La idea del Lunghi eterno fagocitado por el fuego amigo
Por Guillermo Liggerini
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“Acordate Miguel, no te vas a ir del Municipio sin afrontar una interna”. La frase, a modo de sentencia anticipatoria, se la dio un reconocido correligionario que no suele asomar la cabeza, pero que sabe de los humores comiteriles, al pediatra que desde 2003 trabaja de intendente y ha forjado un liderazgo que, hasta aquí, parecía indiscutible, indiscutido.
Pero los chicos crecen, y sus respectivas aspiraciones también. Entonces aquellos que hasta ayer se recostaban en la convicción como en la comodidad detrás de la inalterable imagen positiva del “hombre que hacía falta”, han comenzado inquietarse y despabilarse porque no están dispuestos a sostener la idea de “Lunghi eterno”.
El debate intestino del radicalismo serrano por la asamblea convocada por las autoridades del Comité, en consonancia con los designios del jefe comunal, resultó una mera excusa para echar a rodar la pelea de fondo. La carrera por la sucesión comenzó y ya nada será igual en las huestes del oficialismo.
A decir verdad, las diferencias ahora afloradas venían olfateándose, los protagonistas lo padecen desde hace rato, solo que ahora precisamente los intereses encontrados han quedado expuestos en lo que resulta un tablero de ajedrez que los radicales bien saben manejar las respectivas piezas con mayor o menor delicadeza, según la conveniencia.
Desde que Marcos Nicolini fue jefe de Gabinete comenzó a respirarse un tufillo en ese sentido, con funcionarios de primera línea que lo ninguneaban en su rol -o al menos así él lo sentía-, lo que provocó que el propio Nicolini decidiera retornar al Concejo y, desde allí, hacer su juego para que no lo siguieran raleando.
Ahora, asesorado por un grupo de radicales no adictos el lunghismo, encontró el empujón que necesitaba para empezar a ser protagonista de aquella partida de ajedrez que promete jugadas más sutiles, o de las no tanto, en pos de marcar la cancha.
El intendente del Bicentenario
Ya uno de los propósitos del faltazo y los cuestionamientos a la asamblea fue cumplido: Lunghi finalmente aceptó y declaró a viva voz que, si la biología lo acompaña, tiene intenciones de un mandato más.
Era un secreto a voces que en la ciudad soñada, el sueño de Lunghi es llegar a ser el intendente del Bicentenario. Ya no se conforma con ser el hombre que más elecciones consecutivas ganó y el que más tiempo estuvo sentado en el sillón de Duffau. El mes que viene cumplirá otro record: superará a Julio José Zanatelli en tiempo de mandato contabilizando el de facto y los democráticos, que gobernó al exteniente coronel devenido en vecinalista, justicialista y lo que el pragmatismo político requería.
Su vida política -y personal- está atada al citado sillón de calle Belgrano y ese nuevo desafío que el pediatra ha emprendido justo a tiempo, cuando las legislaturas resolvieron decir basta a las reelecciones indefinidas. A Lunghi le queda una bala más. Una elección más. Y la va a jugar si su salud lo acompaña.
Hasta ayer apenas coqueteaba con dicha idea. Incluso algunos lo argumentaban con la teoría del pato rengo (aquello de no soltar el poder para que los aspirantes no se transformen en depredadores que conspiren contra la actual gestión). Pero ahora ya se vio obligado por las circunstancias, por la jugada de Nicolini y compañía, a exponer su verdadera intención.
Para seguir diferenciándose, Nicolini, en tanto, emprende su propia agenda desde la presidencia del bloque, consiguiendo que la mayoría lo acompañe (un dato nada menor). Desde la banca, por caso, marcó diferencias a la hora de aprobar el Presupuesto y ahora nomás no tuvo empacho en citar al presidente de la Usina, Matías Civale (con quien más diferencias mantuvo y mantiene puertas adentro del Gobierno), por un engorroso como polémico contrato acerca de la sociedad entre Usicom y Clear por el relleno sanitario.
También es cierto que los díscolos radicales encontraron el escenario propicio. Ahora forman parte del frente Cambiemos y, en ese tren, ya salieron a timbrear con los nuevos socios del PRO que gobiernan la Provincia y la Nación.
Igualmente, en ese contexto aguardan señales claras de Vidal y compañía. A más datos: hasta donde están dispuestos a apoyar la figura de Nicolini como la cara de la renovación, como eventual competidor de un Lunghi al que lisa y llanamente no digieren (el pediatra hizo lo suyo para ese mal trago), pero del que tampoco se sabe hasta dónde estarían dispuestos a despegarse ahora que está de su lado y el caudal de votos sigue siendo, como la imagen citada, inalterable.
Una jugada arriesgada
Los más osados que rodean al virtual competidor del pediatra le sugirieron una jugada que literalmente patearía el tablero. Renunciar a su actual banca (le quedan dos años más) y presentarse como candidato en las venideras elecciones legislativas. Competir en las PASO en la lista del PRO contra los candidatos que ofrezca el lunghismo. Los entusiastas de dicha iniciativa le dicen que él -Nicolini- es el que mejor mide frente al resto de los delfines del mandamás, quien obviamente volvería a poner su cuerpo como lo vino haciendo en las once elecciones consecutivas que el radicalismo festejó.
Si gana, claramente sería el candidato natural a sucederlo en el trono de calle Belgrano. Si pierde no derrocharía tanto su potencial (ya ha quedado expuesto como el futuro competidor) y seguiría con vida por competir en 2018, con Lunghi o quien este ungiera dentro del radicalismo.
Se dijo: es una aventura osada. Y por estas horas resultaría casi utópico creer que una personalidad como la que hasta aquí expuso Nicolini esté dispuesta a jugar semejante partida. De a poco se ha animado a desafiar con algunas estrategias pensadas, pero semejante atrevimiento no cabría aún en su construcción política.
La oposición, obnubilada
El inédito escenario político, que ya se palpita, genera lógica intriga en la oposición. Por un lado celebra y se frota las manos porque por primera vez en 14 años el lunghismo muestra con nitidez su grieta, lo que presupone una debilidad a la hora de poder asumir y meter sus propios asuntos en la agenda política con la complicidad de aquellos radicales ahora con signos rebeldes.
Los más optimistas consideran que la exposición de sus diferencias podría fastidiar o espantar al electorado, que invitaría entonces a pensar en otras alternativas políticas.
Los más pesimistas -para muchos serían los más realistas- el escenario que protagoniza el radicalismo los llevaría a que sus chances de suceder a la gestión radical fuera cada vez más cuesta arriba.
De seguir exponiéndose estas diferencias dentro Gobierno llamaría a que por lógica consecuencia la atención mediática y la respectiva opinión pública quedara narcotizada por esta puja intestina, empujando casi al ostracismo a los dirigentes con potencial o aspiración a ser alternativa de gobierno.
“Si esta puja se profundiza y Nicolini se anima a afrontar a Lunghi, habrá radicalismo para rato y vamos a tener que competir por 2023”, confió uno de los cuadros justicialistas más prometedores, que debe lidiar con su sentido de pertenencia frente a un electorado tandilense esquivo a la fuerza que él representa y se identifica.
Son tiempos de real incertidumbre en el mosaico electoral vernáculo con el aditamento de una interna radical expuesta. La idea de Lunghi eterno divide las aguas, el fuego amigo ha comenzado a propagarse.
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