Necrológicas
V JOSÉ HUGO ALZÚ
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El pasado 27 de noviembre de 2019 falleció osé Hugo Alzú, causando su deceso una profunda consternación entre sus seres queridos y amigos. Su familia acercó el siguiente sentido escrito.
“Hugo, Huguito, Hugo Lando, Vasco, hermano, esposo, compañero, amigo, tío, padrazo, el mejor de los abuelos y bisabuelo.
Si nos dijeran que es un chiste, con gusto lo creeríamos. Ya pasaron unos días y parece un mal sueño. Pero no, es real, y ahí viene la parte más dura, porque cuando se trata de una persona buena, generosa, graciosa, compañera, de esas que quedan pocas, es más difícil. Uno pone en puerta su egoísmo y queremos que duren físicamente para siempre. Pero no se puede. Entonces, tenemos que aprender a aferrarnos a todos tus recuerdos hermosos, y saber que siempre nos vas a acompañar en cada momento, como hiciste siempre, pulgar arriba, apoyando todo lo que nos propusiéramos, orgulloso y feliz.
La gente que nos ve, nos da frases alentadoras, nos cuentan historias y nos dicen cuanto te querían, porque si, fuiste una gran persona”.
Sus seres queridos reseñaron sobre sus ochenta y tres pirulos de anécdotas, historias y cuentos. Quedándose con el Huguito sonriente, piluso celeste, reposera, Rocco con correa y controlando todo lo que pasara afuera.
Se quedan con la imagen llegando a casa en bici, cantando o escuchar la frenada del auto, el tango a todo volumen y ahí bajaba, diario debajo del brazo, puñado de caramelos, sonrisa puesta y porque no alguna medialuna para embadurnar en un café. Siempre listo para jugar, reír y hacer alguna payasada.
Y si algún día andaba callado, era cuestión de esperar, tarde o temprano algún chiste largaba seguro. Eso sí, no podía esperar la reacción del otro que él ya te estabas riendo. “¡Cómo te vamos a extrañar! ¡Te amamos Huguito! Ayer, hoy y para siempre”.
V NICOLINA PRIOLETTO VIUDA DE FERRAGGINE
Nicolina Prioletto nació el 1 de octubre de 1945 en Italia, desde donde arribó a la Argentina junto a sus padres con tan solo 5 años.
Fue madre de tres hijos y junto a la familia que formalizó vivieron en el barrio de Villa Italia, hasta que fueron a trabajar como encargados de la Quinta La Florida, propiedad de la Sociedad de Fomento Unión y Progreso. Sus seres queridos la recuerdan con cariño.
V JULIO ANTONIO FUENTES
El 13 de diciembre de 2019 falleció Julio Antonio Fuentes. Había nacido en la ciudad de Balcarce el 9 de julio de 1937, hijo de Susana Elba Ledesma y Antonio Fuentes. Desde muy niño se radicó en Tandil, donde cursó y terminó sus estudios primarios en el Colegio San José.
Desde joven comenzó a trabajar como cadete en la Cooperativa Agropecuaria situada en 4 de Abril y Marconi. Siendo mayor de edad se dedicó a la electricidad, trabajando como empleado de Elpidio Mosca, con quien después pasó a ser su socio.
Estudió de noche en la escuela de Villa Alduncín, pasando posteriormente a la escuela Técnica donde se recibió de Electromecánico, que era su sueño, dejando un lindo recuerdo entre quienes lo conocieron: colegas, clientes y proveedores por su honestidad y cumplimiento.
Su partida dejó un profundo dolor en su hermana Mirta, sus sobrinos Juan José, Mauricio, su sobrino nieto Juan Ignacio y su amiga Elsa que estuvo en los buenos y malos momentos.
V ROBERTA JANSSENS
Falleció en Tandil el pasado 21 de noviembre de 2019, a los 91 años, la señora Roberta Janssens viuda de Verellén, generando la infausta noticia una profunda tristeza en sus hijas Mariana, Daniela, Mónica, Susana, Liliana y Didín; sus hijos políticos Raúl y Gastón; sus hermanos políticos, nietos, nietos políticos, bisnietos, sobrinos y demás familiares.
