudo comprar una maquina de esquilar donde todos los hermanos varones aprendieron el oficio de esquilador; llegaron a ser los más ligeros de la zona y del sur.
Carlos Viera conoció el sur con su patrón de apellido Miraya, con el que fue por el tiempo de 20 años recorriendo las estancias más grandes donde conoció a mucha gente. También su papá fue resero y él lo ayudaba pasando grandes manadas de vacunos de un campo a otro y a unas cuantas leguas, dormían en los recados y comían comida en lata. En el camino de la vida conoció a Sofía Villanueva y fruto de esa relación nació Marina. Sofía tenía una hija llamada Mónica a la cual ayudó a criar. Por circunstancias de la vida se separaron, pero siempre con una muy buena relación ya que los unía una hija. Pasaron los años y encontró a Violeta Núñez que fue su compañera hasta sus últimos días. El le ayudo a criar a dos de sus hijos, los más chicos, formando una hermosa familia en María Ignacia su pueblo natal, su terruño, el lugar donde tenía muchos amigos.
Sus últimos días le tocó batallar con una enfermedad terminal, donde su vida se fue apagando lentamente acompañado siempre de su esposa, hija, hijos del corazón, hermanos, sobrinos y nietos.
JOSE OSCAR CALDERON (SASA)
Viejo nos dejaste causando un gran dolor y tristeza entre tus seres queridos, con solo 68 años de edad partiste a un mundo mejor.
Junto a mamá, tu compañera de vida, la cual nunca se movió de tu lado el mes que estuviste internado, y Flavia tu nuera, Mirta tu cuñada y Male o “vagancia” como vos le decías a tu nietita, queríamos darte las gracias por ser la persona que fuiste “un ser increíble” el cual ayudaba a todo el mundo sin pedir nada a cambio.
Se extraña tu presencia en el taller preguntándome si todo andaba bien o encontrarte en la cocina mateando esperándome para charlar. Nos despedimos con un gran dolor, pero sabiendo que estás en paz y tranquilo viejito.
Te amamos!!!
Claudio (tu hijo).
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