La recuperación de materiales, la actividad que se convirtió en sustento económico y filosofía de vida
Allí donde mucho ven residuos, Valeria Santa Cruz ve materia prima que le permite crear y “volver a la tierra”. Piletas pelopincho, telas, lonas publicitarias, telas de reposeras, paraguas y envases de jabón líquido son algunos de los más recurrentes. Con el tiempo logró que la gente se los lleve a su casa y desde Punto Limpio también le separan lo que le sirve. La importancia de separar, limpiar los deshechos y generar conciencia.
Una mujer emprendedora por naturaleza vino a Tandil desde Buenos Aires, se quedó, y eligió como sustento y forma de vida la recuperación de materiales, para evitar la excesiva generación de residuos y cuidar el medio ambiente. Cada día se dedica a reutilizar ciertos materiales, dándoles un nuevo uso, evitando que vayan al tacho y sean una basura más.
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Si bien el emprendimiento de Valeria Santa Cruz nació solamente de su mano y con la intención de hacer delantales para cocina y jardinería, en seis años de existencia Harta Pacha ha crecido tanto, que Matías Merlo sumó su aporte para sostener la demanda de los productos que ahora se extendieron a bolsos, bolsas, materas y organizadores de todo tipo.
El nombre del proyecto hace referencia al concepto “volver a la tierra”, a esa sabiduría ancestral que permite conectar con la creación, y es justamente desde allí de donde surge cada uno de los efectos, dándole una nueva vida al material. Sin embargo, los emprendedores destacaron que no se trata solamente de vender un producto, sino de generar conciencia.
“El reciclado está buenísimo, porque, por ejemplo las piletas son enormes, y el deshecho que se pueda reducir termina convirtiéndose en un producto que es durable en el tiempo, resistente e impermeable”, describió.
Como siempre apostó al consumo responsable, con un marcado respeto por el medioambiente, Valeria participaba en la organización de la Feria de la Economía Social y Solidaria que se realiza periódicamente en la ciudad, y de a poco se animó a sumar sus creaciones y fue así que el trabajo que hacía a puertas cerradas salió a la luz.
Siempre la intención fue trabajar con materia prima recuperada, el concepto que sostenemos es el de volver a la tierra. “Me gusta reutilizar telas por su resistencia y la originalidad que pueden dar”, aseguró esta emprendedora que tiene dos hijas y el oficio que eligió le permite trabajar en su casa y disponer de su tiempo.
Piletas y paraguas
La incorporación de las piletas de lona empezó gracias a una amiga, que le dijo que tenía una a punto de descartar y justo había traído un modelo de bolso de México, allí se dio la fusión ideal para empezar a trabajar con ese material que se convertiría casi en la vedette de todos.
Ahí arrancó una producción imparable, de hecho contó que en ese primer año reutilizó 27 piletas y ya a esta altura perdió la cuenta. Con los paraguas le pasó lo mismo, ya no sabe cuántos recuperó, pero si se acuerda que el amor con ese elemento comenzó mediante un traslado en colectivo. Mientras viajaba vio un paraguas roto en un tacho de basuras, era fucsia con un montón de colores más, inmediatamente pensó que eso no podía desecharse, así que se lo llevó con ella y se convirtió en un delantal.
“Antes por cada paraguas hacía un delantal, ahora una bolsa de compras para llevar en la cartera, ya que se dobla completamente y queda chiquita sin ocupar espacio”, describió.
Generar conciencia
Con el tiempo lograron contar con un banner en Punto Limpio donde figuran los materiales que recogen, que son básicamente lonas de pileta y de publicidades, y paraguas. Allí entonces, les separan esos elementos que pueden ser de utilidad y una vez por semana los pasan a retirar.
Por otro lado y de manera particular, ellos reciben en su domicilio otro tipo de residuos, pero que no han querido hacerlo de manera masiva porque aún no hay suma conciencia de cómo deben ser tratados para que puedan ser reutilizados. En este sentido, contó que los sachets de jabón líquido si lo dejan con restos y encima quedan al sol, se genera una consistencia desagradable y para poder recuperarlo se termina invirtiendo más en agua y tiempo que en el propio producto. “Nos han llegado cosas muy intensas”, revelaron .
Así que este material, entre otros, solamente lo reciben de clientes ya conocidos o personas que tratan de manera adecuada el material.
“A nosotros nos llega la materia prima, es increíble, la gente está más comprometida y hay mucha colaboración”, aseguró.
En este sentido, además, contó que ella percibe que ha crecido la conciencia ambiental en la población y ya no se deshecha porque sí, no obstante todavía falta. Aunque advirtió que se trata de una forma de vida: “Quien recupera, no puede tirar nada, se siente mal”.
Así son ellos, esa es su forma de vida. Tienen compost, van a Punto Limpio, sacan solamente una bolsa de residuos a la semana y aseguraron que lo que se acerca a ellos vienen con “la misma vibra” de cuidar.
Fluir por la costa
A partir de noviembre Valeria empezó a compartir el emprendimiento de Harta Pacha con Matías, se potenciaron y juntos están trabajando en lograr que no se acopie tanta materia prima, ya que todo el tiempo están tomando materiales reciclables que les acerca la gente.
Al ser un trabajo artesanal, lo que recibían terminaba llegando más rápido que la salida de productos, acumulándose.
Ahora es Matías quien se ocupa del corte de las piezas y la limpieza de lo que van a reutilizar, mientras que Valeria cose, y juntos trabajan en el diseño y mejoramiento de cada una de sus realizaciones. “Somos cuatro manos, dos corazones, dos personas creando”, coincidieron.
A raíz de esta fusión es que también se aventuraron a recorrer la costa argentina, y lo que al principio fue un desafío, terminó en un viaje sin mapas ni destinos claros. “Cuando es emprendedor son muchas las cosas que hay que considerar, es difícil afinar los números, pero llegamos bien al objetivo”, revelaron.
Empezaron por Nechochea, con la idea de ir subiendo tratando de llegar a San Bernardo, un día por playa, pero todo salió al revés, y con mejores resultados, de lo que esperaban. “Nos dejamos fluir con todas las circunstancias que se presentaban, sin resistencia, y todo se acomodó solo”, indicaron.
Lo importante, aparte de que hayan vendido casi todo lo que llevaron, es que también aprovecharon los días no aptos para playa, para buscar materiales como telas de reposeras rotas y abandonadas en la arena, sombrillas y otros elementos que dejan los visitantes. Así que se volvieron con una caja repleta de lo que para otros serán deshechos, y para ellos una nueva oportunidad de reducir y reciclar.
También estuvieron en un parador en Santa Clara, con una visión muy consiente, donde limpian la playa todos los días, no dan vidrios y cuentan con conteiner separadores de residuos. Allí participaron de un evento y ya se comprometieron en volver en febrero para ser parte de la limpieza de playas.