El pediatra que trabaja de intendente, más que nunca
Mientras se evaluará el comportamiento ciudadano frente a las directrices que el Estado nacional, provincial y local, dispusieron frente a la desconocida pandemia y sus indescifrables consecuencias, resulta un denominador común en el quehacer comunal destacar el liderazgo que asumieron las máximas autoridades y el acompañamiento de la oposición.
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Desde la figura presidencial al Intendente, unos y otros han destacado sus perfiles frente a este estado de alarma sanitario, como así también la madurez política de todo el abanico ideológico que dejó de lado las diferencias y acordó las prioridades ante semejante escenario.
En el pago, más que nunca el Intendente que nunca dejó de ser aquel pediatra, con el indiscutible compromiso político y de gestión que ha tenido en la salud su prioridad, comandó acciones, incluso anticipándose a decisiones más allá de las fronteras serranas, que llevaron a admitir a adherentes como detractores que se está frente a un hombre que se preocupó y ocupó del asunto y, sin titubear, utilizó las herramientas que están al alcance de la administración para dotar al sistema sanitario local para que lo que venga resulte el mal menor.
También le destacaron rápida articulación con el sector privado a la hora de acordar políticas comunes, desde lo sanitario a lo económico, costado cuyas consecuencias prevé un panorama tan tenebroso como la mismísima pandemia viral por transitar.
Tal vez esa definición que algunos conjeturan que resulta ofensiva, pero que él mismo tomó como propia en discursos varios halagando a quien la bautizó, cobre una sensible dimensión por estos días de zozobra, exponiendo un liderazgo natural que trasciende lo político, que va de la mano del sentido común y, en especial, sanitario, colocándose como un comandante frente a una tropa que hasta ayer parecía cómoda ante la estabilidad laboral de más de 16 años de una gestión avalada por la mayoría de los votantes tandilenses.
Habrá que aguardar, dentro de los respectivos hogares, el devenir de un escenario tan desconocido como posiblemente cruel, del que unos y otros tendrá que haber aprendido lecciones varias que hacen a la convivencia social, la solidaridad y el respeto al otro, pero partiendo de la base que hubo representantes, dirigentes, que estuvieron a la altura de las circunstancias, como el jefe comunal.
Antes de 2003, el pediatra que se metió a salvar la Clínica Chacabuco le dijo a quien escribe que aquella quijotada intervención había sido como salvar el Titanic. Ese barco lo dejó a flote y de hecho le sirvió de trampolín para llegar al sillón de Duffau.
Tras de 16 años de una extensa gestión comunal, con defectos y virtudes varias que le valieron el recurrente respaldo popular en las urnas, y cuando su zanahoria parecía estar caprichosamente enfocada en llegar a ser el intendente del bicentenario, se topa con el escenario más delicado y desconocido, que posiblemente pondrá en jaque lo que fue sus mayor orgullo, la política de salud. Dependerá de él y su equipo, pero en especial de todos los vecinos con el acatamiento al aislamiento, para que el sistema sanitario no colapse.