Juan Antonio Salceda
“Un día el turista se va a cansar del salamín, queso y paseo por las sierras”
Rumbo a su centenario la Cámara Empresaria de Tandil inicia un recorrido hacia octubre de 2022 en el que diez personalidades de la ciudad anualmente expondrán sus opiniones respeto a sendas temáticas cruciales para el desarrollo de nuestra comunidad. En este caso se abordán junto al doctor Juan Salceda los siguientes ejes: tránsito. Medio ambiente. Turismo. Educación. Salud. Empresas. Desarrollo. Política pública. Infraestructura. Validad de vida.
Formado en Francia, el reconocido especialista en trasplante de hígado propone un enfoque distinto para que Tandil, desde su belleza natural, ofrezca arquitecturas y vanguardias que le den una nueva identidad ante al mundo.
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La formación del doctor Juan Salceda (42) lo llevó en primer lugar a la UBA, luego al Hospital Italiano de Buenos Aires y más tarde a París, Francia, de donde regresó como cirujano especialista en trasplante de hígado. De ese periplo académico y de su irrefrenable impulso por recorrer el mundo nace su pasión por querer extrapolar las ideas e improntas estéticas que lo conmueven cada vez que le toca ser turista.
Y aunque que no sabe si esos conceptos son practicables (“porque la gente está acostumbrada a un estilo” o porque, tal vez sean meros “delirios” suyos) su confeso “fanatismo” por Tandil y la percepción de que, para bien, nuestra sociedad está cambiando, lo llevan a arrojar definiciones con una fuerte convicción:
-Empecemos por Tránsito. ¿Cuál es la idea?
-Me inclino a pensar las cosas no tan sólo desde la óptica del conductor: prefiero pensar la ciudad para que la podamos disfrutar todos, hablo por ejemplo de hacer peatonal toda la vuelta a la Plaza Independencia. No olvidemos el espanto que fue el centro toda la vida. Casi no se puede ver el cielo por los carteles. Es agresivo. Y lo que costó que 9 de Julio sea peatonal. Sería bueno volver al proyecto de Rodríguez peatonal y redescubrir la plaza, vuelta al perro mediante. Pero hay que caminar.
-La propuesta es sencilla pero incluye el complejísimo desafío de bajar del auto a los tandilenses.
-¡Tienen que caminar! Es increíble: llegan en auto hasta una zapatería, salen y van en auto a otro negocio, ¡que está a dos cuadras! El que vive dentro de las cuatro avenidas casi no debería agarrar el auto. Insisto: imaginemos lo que sería la Plaza, con lo linda que es, si se hace una veredita continua, matando los cordones, con barcitos enfrente y todos caminando, como en Roma. Sería precioso. Pero ni siquiera hay bicisenda.
-¿Es necesaria?
–En algunos lugares sumaria y ordenaría y le daría seguridad a los ciclistas. La bici es una opción que muchos turistas eligen para recorrer una ciudad. A veces leo a los políticos y tanta otra gente hablando sobre el Bicentenario y pienso que este tipo de cosas no pueden quedar fuera de agenda, como el medio ambiente, la separación de la basura y el reciclado. Nadie recicla en su casa, ni en los comercios. Punto Limpio está bien, pero no alcanza. Sé que con la energía se está trabajando con criterio, aunque no debe ser nada sencillo.
Ni cristos ni movedizas
-¿Y respecto al turismo?, ¿cuál sería la herramienta para potenciarlo?
-Potenciarlo es empezar a ofrecer algo diferente. Tal vez sea otro delirio, pero: con lo linda que es Tandil, con el empuje que hay, con la potencia que le da la Universidad, ¿no ha llegado la hora de modernizarnos?, ¿por qué todas las estatuas son religiosas o militares? ¿No se puede llamar a un concurso de artistas plásticos para una estatua, un dedo que irrumpa, una flor, una forma geométrica una cosa abstracta, ¡algo!? Para el Bicentenario hay que buscar un emblema. Así quedó la Torre Eiffel a los parisinos, después de una feria. Hablo de algo hecho por el hombre, algo más que de la Piedra Movediza. Nos falta un buen museo de arte o de ciencias naturales o un edificio moderno actual, ¿no podríamos tener un museo como el de Fangio pero de Tenis? Y necesitamos más agua, otro lago: paso por el ramal H y sueño que lo llenan y que parquizan todo el terreno que va desde ahí hasta Fugl…
-Cualquiera de esas propuestas van a ser criticadas.
