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El personal de salud es para destacar
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Señor Director:
Mi nombre es Juan Pedro Larraburu, y hace unos días ya, padecí Covid-19, sumado a una neumonía bilateral con importante compromiso de los pulmones y sumado a mi enfermedad de base como la diabetes me colocaron en un paciente de riesgo.
Quizás alguno me conozca de deambular por los medios hablando de tránsito, y es por eso por lo que hoy escribo esto, para concientizar, esta vez de otra cosa, y porque quiero que reconozcamos a las personas del Sistema de Salud que están en la línea de batalla día a día, porque también ellas me lo pidieron, que las ayude a concientizar.
Créanme que una cosa es lo que podemos imaginar que sucede puertas adentro y otra cosa es vivirlo en carne propia.
Llegue al hospital luego de varios días de aislamiento y con cuatro días de haber recibido la noticia de que era Covid positivo, en ese tiempo había desarrollado una neumonía bilateral que realmente no me permitió levantarme de la cama por varios días y llegue a la guardia en muy malas condiciones.
Al ingresar, fue la única vez que dije mi apellido, a partir de ese momento fui Juan, me trataron con una cercanía increíble.
Las 4 horas que pase en un box de la guardia, en donde me diagnosticaron la neumonía y me anunciaron mi traslado a la Clínica Chacabuco fueron interminables. Pensé en tantas cosas y en tantas personas que no creo puedan entrar en estas líneas. Fui casi la única vez que sentí miedo. Porque a partir de allí, enfermeras que venían a cada momento a preguntar cómo estaba, como me sentía, doctores que no paraban de venir y preguntar “como te sentís Juan”, siempre, siempre por mi nombre, ¡hicieron que me sintiera cuidado por gente de una calidad humana increíble!
En menos de dos horas tenía hechas placas, tomografía, habían escuchado mis pulmones en varias oportunidades, mientras en el resto del box, que yo no veía, entraron accidentados, personas que lloraban de dolor, otros gritaban, alguno se quejaba, un señor que entró con un paro cardiorrespiratorio y falleció. Dios mío dame fuerzas, atine a pensar, ante el silencio de la muerte con la que estas personas conviven a diario y tan cerca golpeaba.
Pero ellos, el personal de salud seguía estoico en su función y se paraban en mi box cada pasada por allí a preguntarme como me sentía. El doctor Estebita (así le decían) posee una capacidad para ir resolviendo mil cosas a la vez que me dejo sorprendido, que alguien a quien llaman con nombre en diminutivo pudiera resolver tantas cosas a la vez. ¡El personal de salud es para destacar!
El traslado a la Clínica Chacabuco, fue con tantos protocolos y cuidados que no sabía descifrar que pasaba. Entre el miedo y la tranquilidad que me daba estar tan cuidado, estar consciente y ser trasladado en ambulancia no es un hecho créanme placentero. El ambulanciero me pidió mi número y luego me escribió por si necesitaba algo, cosas de pueblo que suceden.
Ya en la Clínica Chacabuco, donde pasé 13 días, 11 de ellos con oxígeno, en donde cada una de las enfermeras entraba allí con trajes y demás fue lo más parecido a un experimento de película que padecí. Volví a perder el apellido, jamás lo escuché, siempre fui Juan. Parecía que los conocía de siempre, con el correr de los días fuimos familiarizando y nunca más volví a tener miedo.
La doctora Paz Vatalaro pasó cada uno de los días y me llenó de esperanzas y fe, me daba tranquilidad en un lugar en donde uno está solo, su pequeña estatura era inversa a la tranquilidad que me daba cada mañana parada a los pies de mi cama.
Uno allí está solo, mi familia estaba aislada por mi culpa, no podía ir, los mensajes de mis viejos, mis hijas y los pocos amigos que se enteraron me daban fuerza. Solo en forma esporádica mi pareja llegaba con provisiones y aliento, el resto, vía teléfono, que fue mi gran amigo porque además me permitió, cuando recuperé el aire poder seguir haciendo radio.
Créanme por favor, que esto es verdad, no hay joda con el Covid, en mi estadía en la Clínica, en las habitaciones del sector varias personas fallecieron a causa de este. Nunca había visto tan de cerca y tan constante la muerte.
Quiero agradecer a esos tandilenses que día a día, y no es chiste, están en la trinchera cuidándonos, en la trinchera de verdad, en la primera línea en serio, con enfermos de esta terrible enfermedad.
Gracias, a los doctores, enfermeros, camilleros, personal de limpieza, cocina y cada uno de los que día a día luchan por sacarnos adelante en esta enfermedad.
Cuidémonos, sé que el personal no da más, sus fuerzas se agotan y los vi poner el pecho en situaciones increíbles. Gracias nuevamente, ahora públicas por haber cuidado a “Juan” de esta manera a Carolina Muñoz, Marita Polifroni y Gabriela Sewalt.
Juan Pedro Larraburu.