El Museo del Fuerte inicia una ardua tarea para poner en valor la vasta colección arqueológica
Un equipo de profesionales puso en marcha la clasificación de más de 2.500 piezas, en su mayoría de material lítico, junto con personal de la institución. El desafío será identificar los fragmentos y su procedencia para obtener información sobre los antiguos pobladores, su movilidad y estilo de vida.
El Museo Histórico Fuerte Independencia puso como meta la puesta en valor de la colección arqueológica, en una tarea que comenzó hace algunos meses y que tendrá por desafío el registro, la clasificación e investigación de cerca de 2.500 piezas.
Recibí las noticias en tu email
El trabajo llevado adelante por la institución bajo la coordinación de la museóloga Bárbara Sosa Müller cuenta con la colaboración del geólogo Horacio Villalba y del arqueólogo Fabián De Haro.
En conjunto, y bajo el acompañamiento del Centro de Registro Arqueológico y Paleontológico de la Provincia de Buenos Aires en representación del arqueólogo Lucas Martínez, los profesionales desplegaron todo el material recolectado e integrado por puntas de proyectil, de flechas, de lanza, instrumentos, restos de cerámica, material lítico, de madera, textil, cerámica, entre otros, y también por partes de hachas, vasijas y adornos.
La vasta colección, que se conformó a lo largo de los años a partir de donaciones de coleccionista o de compras por parte de los socios, contiene partes que permiten reflejar la historia de Tandil, la región y del resto del país.
La variedad pero también la cantidad determinó la necesidad de iniciar un abordaje para investigar sobre los fragmentos hallados y que forman parte del patrimonio del museo para clasificarlos y avanzar hacia la finalización del proceso que permita dotarlos de información para que puedan interactuar de manera adecuada con los visitantes del museo y así acceder a la historia que narran.
Los responsables del proyecto coincidieron en señalar que será una tarea que demandará “mucho tiempo” por la “mezcla” de materiales que integran la colección. “Hay mucho y cada material tiene sus características y requiere de un estudio particular también”, advirtieron los profesionales a cargo.
En una iniciativa que busca ordenar el enorme conjunto de piezas desde la institución compartieron un mensaje para crear conciencia en la población sobre la historia antigua de la zona y la importancia de dar aviso cuando se produce un hallazgo de estas características para permitir un trabajo de investigación.
En definitiva se pretende que, frente a hechos de esta naturaleza, se preserve el contexto en el cual se encontró el fragmento dada la relevancia que tiene para tomar información valiosa.
La tarea
-¿Cómo surgió la idea de poner en valor el material arqueológico con que cuenta el Museo?
Bárbara Sosa Müller: -La colección de arqueología tiene piezas muy interesantes, es muy amplia y gracias a la colaboración de dos profesionales voluntarios, Horacio Villalba y Fabián De Haro, desde hace unos meses hemos comenzado a estudiarla para su puesta en valor.
El objetivo es poder difundir y comunicar de manera adecuada para que genere el interés necesario en el público para que pueda conocer el patrimonio que le es propio también.
-¿Creían necesario organizar y clasificar todo el material que fue incorporando el Museo?
B.S.M.: -Sin duda. Las colecciones estáticas no tienen sentido, las colecciones tienen que estar en movimiento para que sean apreciadas y estudiadas. Si bien la mayoría de las piezas estaba en exposición, es necesario ponerlas en valor y acercarlas al público. Esta colección tiene muchos años en el Museo y no poseía datos, entonces ese fue nuestro primer desafío. Gracias a los expertos hacemos el camino largo, que va desde la identificación de la materia prima para ver su origen y así determinar la mayor cantidad de datos posible.
El trabajo sobre la colección
-¿Cómo fue el abordaje que hicieron una vez que tomaron contacto con la colección?
Fabián De Haro: -En principio buscamos identificar lo que había, que es mucho y muy variado. Decidimos empezar por la parte lítica y necesitamos reconocer su procedencia.
Horacio Villalba: -Al empezar con la identificación de líticos pudimos determinar que son de grano muy fino, que no permite ver ningún componente. Hay que tener conocimiento previo para poder determinar su procedencia.
F.D.H.: -Sobre todo porque las piezas están muy mezcladas.
H.V.: -Básicamente lo que hicimos fue tratar de identificar los materiales que están relacionados a afloramientos rocos o materiales líticos disponibles en la zona, en el sistema de Tandilia, desde Mar del Plata hasta Olavarría.
Generalmente los materiales líticos utilizados por los antiguos pobladores tienen un importante componente de sílice que le da la particularidad de generar un filo cuando se rompe, porque la función era desgarrar, cortar o clavar.
La procedencia de las piezas es de la zona, de Balcarce, Lobería, Barker, Chillar, Olavarría, otras de Sierra de la Ventana y muchas de la Patagonia.
Lo interesante de todo esto es ante los distintos tipos de materiales ver la movilidad de los pobladores que habitaron hace más de mil años.
El trabajo es complicado por sus limitantes y después el paso siguiente será hacer un corte delgado pero ese estudio es muy costoso, no se puede hacer en todas las piezas.
Entonces estamos haciendo un agrupamiento general, tratando de hacer una primera clasificación. Después empezaremos a ver si podemos ahondar un poco más.
Asesoramiento y colaboración
-¿Cuál será el aporte de Crepap en este trabajo y de qué manera van a acompañar el proceso?
Lucas Martínez: -El Centro de Registro que depende de la Dirección de Patrimonio Cultural de la Provincia es el ente de aplicación de la custodia del patrimonio arqueológico y paleontológico.
En este caso me acerqué para asesorar y colaborar respecto a cómo declarar esta cantidad de piezas, que son de lugares, materiales y coleccionistas diferentes. Son pocos los museos que tienen este tipo de colecciones y la problemática que tienen es determinar de dónde obtuvo las partes el coleccionista porque hace 30 o 40 años no se generaba información suficiente.
-¿Es un trabajo complejo pero posible?
L.M.: -Lo interesante es que lo puedan registrar. A nivel provincial tenemos un registro de aproximadamente un millón de piezas arqueológicas y quedan museos sin dar un registro. Esto ayuda a la institución pero también a nosotros.
Cada museo lo trabaja de un modo particular pero vemos que esta tarea ordena la información y puede aportar a la arqueología regional, en investigación o para conocer más de la historia.
Para el estudio de las piezas hay varias vías pero una es la movilidad, el uso del espacio y la identificación de los procesos a través del tiempo.