-Al principio siempre putean, siempre pasa eso, pero con la calidad de vida y la ciudad hermosa que tenemos no deberíamos desaprovechar oportunidades de estar vigentes y crecer. En cualquier lugar del mundo de una sierra sale un ojo, por ejemplo, y parece que va a ser controvertido y termina siendo un símbolo, instalado ¡Acá seguimos con lo mismo! Ya está. Un día la gente se va a cansar de venir a comer salamines, queso y a ver las sierras.
-Cuando desde el ámbito local se discute un programa a mediano plazo se impone una realidad: las definiciones en temas centrales son eje del estado nacional o provincial.
-Sí, ¿Y qué se puede hacer? Replantearse algunas cosas. Soy un producto y un defensor del rol de la escuela pública y mando mis hijas a San Ignacio porque lamentablemente a aquella la destruyeron. No quiero ofender a nadie, menos a la gente que trabaja por hacerla mejor, pero la escuela pública no es la misma. Y defenderla no es la frivolidad de criticar al que manda los pibes a la privada: si la querés tanto castigá a los atorrantes que en 30 años la destruyeron y no los votes más. Fusionaron escuelas, cerraron otras, sacaron las amonestaciones, promovían a los alumnos por mandato de arriba, ponen un año, sacan un año, que me perdonen, pero para mí defender la educación pública es defenderla como equiparadora de oportunidades, ¡entonces castigá al que la destruye!, lo demás es cháchara.
Sensibilidad al día
-En salud se detecta algo contradictorio en Tandil: siempre hay quejas hacia el Hospital, pero a la vez médicos de centros privados suelen decir a sus pacientes que la atención en el Hospital es igual o mejor.
-Es así. Es una realidad de Tandil gracias a Dios.. Siempre habrá críticas, pero hay más gente agradecida y conforme. No puedo decir si es mejor o peor, pero sí que esta al mismo nivel y que es súper accesible.
-Palabra de médico tandilense. ¿Estamos en Finlandia en materia de salud pública?
-No sé si somos Finlandia, porque errores hay en todos lados, pero que muchos de los médicos de más prestigio trabajen a la mañana en el Hospital y a la tarde en los privados para la gente es una cosa espectacular. Y es algo que va más allá de los médicos: Tandil tiene un sistema de salud integrado espectacular y dos Hospitales (el “Santamarina” y el “DBV”) con muy buena infraestructura. Obviamente, sufre los contratiempos propios de la salud pública, porque debe atender más gente de la que puede, eso es así. Pero cualquiera tiene acceso a la salud más que en muchos otros lugares que conozco.
-Las calles de Tandil evocan a próceres, militares, políticos, abogados, médicos. Pero salvo Juan Fugl o Selvetti los homenajes a emprendedores no abundan. ¿Tiene opinión al respecto?
-Sí. Otra vez: es el doble discurso. A un empresario, como a todos, hay que juzgarlo por lo que hace, ¿no? El empresario se dedica a ganar plata y algunos ven eso como pecado. ¡Y no es así! Por eso acá al empresario le cuesta insertarse. Es un prejuicio que viene de lejos, es más: no sé qué pensaban de Juan Fugl o del viejo Selvetti cuando estaban haciendo camino. Yo si lo cruzo a Bertolín no le conozco la cara, ni sé que hace de su vida, porque no me interesa, pero sé que lo que hizo con los supermercados y las heladerías es extraordinario. Lo mismo el gringo Parasuco en Valle Escondido; vienen amigos de otros lados y dicen “¡Esto es un paraíso!, no existe en otro lado”. Corresponderá al Estado el control y que las cosas se hagan bien pero yo como tandilense disfruto que les vaya bien.
-Siempre se evoca la sensibilidad social de su abuelo y de su padre. ¿Se involucraría en la cosa pública?
