EN LA RUTA 74
Pasaron 20 años del accidente en el que un auto chocó con un tren y sus ocupantes se salvaron
El accidente ocurrió en el cruce ferroviario de Cuatro Esquinas en la noche del 27 de julio de 1998. Dos personas mayores y sus hijos de 11 y 5 años sufrieron heridas de distinta gravedad. “Que esté vivo hoy es un milagro”, recordó Carlos Raúl Olmedo, un conocido vecino de la ciudad que estuvo involucrado en el hecho.
En medio de la creciente preocupación por los accidentes de tránsito, tanto urbanos como ruteros, y con pedidos que buscan declarar la emergencia vial en Tandil, ayer se cumplieron 20 años del grave accidente ocurrido en el cruce a nivel ferroviario ubicado sobre Ruta Provincial 74, en el que se salvaron los cuatro ocupantes del automóvil –dos mayores y dos menores- tras impactar contra un tren de carga.
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El choque se registró en la noche del lunes 27 de julio de 1998 a la altura del paso a nivel ubicado en cercanías al paraje Cuatro Esquinas cuando un Renault 18 Break embistió una formación que cruzaba la ruta.
El vehículo circulaba en dirección Azucena – Tandil y era conducido por Jorge Osvaldo Mansilla, mientras que de acompañante viajaba Carlos Raúl Olmedo, y en el asiento trasero iban Franco Olmedo y Martín Mansilla, que tenían 11 y 5 años, que regresaban a la ciudad luego de una jornada de pesca en una laguna cercana.
La formación quedó detenida atravesando la ruta y el Renault 18 prácticamente incrustado debajo de uno de los vagones, tal cual reflejó la crónica que publicó este Diario en su edición del 28 de julio de 1998.
La nota también refiere que los familiares de los involucrados en el hecho pusieron en relieve que el personal policial y sanitario les dijo que prácticamente había sido un milagro que los cuatro estuvieran con vida, en virtud de la magnitud del accidente y del estado en que había quedado el rodado.
A dos décadas del hecho que marcó un cambio en la vida de esas cuatro personas, Carlos Raúl Olmedo, conocido como el “Conejo”, recordó ante El Eco de Tandil aquel traumático episodio. “Que esté vivo hoy es un milagro. No hay que esperar a chocar un tren para valorar que el ahora es lo más importante que puede suceder”, reflexionó y reconoció que “fue la lección que me demostró que vale la pena creer”.
“Trágico e inesperado”
“Fue trágico e inesperado”, definió sobre el accidente que sufrieron cuando regresaban de un viaje de pesca con su cuñado, hijo y sobrino. “La habíamos pasado de diez y saliendo del cruce de María Ignacia – Vela prendí la radio y le dije a mi cuñado que en un rato llegábamos. Y lo empecé a cargar con la música que pasaban por la radio y le pedía que escuchara. Era a la altura de Cuatro Esquinas cuando de repente se apagó la luz y una pared de hierro estaba atravesando la vía”, describió sobre el instante previo al impacto.
En seguida, la primera crítica. “No había indicadores luminosos sobre el cruce ferroviario y la luz de la locomotora en el campo se puede confundir con una cosechadora”.
Por eso insistió en el reclamo que oportunamente hizo ante la empresa sobre la necesidad de colocar un cartel que indicara la proximidad de un cruce a nivel con una vía férrea.
“Estaba la cruz que marca un paso ferroviario pero previamente no había tanta señalización como se ve ahora”, enfatizó.
El resto de la historia reúne aspectos que la convierten en todo un suceso. “Roza lo milagroso el hecho de que estemos los cuatro con vida”, incluso sabiendo que, posteriormente, en ese mismo punto de la ruta provincial se registraron otros accidentes en los que fallecieron personas.
“Ese tren marcó mi vida para siempre; hay un antes y un después de ese tren”, definió.
El choque y las consecuencias
En perspectiva, Olmedo pudo asegurar que de haber circulado con cinturón de seguridad colocado al momento del choque, las secuelas físicas hubiesen sido mucho menores.
“Tuve partimiento de pelvis, triple fractura de fémur derecho y fisura del fémur izquierdo, de tibia y peroné, de cuatro costillas” fueron las lesiones que padeció y que lo llevaron a permanecer internado en terapia intensiva en el Hospital en un largo proceso de recuperación. “Me desperté cuatro meses después”, narró.
Olmedo, que viajaba de acompañante, terminó sobre el capot del vehículo y el tremendo golpe le valió también un traumatismo severo de cráneo.
Cuando despertó del coma inducido “no podía entender lo que me había pasado”, ya que además había sido el que recibió las heridas de mayor gravedad. En tanto, su cuñado, que viajaba con cinturón de seguridad, sufrió fracturas en distintas partes, mientras que Franco Olmedo, su hijo, tuvo fractura de fémur y desplazamiento de pelvis, con traumatismos de cráneo. Su sobrino, Martín Mansilla, solo golpes menores ya que, instantes previos, “se había recostado sobre el asiento que quedaba disponible” en la plaza trasera.
El automóvil golpeó a la altura de los tanques de combustible de la máquina, a cien kilómetros por hora, circunstancia que “nos jugó a favor porque de algún modo absorbió el impacto”, sostuvo.
Dos décadas después el conocido vecino de la ciudad transmitió su mensaje y pidió que se circule con precaución y con tranquilidad. “Se llega a todos lados”, aseguró.
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