Viña cordón blanco: un recorrido único
Por Ana Pérez Porcio
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Nos habían comentado que el proyecto era parte de un sueño y hecho a pulmón. De modo que la expectativa era grande. Nos dirigimos por la avenida Del Valle hacia La Elena subiendo y bajando lomadas hasta la calle GALICIA, allí doblamos a la derecha y a unos 400 metros sobre la mano izquierda nos encontramos con el campo familiar hoy convertido en viñedo.
La zona está enmarcada en entre cerros y plantaciones añosas que la hace una de las más bellas de la paleta primaveral, allí entre cerros y planicies encontramos eucaliptus, acacias, pinos, entre otras variedades perennes que contrastan con los amarillos de los aromos. Y en el medio de este panorama bucólico, las vides crecen en un terreno y clima que antes se pensaba que no era el adecuado; sin embargo, la familia Lucas le puso garra al sueño y hoy en día ya tienen su vino.
“Somos tres hermanos, Matías, enólogo está dedicado ciento por ciento al viñedo, Mariano que está en la fundición y yo que soy analista de sistemas, -comenzó contando Valeria a La Vidriera y prosiguió-, tenemos registrado los dos viñedos, éste y el que está frente a Don Bosco. Mientras Matías estudiaba en Buenos Aires uno de sus profesores comenzó a motivarlo para que probara hacer un viñedo en Tandil. Realizamos un estudio durante un año del clima y se lo llevó a su profesor y a gente entendida en el tema, y se vio que el suelo y el clima eran aptos para implantar viñas. Comenzamos en 2008, hicimos una compra muy chica en Mendoza que pensábamos que era una súper compra (risas).
-¿Cómo fueron los comienzos de la plantación?
Matías: -Trajimos los barbechos en 2008, tuvimos muchos problemas, había que ver qué funcionaba y qué no, hubo variedades que las fuimos arrancando, Tempranillo, Cabernet Sauvignon, Pinot Noir que fuimos sacando de a una lamentablemente y empezamos de cero dejando Merlot, Cabernet Franc, Sauvignon Blanc, Semillón, Tannat; en el otro viñedo, Carmenere, Syrah, algo de Malbec. Fuimos haciendo un estudio porque no teníamos un referente en la ciudad para decir qué era lo que funcionaba acá, fue hacer un poupurrí de variedades y ver qué era lo que andaba y lo qué no y a partir de allí empezamos a dejar las que crecían bien.
El tiempo entre uvas
Desde aquel 2008 que comenzaron casi a tientas, Matías nos cuenta que en 2012 sacaron su primera añada de 200 botellas de Sauvignon Blanc y 400 de Merlot, que fueron distribuidas entre parientes y amigos que las pedían. Y la vendimia de inauguración comercial fue en la que obtuvieron un Merlot, el primero de Tandil y Sauvignon Blanc y otras de análisis. Este año fue la segunda vendimia y las variedades obtenidas fueron Merlot-Tannat, Sauvignon Blanc, Semillón, Cabernet Franc.
Matías y su hermana Valeria nos llevan a hacer un recorrido por el viñedo. “El año pasado enviamos los vinos como lo venimos haciendo desde 2010 al Instituto Nacional de Vitivinicultura y nos dieron la aprobación para la venta libre y consideramos que era el primer vino de Tandil analizado por esa institución, de hecho no había otro”, relata el enólogo.
Nos cuenta también las dificultades y ventajas del terruño: “Las condiciones son complicadas debido al ciclo de pluviometría que si está bien repartido no pasa nada, tenemos problemas cuando se acumula en alguna estación del año, no tanto en el invierno pero sí en primavera o verano. Y lo más contraproducente para el viñedo son las heladas tardías, si uno sabe manejar esto medianamente puede llegar a tener resultados. Hay que elegir la variedad y el porta injerto de acuerdo a la calidad del suelo que se tenga. Trabajamos en secado -sin sistema de riego- y nuestro principal problema es la fauna del lugar, conejos, caballos, vacas y, en especial, los pájaros porque en la zona no hay frutales tan grandes, entonces vienen todos acá y el año pasado luchamos mucho porque que a pesar de tener mallas que se cierran arriba y abajo, igual se meten… también tuvimos incendios, todo lo que es rastrojo de soja viene para acá ”.
… se hace camino al andar
En este paradisíaco lugar Matías y su familia han aprendido de ensayo y error y nos les ha ido nada mal hasta el momento: “La época de vendimia se hace en febrero y hasta marzo o abril depende de la variedad y el clima, en esa época trabaja toda la familia -incluida nuestra madre- hemos venido un domingo a las cuatro de la mañana y hemos terminado a la misma hora del día siguiente”, relata el joven vitivinicultor entre sonrisas.
