Necrológicas
V PATROCINIO LUCÍA IGLESIAS
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Patrocinio Lucía Iglesias, más conocida como ‘Patro’, nació el 26 de diciembre de 1923 en María Ignacia, estación Vela. Hija de Miguel Iglesias y Patrocinio Castellanos, vecinos residentes de La Pastora, dueños de un campo donde ella creció junto a sus hermanos. A los 20 años se trasladó con sus padres a la casa de Maipú 461, en la ciudad de Tandil.
Patro cursó sus estudios secundarios en el Instituto Julia, donde se recibió en el oficio de Corte y Confección. Título que le sirvió para ejercer su profesión y emprendimiento de alta costura en principio en su casa paterna.
Más tarde, el 9 de Julio de 1960, inauguraron junto a su socia Rosita Colantonio, la primera boutique de Tandil: Boutique Pat-Ro, donde presentaban las marcas de primera línea de grandes confeccionistas. Fueron pioneras en los primeros desfiles de moda en la ciudad también. Al poco tiempo su socia tuvo que abandonar el negocio por temas familiares, aunque siempre quedaron amigas. Y ‘Patro’ supo hacerle frente al negocio por 56 años, en uno de los locales de Galería Italia, sobre calle Pinto, vistiendo a una selectiva clientela.
A sus 44 años se casó en primeras nupcias con quien fuera a ser su compañero de vida y negocios, Delfino de la Fuente. Grandes luchadores que disfrutaron de familia, amistades y viajes tanto de disfrute como de negocios. Juntos asistían a los desfiles de cada temporada en todo el país e internacionales.
A los 92 años perdió a su compañero de vida, Delfino, quedando acompañada por sus sobrinas quienes la cuidaron hasta el pasado 5 de mayo del corriente año, día en que a sus 96 años, su parte no física descansa en paz.
Una persona fuerte, de negocios, como mujer de su época había pocas con ese espíritu. De particular carácter que le ayudó en su trayecto y muchas veces la alejó de personas. Un carácter que siempre se entendía pero pocos toleraban. Y así la van a recordar, con ese carácter y con esa fortaleza.
Gracias a Amelia, Graciela y Matilde, sus sobrinas, por cuidarla en estos últimos años donde ella ya no pudo sola.
V MIGUEL A ALCETEGARAY
Miguel Ángel Alcetegaray, nació en la ciudad de Rauch el 18 de julio de 1963, siendo residente en Tandil desde el 1998. Fue padre de seis hijos: Luis Miguel, Anabella, Ezequiel, Jazmín, Josué y Samuel. Abuelo de ocho nietos: Tatiana, Lautaro, Valentín, Juliana, Elías, Mateo, Amira y Theo.
Le gustaba mucho era ir a pescar, criar animales, tener su huerta, los asados en familia y su amada profesión fue la albañilería.
Era muy querido por sus vecinos, siempre muy alegre y dispuesto a ayudar, desde su humildad. Eternamente amado por sus hijos, nietos, nueras y yernos. “Estarás siempre presente con una sonrisa en toda la familia”.
V CATALINA EYHERABIDE
Catalina Eyherabide, ‘Catita’ para aquellos que la conocían, falleció el 14 de mayo de 2020 a los 93 años. Con ella se fueron sus historias pero dejó grandes enseñanzas para aplicar en la vida diaria. El dolor de perder a su esposo de tan joven no le impidió bajar los brazos, garra y fuerza siempre le sobró para salir adelante.
Ni siquiera el cansancio pudo jamás robar su fuerza y la capacidad de sonreír. Con 93 años disfrutó siempre cada momento, cada instante. Quedaron sus dos hijos, siete nietos y tres bisnietos que la recordarán y siempre la tendrán presente, porque se fue y se extraña.
“No estarás presente físicamente pero seguirás estando viva en nuestros corazones ya no hay más abrazos, ni besos, tampoco tus mensajes de whatsapp preguntando por nosotros. Como te vamos a extrañar Catita. Nos cuesta despedirte porque te queríamos acá, eterna, pero tenemos que aceptar la vida tal cual es. Nos reconforta creer que estas con el amor de tu vida, el abuelo Pichón, después de casi 50 años se volvieron a encontrar. Que feliz estarás. Prometemos llevar tu sonrisa siempre en nuestro corazón. Solo muere quien es olvidado y nosotros nunca te vamos a olvidar. Pasaste de vivir entre nosotros para vivir en nosotros. Te amamos por siempre. Tu familia”.
V JOSÉ HUMBERTO AMADEO D´ANDREA (PEPE)
El pasado 12 de mayo falleció José Humberto Amadeo D’Andrea, más conocido como ‘Pepe’, en la serenidad de su hogar, a pocos metros de la casa que lo había visto nacer 87 años atrás.
Con apenas 5 años, nació el 26 de enero de 1933, había migrado junto a su familia a Italia, de donde eran oriundos sus padres. Vivió en Santeramo y allí transcurrió su niñez y adolescencia en los duros tiempos de la Segunda Guerra Mundial. Tardaría 63 años en regresar en un emotivo viaje junto a sus hermanas a ese pueblo de la Puglia, en la provincia de Bari, para reconstruir en vivo, con una memoria fotográfica, cada uno de los detalles de la iglesia y de la plaza.
