La estrategia electoral del Frente de Todos: inocular votos y cosechar impunidad
La semana política estuvo casi planchada en comparación a los álgidos días anteriores. A los encendidos debates entre reaccionarios y moderados en la agenda mediática, se le sumaron fotos de buenas relaciones en el viejo continente que adornaron la rutina de malabares de Alberto Fernández con la que busca alcanzar un acuerdo por la deuda, sin crispar el contexto político interno, o sea el del país y el del propio Frente de Todos.
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Con los ojos puestos en la gira presidencial por Europa, el sistema político en Argentina anduvo más despacio pero no se detuvo. En el Congreso, el kirchnerismo impulsó una cruzada de tinte rosista y logró aprobar en soledad el proyecto de superpoderes con el que plantea conseguir revancha tras el fallo de la Corte por las clases presenciales en CABA.
La iniciativa, que otorga al Poder Ejecutivo facultades para decidir sobre las zonas de alerta epidemiológico tuvo dictamen favorable en la comisión del Senado y ahora espera tratamiento en el recinto. ¿Y la construcción del federalismo? ¿Y la autonomía provincial? ¿Y la Constitución? Preguntas que seguramente debe hacerse un hombre del derecho como Fernández al analizar proyectos obligan al Congreso a delegar competencias que no tiene.
La otra nota de la semana la dio el procurador del Tesoro de la Nación, Carlos Zannini, que no sólo aseguró que no se arrepiente de haberse vacunado cuando no le correspondía sino que además reveló que le dijo a Horacio Verbitsky, otro de los “adelantados” en la fila, que no debía sentir culpa porque es “una personalidad que necesita ser protegida por la sociedad”.
Ladero de la vicepresidenta y jefe del estudio jurídico más grande del país – a Zannini le responden más de 7 mil abogados – es un candidato ideal para la India, país conocido por su régimen de castas. Con nada de pudor a la hora de exhibir su impunidad, se suma a la lista de representantes de un Gobierno que sigue un rumbo poco empático e indiferente con una sociedad que ve morir a quienes no tuvieron una vacuna a tiempo. Luis D’Elía debe estar asqueado al ver cómo gobierna esta nueva oligarquía que se autopercibe como superior.
En la misma línea de Zannini se mostró Carlos Bianco, el jefe de Gabinete de Kicillof, quien criticó la vacunación de Macri en el exterior y dejó en claro la lógica de la campaña del kirchnerismo en la provincia de Buenos Aires: una vacuna, un voto. “Ellos (la oposición) inoculan odio y nosotros inoculamos amor”, dijo y reafirmó que los tiempos cambian. Antes el peronismo hacía política con alpargatas y pelotas de fútbol, hoy lo hace con las vacunas, si es que las consigue.
En territorio bonaerense, de acuerdo con el sondeo de opinión de Synopsis, el 17% de los votantes del Frente de Todos afirman estar desencantados y aseguran que buscarán otras opciones mientras que el 15% dice estar en duda con la gestión de su espacio ¿Los motivos? La corrupción, la necesidad de mejorar los ingresos y mejorar la educación para sus hijos.
En este contexto Fernández volvió con recibimientos de lujo para mostrar. Recibimientos comunes a la reglas de la diplomacia internacional; a la diplomacia que funciona, no la de Solá. Como los que tuvo Macri, y por los que el gobierno anterior se entusiasmó con esperar una lluvia de inversiones que nunca llegó.
Sin embargo, dentro de la incertidumbre que se vive en el contexto pandémico al menos se sabe con certeza dos cosas. Una, que el puente de tiempo que anhela Guzmán para atrasar el vencimiento de deuda con el Club de París tiene los planos casi aprobados. La otra, que Fernández fue recibido por sus pares y por la directora del Fondo Monetario Internacional como un Jefe de Estado. ¿Habrá sido visto también como un líder? ¿Habrá sido recibido como la persona que puede sostener a Guzmán? El hábito, no hace al monje.