-¿Qué continúa después de la vendimia?
-Una vez cosechada la uva sigue todo el proceso de elaboración del vino en la bodega. Todo esto, vendimia y vinificación se tiene que realizar en el mismo día por cada una de las variedades y puede llevar 20 horas de trabajo o más. Todo el proceso es realizado en Tandil, desde el tratado de la vid hasta la vinificación, inclusive el embotellado que lo hacemos nosotros y el packaging es realizado por gente de la ciudad.
Turismo entre cepas
-¿El viñedo recibe visitas?
Valeria: -Sí, durante estos dos años nos visitaron alumnos de los institutos de gastronomía que hay en Tandil y este año vinieron de la carrera de tecnología de los alimentos de la Unicén para conocer de cerca un viñedo. También han venido prestigiosos enólogos que nos han dado el “O.K.”, cosa que nos llena de orgullo. También estuvieron varios ingenieros agrónomos de Mendoza, también enólogos, dueños de bodegas, gente de Tandil que quiere empezar y a todos les encanta.
-¿Se estaría por declarar a la provincia como zona vitivinícola?
-Sí, no lo haría la INV sino Senasa y sería el sur de la provincia de Buenos Aires al que se denominaría zona de producción vitivinícola y para nosotros es genial. Todos los entes ayudan bastante y el Instituto también.
-Este emprendimiento le aporta al turismo en Tandil, como sucede en otras provincias.
-El año pasado arrancamos haciendo degustaciones en diferentes lugares como vinotecas y restaurantes de amigos y algunos hoteles y en la época de más calor realizamos degustaciones con maridaje, acá en el viñedo, donde la propuesta es traer a un chef conocido localmente, realizar un recorrido por el viñedo, copa en mano, con una charla y luego ofrecer lo preparado por el cocinero y este año vamos a continuar con estas propuestas tanto para locales como turistas.
-Eso está bueno, porque a veces los tandilenses pensamos que las atracciones son para los foráneos y perdemos la oportunidad de conocer cosas tan interesantes como, en este caso, un viñedo.
-Nosotros le apostamos a lo local por excelencia.
Venta personalizada
-¿De dónde surgió Cordón Blanco?
Matías:-En uno de nuestros viñedos existe abundante cantidad de piedras de cuarzo blanco, una de las más energéticas que se pueden encontrar y que nos da buena vibra para continuar esforzándonos día a día a mejorar nuestros vinos y compartir con todo Tandil esta pasión.
-Nos contaron que el vino está dedicado…
-A nuestro papá Raúl Manuel Lucas que falleció el mismo año que obtuvimos la primera vendimia verde. Para que tenga una idea, una planta da dos vendimias verdes -que se usaron para análisis- y luego las que se conocen como comerciales que son las que obtuvimos en 2012 y 2013. Sí, el vino está dedicado…
-¿Cómo es la comercialización?
-Este año se encuentra a la venta la cosecha 2013 de las variedades Cabernet Franc, Merlot-Tannat y Sauvignon Blanc-Semillón, en diferentes vinotecas, restaurantes y en forma personalizada por medio de facebook: Viña Cordón Blanco.
-¿Este emprendimiento es redituable?
(Sonríen)-No, por ahora es un sueño que se va cumpliendo por etapas. La venta de vinos -en vinotecas y restaurantes- gracias a Dios va muy bien y podría ser aún más pero preferimos mantenerlo limitado porque son producciones muy pequeñas y toda la plata vuelve acá o al otro viñedo y no cubre todos los gastos de los dos. Como son microvinificaciones no hacemos publicidad porque no queremos que en unos meses se acabe la producción, entonces preferimos dejarlos en puntos más claves y ventas personalizadas.
-Hay que ser muy especial para trabajar en este tipo de emprendimientos, lo decimos porque lleva mucho tiempo y esfuerzo según lo que nos comentaban.
-Puede ser, a nosotros nos gusta mucho y estamos pensando seriamente en empezar a trabajar de forma biodinámica, es decir, mostrar la tierra en su mayor expresión a través de los productos obtenidos orgánicamente. Esto es un proceso muy largo que por las características climáticas propias del lugar es muy complejo, ya que hay que realizar la menor cantidad de intervenciones posibles o lo más natural dentro de los viñedos.
Dejamos el lugar y en el aire percibimos un aroma a uva que para los entendidos en estas cuestiones en algún momento se convertirá en un vino de color rojo intenso, con cuerpo, les recordará a la grosella negra, arándanos, clavo de olor ¿o será un vino de color rubí con perfume de frutilla, cereza, ciruela o con aromas herbáceos, a tabaco, vainilla…?
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