Con 17 años, de regreso a la Argentina, se formó como sastre y con ese oficio se incorporó, años después al Ejército.
Fue la misma actividad, entre agujas, tijeras y dedales, la que lo acercó a Mary, con quien se casó y formó su familia.
Transcurrieron los años, los distintos destinos de su carrera militar: Campo de Mayo, Azul, Neuquén, nuevamente Tandil. Destinado a Intendencia, terminó ocupándose del servicio de finanzas del Ejército, era “el que pagaba los sueldos” como muchos lo recuerdan. Se retiró como Suboficial Mayor, tras haber transitado 30 años de servicio.
La familia fue creciendo con la llegada de sus tres hijas, los yernos, los nietos y los bisnietos.
Cuando perdió a su compañera de vida, ya con sus 80 años, se le atrevió, con la frescura de un chico, a las nuevas tecnologías y aunque no se terminó de amigar con el celular, de la mano del solitario y el ajedrez incursionó en la PC y se le animó a Internet. Se sumó a los talleres de italiano y de historia para adultos mayores de la Universidad, se convirtió en asiduo asistente de las reuniones en la Asociación de Regiones Italianas, para revivir la lengua de su infancia y juventud. Tramitó orgulloso la ciudadanía italiana para legársela a sus nietos.
Amante de los higos y de las castañas, lector furtivo que supo infundir en quienes lo rodeaban el gusto por los libros, fanático de Boca y enemigo de los árbitros que “bombeaban” en su contra”.
“El abuelo Pepe se fue al cielo”, como lo explican en la simpleza y la claridad de su lenguaje infantil sus bisnietos. Nos abandonó físicamente, pero nos dejó su sonrisa franca, su mirada serena, su enorme bonhomía que seguirán vivas en el recuerdo de quienes lo conocieron y de quienes compartimos con él tramos del largo camino recorrido.
V ALBERTO RAÚL SILVA
El domingo 3 de mayo a la edad de 72 años, falleció Alberto Raúl Silva. Había nacido un 2 de abril en Coronel Pringles, pasando su infancia en Buenos Aires, siendo el mayor de seis hermanos.
A los 37 años vino a Tandil con su familia y junto a su esposa Norma, tuvieron tres hijos: Analía, Damián y Alejandro, quienes le dieron seis nietos Gianluca, Aixa, Sofía, Juliana, Mía y Tobías.
Gran parte de su vida la dedicó a la Panadería, enseñando el oficio a sus hijos. Siempre pendiente del bienestar de quienes los rodeaban y de sus nietos. Amante del Ford y de Boca. Un tipazo para muchos, el mejor padre, el mejor abuelo. Tantas anécdotas de vida, tantas risas en esos almuerzos, como olvidar a alguien tan presente.
“Te fuiste, y nos dejaste un dolor inmenso. Te recordaremos como Raúl el gruñón, el bondadoso, el compañero y un gran amigo. Tu esposa Norma, tus hijos, tus nietos, tu yerno y nuera, te aman y te recordaran todo los días. Que en paz descanse”.
V ANÍBAL VARGAS
Aníbal Vargas, llegó a la vida el 17 de abril de 1929 en el pueblo de Urdampilleta. Era hijo de Bartolo y Casilda. Pasó su niñez en la zona rural junto con sus siete hermanos, donde aprendió el trabajo de campo. Cumplidos sus 9 años de edad se mudaron a Tandil donde se desempeñó desde adolescente como albañil. Trabajó en distintas obras en la ciudad y construyó su casa en la zona de Villa Italia. Años más tarde comenzó a dedicarse a la compra y venta de diversos bienes para la construcción. Durante mucho tiempo acudió a los remates de “Wenceslao Fernández” donde se hizo muy conocido y querido por sus pares compradores. No había un sábado que Aníbal no concurriera a las famosas licitaciones que se realizaban sobre numerosos productos.
Conoció a Clara Elvira Mazza, con quien se casó en nuestra ciudad. Fruto de ese amor nacieron María Elvira y María Cecilia. Disfrutó de la familia, con hijos, hermanos y sobrinos, en las reuniones festivas.
Ya jubilado, disfrutó la compañía de sus nietos Braian y Milagros con quienes le encantaba jugar al truco, a la escoba y al chinchón. Recibió mucho cariño de su familia y siempre fue una persona fuerte, alegre y feliz, que transmitió los valores de la sencillez y la humildad. Partió el 11 de mayo de 2020, a los 91 años de edad.
“Querido abuelo, siempre te recordaremos con una sonrisa. Te vamos a extrañar mucho. Tus hijos, tu hijo político Marita, Cecilia y Raúl; tus nietos: Braian y Milagros; tu familia y amigos. Te amamos, esperamos que estés descansando en paz en compañía de Dios y tus seres queridos”.