Falleció el reconocido dirigente justicialista Juan Mario Pedersoli
Juan Mario Pedersoli falleció en la madrugada del jueves en Tandil. Se encontraba internado en la Nueva Clínica Chacabuco con Covid-19.
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Pedersoli, de 75 años, tenía una dilatada trayectoria en la política local, provincial y nacional.
Abogado de profesión, recibido en la Universidad Nacional de La Plata, fue Presidente del Honorable Concejo Deliberante entre 1983 y 1987.
Siempre entre las filas del Partido Justicialista, Pedersoli fue Secretario del Senado Provincial (1987/1989), Senador provincial (1989/1993) y convencional Constituyente en 1994.
Además fue vicepresidente de la empresa de energía eléctrica de la provincia (ESEBA, 1994/1998) y presidente del Ente Regulador del Agua (1999-2003).
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Entrevista en Historias y Opiniones, en junio de 2016
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Nota realizada en El Eco de Tandil, en agosto de 2013
Juan Pedersoli, uno de los políticos tandilenses que ocupó los cargos más importantes y desde hace tiempo está fuera de todo. ¿Sufrió mucho?
-Para nada. Además sigo en política, no activamente en estructuras, pero sigo militando no diría desde la academia -porque sería muy presuntuoso- pero sí desde charlas y seminarios. Y no se sufre nada por perder el poder.
-Vamos, Pedersoli.
-Se lo voy a decir con toda sinceridad (aclara la voz y sube el tono): ¡No se sufre nada!
-Qué raro. Todos se desesperan por retener el poder.
-Sí, ¿sabe por qué? Porque no encuentran el camino paralelo del poder. Y yo lo encontré.
-¿Cómo es eso?
-Cuando estaba en la mitad de mi mandato en el Ente Regulador me puse a estudiar. Soy magister de la Universidad de Carlos III, la París X, traté de ampliar el camino: si el camino del poder o de las estructuras gubernamentales no era, había otras posibilidades para hacer cosas y sentirse bien. Y en ese camino también están mis afectos. Hoy mis más grandes afectos son mis nietos y me vuelco más a ellos que lo que pude volcarme a mis hijos cuando trabajaba todo el día en política.
-Se dio cuenta a tiempo.
-Es que la política es ingrata y yo veía que mucha gente tenía que dar explicaciones de por qué estaba donde estaba. Yo no tengo que dar ninguna, gracias a Dios: por suerte siempre estuve en el mismo lugar, fui un hombre de Duhalde, me mantuve con él, fui un gran amigo de Menem y…
-Y quedó pegado a la década del ‘90.
-Lógicamente. A una década importante y muy cuestionada, lo reconozco; y con muchísimos errores. También lo reconozco.
-Varios pidieron su nombre para esta entrevista. La mayoría no peronistas. ¿Qué está pasando?
-(Risas) Lo dice el refrán popular: “No hay peor astilla que la del propio palo”.
-¿O será que Laclau tiene razón y el poder es confrontación? Entonces ahora lo quieren.
-No, no. El poder no es confrontación. Yo no lo quiero a Laclau, bah, no lo quiero: no me gusta su pensamiento; para mí el poder es convencer, disuadir, dialogar. Yo a los adversarios siempre los respeté, pero ¿sabe por qué me tienen estima? Porque a los que más respeté fue a los que siempre fueron auténticos -algunos se vinieron para mi lado, y esos ya no eran auténticos- Yo respeto la autenticidad del pensamiento.
-Usted tuvo –voy a decir casi un eufemismo- mucha vehemencia en sus opiniones. ¿No cree que algunos arrebatos verbales o gestuales le salieron demasiado caro?
-Vamos por parte: sí, fueron excesos de juventud. No debiera ser así. Cuando me rebelo, me enojo y me excedo en lo que digo. Pero no creo haberlos pagado caro ni barato: han sido resultado de mis pensamientos, quizás dichos con demasiada vehemencia pero de todas maneras ni quita ni pone a mi actuación política. Puse más vehemencia en tratar de llevar cosas para mi ciudad que en las expresiones o acciones críticas.
-Doctor, algunas humoradas suyas fueron casi un sincericidio.
-Sí, sí. Porque soy un hombre de humor. Y además de eso porque creo que la política caracúlica no existe, me mataba de risa, por supuesto, siempre me he reído y siempre me río. Además me hace bien a la salud. Y si alguien se sintió ofendido, le he pedido disculpas.
-¿Alguna vez pidió disculpas?