La familia para recordarla alcanzó hasta esta redacción el siguiente texto. “Roberta Janssens, nuestra Bobby, nuestra ‘Bonne Maman’. Mujer de una generación bisagra. Mujer con educación y belleza sin igual. ‘Joe no se resistió a sus encantos’.
Mujer rica en valores: sonreír, dar, luchar y acompañar. Maestra del ejemplo. Gestante de seis mujeres fuertes, muchos nietos y adoración por sus bisnietos. Te llevamos con nosotros”.
V STELLA MARIS ÁLVAREZ DE OUVRARD
Víctima de una aneurisma falleció el pasado 29 de noviembre de 2019, Stella Maris Álvarez de Ouvrard. Siendo tan joven, con solo 50 años, sorpresivamente se fue de la vida de sus seres queridos.
Había nacido el 15 de julio de 1969 en Tandil, siendo hija de Luis Oscar Álvarez y Dora Genta. Se crió en el barrio de Villa Aguirre, donde continuaba viviendo. Cursó la primaria en la escuela 37 junto a su hermana Silvia. Luego se recibió de tenedora de libros en la conocida Academia Vulcano.
A los 14 años la vida la golpeó con la pérdida de su padre, por lo que a su corta edad comenzó a trabajar en Supermercados Pato B, en el sector de fiambrería, para ayudar económicamente a su madre.
Se casó a los 24 años con el amor de su vida, Humberto Ouvrard, con quien se conoció siendo muy joven: ella 14 y él 17. Fruto de ese amor nacieron dos hijos, Joaquín de 24 años y Candela que era la luz de sus ojos de 9 años.
Se dedicó a ser ama de casa; madre y esposa ejemplar; hacendosa mujer tanto en la costura como en la cocina para su familia siempre.
Presente en todo lo referido a la escolaridad de sus hijos, hoy el grupo de madres del colegio Estrella de Belén, donde concurre su hija a 3 B, la echa de menos. Al igual que amigos, sobrinos, tíos, primos, cuñados, concuñados, hermana e hijos, esposo y madre nunca la olvidarán.
“Stella mi amor dame fuerzas para vivir sin vos. Te extraño mucho. Físicamente juntos la pasamos muy bien, tuvimos buena vida. Ambos disfrutamos nuestros hijos. Te prometo criar a nuestra hija Cande y después reunirme con vos. Espérame. Ya guardé un lugar junto a vos. Te amo. Siempre en mi corazón. Humber”.
V MARGARITA DELFINA QUIROGA VIUDA DE OCAMPO
El pasado 21 de noviembre falleció la señora Margarita Delfina Quiroga viuda de Ocampo, causando un profundo dolor entre quienes la conocían su deceso.
Uno de sus sobrinos acercó hasta nuestra redacción el siguiente texto para recordarla.
“Siempre decíamos con mi hermana que habíamos tenido más de una madre porque desde chicos y durante varios años hasta que nos vinimos a La Plata vivimos con mi abuela materna, mi vieja, mi viejo y mis tres tías.
Esas tías, que son como madres, cuando uno es chico y más cuando la vida no les dio oportunidad de tener hijos, pero les dio sobrinos. Así estuvimos compartiendo el día a día de aquellas épocas de adolescencia en Tandil con la abuela “viejita” Victoria, cómo le decían mis sobrinos, la tía Pety, la tía Amalia, la tía gorda.
La tía gorda que siempre fue flaca, la tía no vidente que había dejado de ver la luz o que apenas sentía un reflejo, cómo ella decía, desde muy pequeñita cuando una meningitis le quitó ese don. La tía gorda para la que siempre fuimos José Enrique y Anita. Nos adoraba y uno se aleja y la vida lo lleva a otros lados y otros pensamientos y otras cosas y vuelve poco y un día la tía gorda no está más. Siempre te voy a recordar gorda, nunca me voy a olvidar de esos días cuando con el tío Roberto, viviendo en La Plata, atendían el kiosco para no videntes en el Ministerio. Mi hermana antes de ir a la facultad pasaba a chequear los billetes y que no hubiese habido estafas. O yo que te iba a visitar todas las semanas y la destreza y el amor con que atendían el kiosko mientras miraba absorto como nada se corría de lugar y todo se le daba al cliente como una persona con sus capacidades plenas. Tardes enteras y charlas.
