Dalmacio e Ithurralde en De Martino: indagaciones de lo cotidiano y lo amado

Paula Dalmacio y Daiana Ithurralde son dos artistas emergentes de Tandil vinculadas a Espacio Nido. Hasta el 27 de agosto sus obras estarán expuestas en Diagnóstico Médico de Martino. Más allá de sus estilos, bien diferentes, las dos artistas exploran sus contextos, el ámbito de sus vínculos y los vínculos también. El diálogo entre sus trabajos, enriquece ambas producciones y, como en una obra musical a dos voces, el resultado estético del conjunto se impone ampliamente a la simple suma de las partes.
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Paula Dalmacio tiene 37 años y dio sus primeros pasos en un taller de arte brindado en una sociedad de fomento cercana a su casa. Luego, concurrió a los talleres de la Escuela de Cerámica hasta que finalmente ingresó al Instituto Provincial de Arte de la Tandil, el IPAT. Un día, obtuvo el título de profesora de artes visuales con orientación en pintura que resumiría la teoría de un plan de estudios y la experiencia de casi toda una vida en vinculación con la práctica artística.
Desde 2017 toma clases con Gabriel Sainz, en el taller que tiene el artista en Almagro, en Buenos Aires. Primero en forma presencial, y ahora de manera virtual, el pintor acompaña a Paula en el desafío de la pintura figurativa, una batalla cuerpo a cuerpo con la realidad a donde el artista desarrolla un doble virtuosismo: el de paleta y el de la paciencia.
Tal vez porque ya pasaron muchos años desde ese salón despojado de la sociedad de fomento es que Paula no recuerda un momento en el que se haya propuso ser “artista”. Y no lo recuerda porque simplemente nunca se lo planteó en esos términos. “Nunca me lo propuse”, Más bien fue una pulsión” reflexiona. Y va un poco más allá. “La verdad es que ni siquiera sé en qué consiste ser artista”. “Lo que sí puedo asegurar es que siempre tuve una inclinación hacia el arte, especialmente hacia la pintura”, cuenta.
Y esa inclinación se revitalizó en 2017 cuando decidió, invertir un tiempo no siempre disponible a estudiar con un maestro y encaminarse hacia una idea y un interés concreto. “Decidí tomarme el tiempo para pintar y dedicarme a eso”, cuenta quien se dedica a la educación, pero en este caso, a la enseñanza de la literatura.
“Me arreglo para dividir mis tiempos y hacerme de esos espacios para pintar todo lo que pueda”, cuenta.
Paula no romantiza el arte. Lo asocia a un oficio en el que se debe trabajar mucho para obtener los resultados deseados y en donde el tiempo de dedicación y estudio es el único sendero seguro que puede elegir quien quiera crecer como pintor.
“Me gusta la idea de que siempre haya algo por aprender”, confiesa quien se identifica claramente con la pintura figurativa y se siente cómoda con los acrílicos en pequeñas cantidades superpuestas para ganar complejidad y transparencia en sus producciones. “Se trata de sumar capas finas, con muy muy poca materia, una sobre otra; Y eso lleva mucho tiempo con cada obra”
¿Qué despierta el interés de Paula como artista? ¿Cuáles son esos objetos constantes en sus obras? “Pinto lo que quiero”, responde. “Lo que me genera curiosidad y de lo que yo quiero aprender”.

Ese interés está depositado, últimamente, en la naturaleza, en el verde que la rodea, en los animales que comparten su ámbito. De hecho, la serie en la que trabaja se llama “Bestiario de Jardín” y un retrato de lo que ella llama su “selva hogareña”.
¿Hasta cuándo seguirá explorando los límites de esta serie? Bueno, es mucho más probable que se agote ella como artista que los integrantes del bestiario que por ahora siguen dándole material y ganas de pintar.
“Creo que la serie o los ciclos no se agotan. El que se agota es uno. Hay veces en donde dejar descansar un proceso para retomarlo después es bueno para que aparezcan otros trabajos y otras ideas. Porque lo que sucede entre las imágenes es inevitable: una abre el espacio a otra nueva y se van alimentando y creciendo”, remarca Paula.

Daiana Ithurralde, la otra artista convocada por Nido para exponer en de Martino tiene 27 años. Pese a los 10 años de diferencia, el recorrido seguido es muy similar. Ella acudió a la Escuela Municipal de Bellas Artes de Villa Italia. A los 7 años la llevó su mamá hasta allí para que diera sus primeros pasos. Pero lo importante: supo en menos que un suspiro que entre ella y todo eso que se mostraba en mesas, paredes y caballetes, pisos manchados de témpera y mesas cubierta de cerámica había algo en común.
A los 13 años acudió a un taller de pintura (dictado por Andrea Vibart) y al término de la secundaria la esperaba el Instituto Provincial de Arte Tandil (IPAT). Al igual que Paula, se recibió de profesora en Artes Visuales, orientación pintura.
“La verdad es que nunca me planteé ser artista. Es algo que se dio muy natural y silenciosamente”, admite la joven.
“Pero sí recuerdo el momento en el que tomé la decisión de querer formarme, tomar una carrera para tratar de apropiármela. Ese momento fue cuando decidí estudiar el profesorado en el IPAT. Esa fue mi decisión más frontal”.
¿Qué estilo define a Daiana? Si la curiosidad fuese uno de ellos, Daiana lo adoptaría como escuela, pero lamentablemente no es una opción. “No podría encasillarme en un estilo. Soy curiosa y me gusta investigar todo lo que tenga que ver con la producción artística”.
Y añade: “Tengo inclinaciones hacia el realismo abstracto, pero no podría compararme con grandes estilos. La verdad es que soy muy inquieta y me gusta dar grandes saltos desde lo estético”.
En sus trabajos se ve esa búsqueda y los amantes de la pintura argentina podrán ver algunas pinceladas familiares y apreciadas, como una suerte de homenaje y agradecimiento.
Daiana no tiene una línea en la que se sienta definida pero sí está segura de cuál es su motor. “Es lo espiritual” dice sin que pase un segundo ante de aclarar. “Puede sonar raro, pero a lo que me refiero no tiene nada que ver con lo místico”, advierte.
“Digo espiritual en el sentido de que simplemente depende del momento que estoy transitando y lo que yo necesito en ese punto. Todo eso colapsa en una pintura, en una obra”, cuenta. Y es así como, dentro de la categoría “espiritual”, como motor de producción y expresión, se incluye lo cotidiano, el hogar, su familia, el amor, y todo eso que se le hace bien y la enriquece como persona.

Lo que mostrará por estos días en Diagnóstico Médico de Martino es una parte de su serie “Hábitat”, un compendio de imágenes, paisajes y siluetas reconocibles de sus personas más allegadas.
“La modalidad expone elementos de la suma de investigaciones hechas a través de varios años de apreciación y estudio de la pintura argentina”, cuenta la misma Daiana.
Para la joven artista, las series no se agotan para dejar lugar a las siguientes, sino que se continúan en un proceso ininterrumpido. “Por experiencia, creo que los ciclos no se cierran, sino que se transforman. Mis obras presentadas en de Martino tienen que ver con escenas espontáneas y apegadas a lo afectivo. En algún momento, tal vez, este tema se puede ramificar hacia otras estéticas y experiencias, pero siempre irán sobre una misma línea que es imposible de abandonar: la línea de lo que uno es”, asegura