Presentó Ana Bayerque su primer disco compacto
Afortunadamente para quienes gustamos del tango, la ciudad ha contado siempre con muchos y muy buenos intérpretes. Buena parte de ellos ha logrado llevar al disco sus interpretaciones permitiendo de esa manera que las mismas perduren y puedan ser reproducidas manteniendo su vigencia.
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El pasado sábado 7, en un Aula Magna de la Universidad totalmente colmada, con la colaboración de la Casa de Estudios a través de la Secretaría de Extensión, la cantante local Ana Bayerque realizó la presentación de su primer ensayo discográfico. Estuvo acompañada por los maestros Miguel Ferraggine en teclado y Guillermo “Bocha” Sotes en guitarra. De esta manera se incorpora al núcleo de privilegiados que pudieron acceder a un estudio de grabación.
Tras la excelente introducción por parte del profesor Néstor Dipaola, se procedió a la proyección de un video clip denominado “Sueño de tango”. La cantante realizó en vivo temas de su disco, que son variados y cuidadosamente seleccionados. Si bien todos pueden ser considerados clásicos, se ha acertado en la inclusión de algunos de singular valía y que actualmente no aparecen de manera habitual en el repertorio de la mayoría de los vocalistas, como “En tus brazos”, “Me han prohibido quererte”, “Oro y plata”, “Quemá esas cartas”, y “Tu olvido”.
La dirección musical y acompañamiento de Sotes, constituyen el brillante marco en el cual halla su lucimiento el bello timbre de voz pleno de musicalidad de Ana, que nos seduce por su buen gusto y su gracia natural. En tal sentido, hace ya algunos años Néstor Dipaola la bautizó “La voz dulce del tango” y el paso del tiempo ha demostrado el acierto de tal aseveración pues al escuchar este disco aparece nítidamente, dentro un modo clásico de interpretación, una forma natural de trasmitir suave y delicadamente el sentimiento que fluye de un decir sutil, trasuntando simultáneamente una gran expresividad.
Felicitaciones Ana por este trascendente emprendimiento que ha de ser acompañado y aplaudido por todos aquellos que aman esta música, ese “sentimiento que se baila”, como le gustaba decir al genial Discepolín.
(*) Colaboración del doctor Carlos Martín Marzoratti, especial para El Eco
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