Tu guiso de albóndigas con arroz en la pequeña casa de la calle 33. Sus idas y venidas todos los fines de semana a Tandil en el Pampa. Tu “¿me miras este pullover a ver si está limpio? Tu dedo adentro del mate para no derramar al servir con la pava. La pregunta infaltable por teléfono ¿cómo está el bailarín? Preguntando por Tomi, mi sobrino.
Pero no cumplí, no hice lo que tendría que haber hecho. Ir un fin de semana, sobre todo en el último tiempo, cuando ya a los casi 90, pero con la lucidez de alguien menor, tuviste que padecer cuidadoras y un corto tiempo de geriátrico. Dejar tu amada casa, que nunca había vuelto a ser la misma desde que el tío no estuvo. Tu casa hecha a pulmón! Si, con el pulmón de ambos a pesar de la discapacidad. Debí haber estado un poquito más, te lo voy a deber. Adiós tía Margarita, tía gorda. Siempre vas a tener un lugar en mi corazón”.
V MARÍA ESTHER SCHANDELER
María Esther Schandeler, “María” como le decían, falleció el pasado 23 de noviembre a los 91 años. Había nacido el 22 de enero de 1928 y se casó con Juan Bautista Delfante, con quien tuvo a sus dos hijas Elsa Ester Delfante y Marta Teresita Delfante; siendo su hijo político Alfredo Leonardo Aguirre y sus nietas Josefina Ester Aguirre y María Soledad Aguirre y sus bisnietos Joaquín y Félix Gómez y Bautista Cambronera.
Trabajó muchos años en el campo con su familia; cuando se vino a vivir a la ciudad puso un kiosco y en sus ratos libres era modista, realizando arreglos con su máquina Singer. Le gustaba leer el diario y no podía faltar la compañía del mate y masas dulces que le encantaban. Cocinando era una genia, y sus alfajores de maicena los mejores.
“Abuela te vamos a extrañar un montón, siempre en nuestros corazones, con el mejor recuerdo. Tu familia”.
V MARÍA ROSA BLANCA DÍAZ DE ARDITO
María Rosa nació en Rauch el 20 de abril de 1942, justo el día en que su querida ciudad también cumplía años. Recorrió sus calles, la plaza, su planta de mora, cosas que siempre recordaba con mucho amor. Estudió en la escuela 1 y siendo muy joven se trasladó a Tandil con su familia.
Conoció a Celso Ardito y hacía casi 60 años que se habían casado en la ciudad. Vinieron Santiago y Stella, a los que cuidó, educó y por sobre todo amó toda su vida. Siempre los incentivó a estudiar, formarse y por sobre todo ser personas de bien.
Luego vinieron su nuera Cristina y su yerno Gustavo, los que junto a sus hijos le dieron lo que ella siempre consideró lo más hermoso que le había sucedido: sus nietos Federico, Ademar, Facundo y Manuel, quienes llenaron sus días de besos, abrazos y mucho amor siempre.
Amiga de sus amigos de muchos años, siempre le gustó estar en familia, con su viejito, sus hijos y sus nietos cosa que tuvo hasta sus últimos días. Amante de los tangos de Gardel pero también del rock que marcó su época. Soñaba con un viaje a la España de sus antepasados y con volver todo lo que pudiera –cosa que hacía seguido- a su Rauch querido, a su plaza, a sus recuerdos de la calle Rondeau o de la escuela 1. Una mujer sencilla y austera que se conformaba y era muy feliz con las pequeñas cosas que le daba la vida y sus amores.
“No está demás decir todo lo que te amamos y extrañamos, tu viejito, tus hijos, hijos políticos, nietos, familiares y amigos. Siempre vas a estar junto a nosotros, siempre en nuestros corazones y en cada cosa que hagamos”.
