“Ya me mataron en vida. Ahora yo voy a decir mi verdad”, el mensaje del acusado de instigar al suicidio a su expareja
Luego de que la familia de Micaela Alba, la joven madre de tres hijos que se suicidó el pasado jueves, radicara una denuncia para que se investigara su muerte ya que asegura que fue instigada por su expareja, y tras la presencia del padre de Micaela en la fiscalía temática de Violencia de Género atestiguando sobre lo padecido por su hija, el propio acusado decidió hacer su descargo a través de las redes sociales y clamó que es inocente.
Denuncian que una mujer fue instigada al suicidio por su expareja, que tenía antecedentes de violencia
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“Yo no maté a Micaela. Tampoco la empujé al suicidio. Eso pertenece al juicio y a la condena de una sociedad morbosa e hipócrita que encontró en mí un chivo expiatorio. Somos muchos los que dejamos ir a Mica. Ángel Alba (su padre), Sabrina Alzueta Zalacain y Chufi Alba (sus hermanas) y sus amigas cercanas. Sabían que Mica no debía estar sola porque estaba depresiva. El sistema de salud mental, la Clínica de la Comunidad que le dieron el alta livianamente y no hicieron un seguimiento”, comenzó relatando en su perfil de Facebook Gustavo Marani.
Reconoció que “hice cosas horrendas en el marco de una relación tóxica” y aseguró arrepentirse de no haber actuado de otra manera, pero cercioró que nunca golpeó a Micaela. Asimismo, señaló que tampoco hackeó sus cuentas.
Recordó que antes de separarse la relación entre ellos no estaba bien y que Micaela le había pedido hacer un “pacto de respeto” para que ninguno de los dos estuviera con otra persona y así podrían evitar herirse: “Pero hacía 12 días que ella venía conociendo a un flaco de nombre Nicolás”.
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“La tarde previa a la noche en que nos separamos de la peor manera, Micaela le pidió el auto prestado a su hermana, llevó a los nenes a lo de su madre y se fue a cenar con Nicolás. Esto último lo supe luego, aunque yo ya intuía algo. Era martes, me quedé solo en casa y cuando fui a la computadora y abrí Facebook, estaba su cuenta abierta. No pude evitar buscar confirmar mis sospechas y así fue. Me sentí traicionado, decepcionado. El día anterior yo había señado un departamento en Vigil al 700 porque me iba a ir. Me quería ir. Y le iba a dejar la casa ella y los nenes y me llevaba lo mínimo para vivir”, rememoró.
Contó que en ese momento lo invadió la ira, intervino en el perfil de ella y le escribió a Nicolás. Luego, según narró, embaló sus cosas y la esperó despierto, escondido tras una cortina con una máscara y una zanahoria: “No con un cuchillo, no apuñalé ni le pegué a Micaela. ¿La asusté de manera cruel y morbosa? Sí, pero no soy ni golpeador ni asesino”.
“Quienes conocieron a Mica saben perfectamente la carga de violencia que tenía. Pero ninguno menciona esa causa penal que tenía ella por intentar matar a José (el padre de sus hijos) y la novia. Que viajó desde Mar del Plata empastillada y con una navaja para hacerlo y que luego de eso estuvo internada en un psiquiátrico. Hay que hacerse cargo de esa Micaela también”, marcó y agregó: “Yo ejercí una violencia psicológica y verbal esa noche. Me hago cargo. Y me haré cargo de todo ante la Justicia. Pero ella me cagó a trompadas, literal. Y me banque los golpes para evitar lo que de todas formas me terminó pasando. Estar hoy en el banquillo con una acusación social que no me representa y que nada tiene que ver con quien soy realmente”.
Continuando con el relato de aquella noche en la que se separaron, contó que fue a dormir a la habitación de su hija y que escuchó ruidos de vidrios rotos. Cuando se levantó, advirtió que Micaela había roto una botella de Martini y estaba arrodillada apretando algunos cristales.
“La quise levantar y se paró con dos vidrios largos y me amenazó, me arrinconó en la cocina. Le temblaba la mandíbula muy fuerte. Estaba fuera de sí. Ahí la tomé de las muñecas, la tiré al piso y la reduje para que soltara los vidrios. Esa es la situación a la que ella hace referencia cuando dice que la arrastré y la ahorqué. Incluso me clavó uno de esos vidrios en el tobillo, justo arriba del maléolo. Tuve que ejercer esa violencia para que no saliéramos más lastimados ninguno de los dos. No soy héroe ni mártir. Fui una mierda en muchos sentidos. Pero jamás ejercí, ni ejerceré, violencia física contra una mujer. La violencia verbal fue de los dos, la psicológica, también. Esa es la verdad”, aseguró.
Tras la violenta separación, la relación continuó con varios mensajes de correo electrónico, que el propio Marani se encargó de compartir para sostener su defensa.
Luego de narrar la secuencia de los mensajes de texto y de emails, concluyó: “Esa es mi verdad, cruda y miserable de una etapa horrible entre dos personas desequilibradas y enfermas. Salvo lo que sucedió entre cuatro paredes que lo sabíamos ella y yo, el resto está todo en correos electrónicos y SMS. Con todo eso me pondré a disposición de la Justicia para esclarecer todo. Pero no voy a dejar que el linchamiento social me mate, no me voy a dejar quemar en la hoguera porque yo no soy culpable de la muerte de Micaela. Una pérdida innecesaria y triste que arrastra y esconde cosas mucho más oscuras y profundas que ese recorte malicioso de información donde se me acusa de femicida. No soy ni seré jamás eso que dicen de mí, no soy un asesino ni un criminal. Me equivoqué muchísimo en cómo traté a Micaela y no fui consciente de lo profundo de sus patologías. Pero jamás busqué su muerte ni la deseé y aunque nadie ya me crea la lloro desde lo más profundo de mi ser y esta historia me pesará por el resto de mi vida”.
Ya me mataron en vida. Ahora yo voy a decir mi verdad.
Yo no maté a Micaela. Tampoco la empujé al suicidio. Eso…Publicado por Gustavo Marani en Martes, 9 de marzo de 2021