No hay respuestas posibles a determinadas críticas
A lo largo de los cien días en que se extendió el conflicto en su versión más cruda, nos ha tocado en desgracia presenciar posturas no sólo irracionales ?en su condición de alejadas de todo raciocinio-, sino también fundamentalistas, en el sentido de no admitir posibles interpretaciones de una ?verdad revelada? ni tolerar relativismos o límites a lo absoluto.
Los vaivenes discursivos de CFK podrían encarnarse en la primera de estas postulaciones; las apariciones públicas de determinados personajes para-oficiales, en la segunda.
Y también hemos escuchado razonamientos (si se me permite el sinsentido) fundamentalistas nacidos a la vera de las rutas (esto es, en las banquinas) o en el fragor de ánimos crispados en las denominadas asambleas autoconvocadas.
Sin ir más lejos, el slogan ?todos somos el campo? apela a una sentencia extrema en busca de una adhesión que condena a la inexistencia a quien no comparta esta premisa: si todos somos esto, nadie es lo otro. Razonamiento un tanto más perverso que el del propio Julio De Vido, quien apelando a un maniqueísmo impensado para un funcionario de primera línea, no admitió una postura equidistante, una tercera posición o un razonamiento crítico del conflicto. ?No hay margen para tibios?, remarcó sin ponerse colorado.
En ese contexto de sinrazones y fundamentalismos no debería llamarnos la atención los cuestionamientos a la prensa, esgrimidos desde uno y otro lado. Por supuesto que hubo y hay (y todo hace suponer que habrá) acciones cuestionables por parte de periodistas y medios de comunicación. Y habrá que hacerse cargo de errores, de falta de profesionalismo, de falta de ética a la hora de informar. O de opinar.
Pero en lo personal, y como integrante de un medio de comunicación que ni siquiera me insinuó cómo abordar o dejar de abordar este conflicto, no puedo hacerme cargo de determinadas acusaciones. Sobre todo de aquellas que cuestionan el principio mismo de la profesión: informar, dar a conocer, reflejar. Y opinar.
Por eso no respondo las acusaciones provenientes de un sector de los denominados productores autoconvocados de Tandil hacia el medio donde trabajo. Puntualizo que es un sector, minoritario, además. Y he aquí la razón misma de las críticas: informar que los productores autoconvocados de Tandil no son un bloque monolítico, que decide, opina y actúa unánimemente. Qué sentido tendrían las asambleas si todos tuvieran el mismo criterio para todo; qué sospechoso sería, además.
No me siento ?un desastre? por reflejar las divergencias, muchas de esas importantes, dentro del sector. No pretendo ?vender más? al decir que un sector de los autoconvocados se mostró más duro y, contrariando lo decidido en las asambleas, se alineó junto a camioneros en los cortes de ruta de La Vasconia.
No respondo críticas de esta naturaleza. Pero tampoco me asombran en el marco de un conflicto que ?como he dicho- ha mostrado posturas fundamentalistas tales como ?hemos demostrado que pudimos desabastecer…? (Eduardo Buzzi, presidente de Federación Agraria); ?si los legisladores ratifican las retenciones hay que disolver el Congreso? (Ricardo Buryaile, vicepresidente segundo de CRA) o ?nosotros les vamos a enseñar cómo legislar…? (Alfredo De Angeli, dirigente de FAA Entre Ríos).
?Razonamientos? como éstos (o como ?ustedes -los periodistas de Multimedios El Eco- son un desastre…?, ?quieren hacerle creer a la gente que estamos divididos….? o ?no saben qué inventar para vender más...?), responden a cierta lógica fundamentalista de buscar la mayor difusión de ?verdades? entre el gran público y ?por ende- la necesidad de controlar los vehículos de la información. Acompañados por actitudes tales como arrojarle pasto a un camarógrafo que está trabajando o impedir que filme o saquen fotos mientras cortan la ruta.
Y vaya otro ejemplo a manera de muestra. Durante los cien primeros días del conflicto, el tema ocupó la primera plana de El Eco de Tandil. Sin embargo, en una de las asambleas de productores se escucharon quejas el día posterior al accidente que le costó la vida al basquetbolista y su madre, en la Ruta 74. ?¿Cómo puede ser que pongan este accidente en la tapa y no lo que está pasando con nosotros….??, fue la queja compartida por varios de los asambleístas. Lo dicho: todos somos el campo; fuera de él (no debería existir) nada.
Afortunadamente, vuelvo a puntualizar que se trata de un sector minoritario dentro del sector de los productores rurales. Quiero creer también que en esta nueva etapa del conflicto volverá a primar la razón, por sobre cualquier postura fundamentalista. Surgida del autismo de los despachos oficiales o a la vera de la ruta. En las banquinas, bah.
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