La canasta básica y Precios Cuidados, cuestionados por no cumplir con los requerimientos nutricionales
“Además de cuidar el bolsillo, deberían cuidar la salud”, sostuvo una nutricionista y profesional gastronómica luego de un minucioso análisis. Distinguió la carencia de nutrientes y la relacionó con la falta de educación y con la obesidad infantil. Además, tres investigadores experimentaron en carne propia y debieron abandonar el desafío.
La Canasta Básica Alimentaria (CBA) y el Programa de Precios Cuidados (PPC) son propuestas cada vez más cuestionadas desde el punto de vista de la nutrición para la sociedad.
Recibí las noticias en tu email
La primera está definida como el conjunto de diversos alimentos, expresados en cantidades suficientes para satisfacer las necesidades de calorías de un hogar promedio. Cada seis meses, el Indec informa el costo de este conjunto de productos y en base a ello, se definen también los parámetros de indigencia y pobreza que tiene el país.
Según está referido a raíz de su creación, el parámetro está compuesto por 58 alimentos que proveen 2.700 calorías diarias a un varón adulto de 30 a 59 años, mientras que una mujer de la misma edad necesita el 76 por ciento de esa cantidad.
Por su parte, los Precios Cuidados han sido desarrollados por el Gobierno nacional en 2014, con la intención de aminorar los gastos en comida, bebida, productos de limpieza y otros elementales básicos de un hogar. Al principio alcanzaba a 31 productos de almacén, 8 bebidas, 12 cortes de carne, 12 lácteos, 10 de verdulería y 5 de panificación, entre los comestibles. Si bien actualmente ha pasado de 100 a 311 artículos en total, lo notable es que se ha disminuido el acceso a frutas y verduras, poniendo a disposición solamente papa, cebolla, zapallo y manzanas.
A raíz de estas composiciones, varios nutricionistas, investigadores y expertos en pobreza e inclusión social han manifestado su descontento y que tanto la CBA como el PPC representan un mínimo alimentario a partir de un patrón de consumo y no una dieta suficiente en todos los nutrientes.
“A la Canasta Básica la están basando más en el hábito actual de consumo de la gente y no en lo que debería ser nutritivo correspondiente a las Guías Alimentarias para la Población Argentina (GAPA)”, explicó Giuliana Passadore, nutricionista y profesional gastronómica en esta ciudad.
La especialista analizó que estos desarrollos podrían ser una oportunidad de poner a valores más baratos productos más nutritivos para incentivar su consumo. “Además de cuidar el bolsillo, deberían cuidar la salud”, sostuvo.
Falta comida real
“Leyendo la lista, me sorprendí”, aseveró. A modo de ejemplo, mencionó que hay unas cinco marcas de aceites refinados, sin existencia de una de primer nivel que pueda garantizar calidad; lo mismo se replica en varios alimentos.
En el caso del atún está incluido el desmenuzado, que “no es el más nutritivo porque es el desperdicio”, dijo. “Está bueno que se consuma porque es un pescado graso que aporta nutricionalmente, pero debería ser el lomito”, respaldó.
Asimismo, mencionó que hay seis líneas de fideos pero ningún cereal alternativo, y explicó que los cereales como el mijo o el trigo son fáciles de cocinar y versátiles, pero en el supermercado no existen directamente.
Por otro lado, vio que los cortes de carnes contemplados son de baja calidad o muy grasos, a la vez que advirtió que las salchichas ni deberían estar. “Tendrían que desmotivar su consumo, no motivarlo”, alertó.
Enumeró entonces que el resto de la lista alimenticia comprende artículos procesados y azucarados, como cacao en polvo, flan en polvo, galletitas dulces, “postrecitos”, gaseosas, que consideró que no son productos básicos para la alimentación de una población. “Faltaría más comida real, pero sobran los procesados y conservantes”, determinó.
Qué pasa con la salud
Para Passadore, el hábito de consumo al que se ha llegado está íntimamente relacionado con que ya no se cocina y, para revertirlo, estimó que se debería trabajar en cuestiones educativas que apunten a enseñar cómo usar las materias primas para elaborar alimentos.
“A mucha gente le das una paquete de garbanzos y no sabe qué hacer, cuando en realidad se trata de algo barato, nutritivo, capaz de solucionar un montón de comidas”, reveló. Agregó que, simplemente al combinarlo con un cereal ya se logra una proteína de alto valor biológico.
Mencionó, en este sentido, que el conocimiento va a llevar a una mejor nutrición, pero para que esto suceda tiene que haber oferta y promoción de estos productos para que sean accesibles.
“La buena alimentación en un chico es clave, porque si desde los primeros años empieza a comer cosas que no lo nutren, puede acarrear problemas a nivel intelectual, físico y desnutrición oculta, entre otros”, enfatizó.
La temática está en sintonía con la obesidad infantil, que está en crecimiento en el país debido a las malas costumbres a la hora de comer, y la nutricionista distinguió que no siempre que un chico “esté gordito” significa que esté bien alimentado, porque en general le faltan vitaminas o minerales. “De cada 10 chicos, siete son obesos, están mal nutridos”, sostuvo.
Ante esto, explicó que claramente no hay que ser extremista y que el consumo ocasional de productos azucarados, procesados o industriales no está mal; “lo grave es que todos los días se utilicen estos como alimentos o bebidas”.
Propuso, entonces, ir hacia un cambio gradual en el hábito de ingesta. Empezando, por ejemplo, eligiendo como única bebida hidratante el agua, sostener esta costumbre por un tiempo determinado hasta que quede realmente incorporada a la rutina y luego seguir por otra cosa. “De a poco, con planificación y conocimiento, se puede comer más sano y sin grandes gastos”, advirtió.
En relación, recordó que el PPC sólo contempla la manzana como fruta, mientras que si se apunta a cualquier fruto de estación seguramente se consiga a buen precio. Asimismo, supuso que hay mucha gente que no tiene tiempo como para destinar a la cocina, sin embargo sugirió que se puede determinar un día de la semana a planificar, cocinar y freezar o refrigerar para el resto de los días.
El experimento que comprobó
la carencia nutricional de la CBA
El año pasado, tres voluntarios se propusieron comer sólo el contenido de la Canasta Básica durante seis meses, pero por el bajo peso, ausencia de menstruación, decaimiento y riesgo general para la salud, debieron acotar la prueba a tres meses y abandonarla.
Desconfiados de que los alimentos contemplados que contenía fueran los recomendables para tener una vida saludable, investigadores del Conicet se sometieron en carne propia a un experimento científico que bautizaron “Proyecto Czekalinski”, para comprobar si era saludable alimentarse con el listado de alimentos difundido por el Gobierno.
En el camino se fueron realizando controles regulares de salud para no poner en riesgo sus vidas. Los voluntarios, dos nutricionistas y un experto en Pobreza e Inclusión Social del Conicet, en términos generales perdieron peso y masa ósea, a la vez que empezaron a sufrir acidez, bajas defensas, anemia y altos niveles de trigliceridemia.
Luego de la experiencia y profundos análisis, manifestaron su intención de que “la Canasta Básica Alimentaria sea abolida y reemplazada por la alimentación sugerida en las Guías Alimentarias para la Población Argentina (GAPA) de la Secretaría de Salud de la Nación”.