-Sí, he pedido disculpas. Pero, escúcheme: ¡Esas cosas no fueron lo relevante de mi actuación! Hubo expresiones demasiado vehementes, seguro, pero a lo mejor hasta fui un adelantado de algunos políticos que hoy hay en la Argentina que dicen cosas peores que yo, pero ellos con cara seria.
-Y usted sí que sabe bien lo que es tener detractores.
-Sí. He sido una persona polémica. Porque no tengo medias tintas, digo lo que pienso y lo que siento; no soy una persona gris: soy blanco o negro.
-A lo mejor no le hubiese venido mal un asesor que pudiera decirle “Choli, estás equivocado”.
-Y sí, claro. Pero uno en el envión del trabajo y del convencimiento de lo que uno cree por ahí no escucha. Esa es la verdad. Soy arisco para esas cosas. Yo no me entregaría por ejemplo en las manos de un sociólogo -con todo el respeto que le pueda tener- para que me diga “hacé esto, hacé aquello”. No me sentiría bien. Y no me arrepiento. No he perdido nada, nada más que tiempo.
-De acuerdo a sus explicaciones no tendría que ver mal la vehemencia de un pibe de la Cámpora, aunque la exhiba desde las antípodas de su pensamiento político…
-Y sí, claro, yo tuve mis bríos también, y no conozco a los pibes de La Cámpora pero lo que pasa es que para eso estamos los más grandes, para poder aconsejar, para hacerles saber que el enfrentamiento no lleva a buen término nunca. Pero tampoco quiero que el no asentimiento hacia el pensamiento de algunos sectores jóvenes como el de ellos se transforme en un pensamiento gorila, porque entonces volvemos otra vez al ’55.
-Vamos a dejar acá. ¿Cuáles son en su vida política los “no supe, no quise, no pude”?
-No supe de qué manera convencer a ciertos compañeros por dónde teníamos que caminar para tener un peronismo más exitoso. No quise ofender a nadie. Y no pude hacer todo lo quería hacer. Pero hice mucho. u
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“Choli”, en la casa de Néstor y Cristina
En plena dictadura militar, el joven abogado Juan Mario Pedersoli interpuso varios hábeas corpus para intentar la aparición de detenidos por el Proceso. En plena década del 90’ la misma figura –ahora político importante del presidente Menem y el gobernador Duhalde- afilió al peronismo a Julio Zanatelli.
¿Qué lo llevó a semejante contradicción? En el diván, Pedersoli insiste en que no hubo contradicción.
“Pedí hábeas corpus por compañeros y por gente que no eran compañeros, porque era mi deber como abogado y como ser humano”.
-Y luego quedó pegado a un hombre del Proceso en los 90.
-Yo no quedé pegado a ningún Proceso. Porque cuando apoyé a Zanatelli y lo afilié al peronismo por orden de Menem y Duhalde, en definitiva él había ganado con el voto popular. Y yo creo que el voto popular es sagrado. ¿Por qué es sagrado? Porque cuando el voto popular es negativo sigue siendo sagrado.
-Pero quedó eternamente etiquetado como un hombre de derecha.
-Yo soy un hombre de bien, no de derecha ni de izquierda. Creo en los derechos humanos. Y si hiciera falta hacerlo de nuevo volvería a pedir los hábeas corpus, con las dos manos. ¿Y de qué me han etiquetado?
-Usted lo sabe, doctor.
-Yo quisiera ver los progres esos que usted dice que me han criticado…
-Algunos son los que están en el poder.
-No sé cuáles. Pero yo quiero saber esos cuántas acciones en defensa de los compañeros desaparecidos han tenido. Yo algunas hice. Hubo otros que se escondieron debajo de la cama. Ni sé si eran progres en esa época. Serán ahora.
– Lo que sucede es que usted apostó con todo a ser neoliberal.
-¿Qué es eso de neoliberal? Esas clasificaciones son decimonónicas, eso no tiene ningún sentido, hoy el mundo camina a otras velocidades, no se puede seguir calificando de derecha o de izquierda como en la Francia Revolucionaria (risas), eso es toda mentira. Yo no resigné mi peronismo, porque además desde mi peronismo yo no coincidía con este modelo kirchnerista, sobre todo conociendo a algunos actores, habiendo estado en la casa de los Kirchner, como he estado.
-¿En la casa de los Kirchner?
-Por supuesto. Estuve con ellos, en Santa Cruz.
-¿Lo trataron bien?
-Excelente. Los dos. Los dos fueron convencionales conmigo en la reforma de la Constitución, en 1994, y me recibieron en su casa. Y no me habrán recibido porque yo era lindo, ¿no?
-¿Ya estaba la bóveda?
-Calculo que no. Yo no la vi (risas).u