V JOSÉ MARÍA RIZZARDI
Nació en Tandil el 26 de junio de 1939, hijo de Marcelina Alessi y Carlos Rizzardi, sus hermanos Teresita, María de los Ángeles, Imelda, Margarita y Juan Carlos.
Cursó sus estudios en el Colegio San José, de donde egresó como perito mercantil a los 14 años y entró a trabajar en Metalúrgica Tandil en el año 1953. En 1956 empezó a salir con Ester, y se casaron el 19 de abril del 65. Ya casados, ese año se fueron a Concordia, Entre Ríos, donde nacieron Patricia, Verónica, Virginia, Inés, y Claudia. En 1975 se mudaron a Mercedes, donde nació María José, y en 78 volvieron a radicarse en Tandil, esta vez de manera definitiva, donde nació Tarsicio.
Una de sus grandes pasiones fue la aviación, empezó a hacer prácticas en planeador a los 14 años, obteniendo la licencia de piloto de planeador en 1955, y en 1963 la de piloto privado que le permitía volar aviones con motor.
Los registros deportivos que se certifican a través de la Federación Argentina de vuelo a vela, revelan que en octubre de 1963 obtuvo la “C” de plata número 140, que es un récord por: altura ganada 1900 metros, distancia recorrida 136 km y duración 6 horas, 17 minutos.
Ese mismo año, el 7 de septiembre, día del Metalúrgico, aprovechando el franco, se fue en planeador a visitar a su novia Ester, que vivía en Fulton, despegó en el Club de Planeadores y aterrizó en el campo del abuelo Antonio, en el potrero de enfrente de la casa.
De su otra pasión, la música, y particularmente el tango, disfrutó durante toda su vida, y convidó a sus hijos el gusto por ella, de tal manera que siempre las reuniones familiares se enriquecían con cantos, y en Navidad, hasta el día de hoy se celebra cantando villancicos.
Falleció el pasado 22 de noviembre de 2019. Su esposa Ester, sus hijos Patricia, Verónica, Virginia, Inés, Claudia, María José, y Tarsicio, y sus nietos Agustín, Manuel, Juliana, Joaquín, Catalina, Fermín, Tobías, Benjamín, Facundo, Martiniano, Nazareno, Franco, Juan Cruz, Justina y Emilia lo recuerdan con amor y agradecimiento.
V RAÚL HORACIO MIRANDA
Raúl Horacio Miranda, más conocido como “El Conejo Miranda”; para sus cuatro hijos: Mariana, Mauricio, Mónica y Marisa, era “papá”. Nació y vivió gran parte de su vida en María Ignacia Vela, tuvo una infancia difícil, su escuela fue la calle y comenzó a trabajar desde temprana edad.
Algo lindo para destacar de su niñez, fue haber conocido a Olga Beatriz Pose, con quien se reencontró en la adolescencia y tiempo después se casaron en la ciudad de Ayacucho.
Como la mayoría de las personas, tuvo cosas buenas y malas, pero le enseñó a su familia a ser buena gente, a ser honrados, quizás no fue el padre más charlatán y compinche del mundo, pero fue de ellos y lo que hizo por sus hijos fue lo mejor que él pudo hacer.
“Le gustaba tocar la guitarra, según contaba aprendió de oído. Recordamos cuando éramos niños y le pedíamos que tocara alguna canción que nos gustaba y en pocos minutos él lograba tocarla como si la conociera. Ese era nuestro papá, y así nos gustaría recordarlo”, señalaron sus deudos.
Con sus grandes y fuertes manos, que delataban a simple vista la clase de trabajos rudos en que se desempeñó siempre. Hasta que una enfermedad terrible lo fue apagando poco a poco.
El 26 de noviembre de 2019 partió. “Como la mayor de mis hermanos, puedo decir que estoy segura que este donde este, ya no hay más dolor. Me lo imagino con su cara regordeta, sonriendo y saludándonos desde algún lugar. El pasado viernes 20 de diciembre, nuestro papá, para muchos “El Conejo Miranda”, para otros Raúl, habría cumplido 74 años. Siempre estarás presente en nuestros corazones papá. Hasta siempre. Tus hijos”.