-Hubo alguna posibilidad, pero he priorizado hacer lo que sé hacer. Quizá se dé el día de mañana. Hoy no siento que esté fallando a mi viejo ni a nadie porque en definitiva me involucro a través de mi accionar cotidiano, haciendo lo que sé hacer. No me gusta ese vicio tremendo del siglo XXI en Argentina de hacer bandera de las causas nobles buscando una redención personal. ¿Qué es lo mejor que puedo aportar a la salud pública? ¿agarrar un cargo y salir en los diarios?, ¿o hacer lo que aprendí, por lo que me rompí el alma y hacerlo lo mejor que pueda para los pacientes? Me formé mucho con algo que es muy técnico, y que me da placer. Creo que mi rol en la sociedad es hacer lo que sé. Y si de hacer honor a la cosa pública se trata, puedo dar fe que he atendido de la misma manera a la gente en el Hospital que en el medio privado.
Lo mismo puedo decir de la gran mayoría de mis colegas del Hospital.
El Doctor en la tormenta (de ideas)
Aunque de sus expresiones se desprende que no desdeña de las acciones públicas y privadas que convirtieron a Tandil en un “paraíso” turístico para el imaginario porteño (y de otros tantos puntos del país), el doctor Juan Salceda es un convencido que es la naturaleza en sí misma la que hizo de nuestra ciudad un lugar único.
De ahí entonces su insistencia en que el desafío, ahora, pasa por el aporte humano a un entorno natural inmejorable.
“Hay que aprovechar la belleza y la calidad de vida que tiene este paraíso y ser vanguardia y por qué no prender aquí ideas que dan resultado en el resto del mundo”.
-¿Por ejemplo?
-Tandil tiene que generar un lugar que no existe hoy en Argentina, un lugar para las empresas de software -todas, no solamente las que ya están en nuestra ciudad- en medio de las sierras. El Estado tiene que conseguirles un espacio así para que esas empresas, que son grandes generadoras de recursos, se instalen, pero con un diseño joven, tipo Silicon Valley, lejos del centro, no cuatro fábricas en plena ciudad que tapan el sol.
Y también hay que levantar en medio de la naturaleza otra cosa que Tandil no tiene: un gran centro de convenciones -no un hotel-, algo que sirva no solamente a los tandilenses sino para que desde otras ciudades puedan hacer sus eventos aquí.
-Ideas del tipo un Silicon Valley local suelen tener una refutación fatal: se requiere mucha plata.
-Seguramente, pero hay muchísimas cosas que se pueden hacer sin tanto dinero. ¿Acaso (toma lápiz y papel y empieza a dibujar un semicírculo) no se puede armar una estructura metálica sobre el paredón del dique –siempre pelado, sucio- y embellecerlo dándole una imagen de puente, con luces, y generar la sensación de algo mucho más pintoresco?, ¿no se puede hacer en la estación de trenes un lugar de esparcimiento con movidas culturales, cervecerías, actividades de todo tipo?
Y sobre todo, creo que a Tandil le falta agua. No me resigno a que la contención que hace el Ramal H no se pueda transformar en un espejo de agua o que la entrada del arroyo que desemboca en el Dique del Fuerte a la altura de la Sociedad Española –una corriente que es un hilito- no se pueda transformar también en un laguito, como sucede en muchos lugares que por la presencia del agua pasan a ser hermosos, aunque tengan 50 centímetros de profundidad. Pero bueno, a lo mejor, son todas locuras lo que digo…
-¿Cuál es la “locura” respecto al Hospital Santamarina?
-Sueño con que se haga una torre al lado, bah, en realidad no es ninguna locura ni sueño mío porque es un proyecto que ya tiene planos, pero falta el dinero. Sería un avance tremendo, como también lo sería que logremos una internación más grande, quirófanos nuevos, o sea, más infraestructura porque es Hospital un nodo regional que recibe de todas las ciudades periféricas. Pero la salud es, realmente, un pozo sin fondo en cuanto a gastos. No tiene límites. Y en verdad la gestión municipal se ha encargado de mandar un chorro de energía y dinero al Hospital. Y por eso el Hospital siempre crece.