OPINIÓN
Afuera Polonia, adentro Bangladesh
Había comenzado a escribir acerca de Polonia, algo de su historia y lo que viví allí, ahora que nos toca jugar contra ellos. Pero esta nota de FER DUCLOS en el blog NOS FUIMOS MUNDIAL (que recomiendo fervientemente) en CENITAL.COM para seguir no sólo los análisis futbolísticos sino también sociales y políticos, merece ser reproducida.
Lo de Polonia quedará para otro día.
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Aquí va la nota:
“Las increíbles imágenes del festejo en Bangladesh de la victoria argentina dieron la vuelta al mundo. A nosotros nos cuesta creerlo, realmente es difícil encontrarle una explicación: ¿por qué sucede, de dónde sale tanto fanatismo y pasión por un país situado a más de 17.000 kilómetros de distancia? ¿Cómo puede ser?
Estuve desde febrero hasta agosto viajando por la India, en el mismo subcontinente, y les voy a contar los porqués de esta locura extraordinaria.
Hace un tiempo, la historiadora Valeria Carbone me dijo algo que me pareció muy atinado: “Es hora de que los goles de Maradona frente a los ingleses en 1986 empiecen a ser considerados como un hito histórico en los procesos de descolonización”.
No tengo ninguna duda de que tiene muchísima razón. Sabemos que esa actuación maravillosa del 10, la mejor de todos los tiempos, no fue sólo un hecho deportivo: fue un gigantesco acontecimiento político, social y cultural. Ese día, el 22 de junio de 1986, marca uno de los nacimientos de Argentina en el mundo. Hasta ese momento, el país no era muy conocido en el planeta (por ejemplo, en Asia).
Pero a partir de aquellas genialidades de Maradona, nuestro nombre pasó a ser parte del acervo cultural mundial. Las tierras del hombrecito que derrotó a los grandes amos coloniales; la nación del hombre que les mostró a los inventores del football cómo se juega a la pelota; el siempre marginado que un día, irreverente y rebelde, vence al poder. Así como para nosotros fueron las Islas Malvinas, millones de personas en todo el planeta le otorgaron un significado local a la derrota británica y el posterior ascenso al olimpo de aquel maravilloso muchacho de rulos.
Históricamente humillados por los amos británicos en los dos siglos que duró la colonia, los habitantes del Indostán vieron en esa victoria argentina la redención de los oprimidos y el grito de los silenciados. Y no necesitaron más para enamorarse de nuestro país. En 1947, India y Pakistán habían obtenido su independencia. Y en 1971, la parte oriental de Pakistán, que estaba separada del resto de la nación por territorio indio, se escindió tras una guerra y se fundó así un nuevo país: Bangladesh.
En la gran mayoría del subcontinente, en el que viven 1 de cada 4 personas del planeta, son muy fanáticos del cricket (las malas lenguas dicen: el legado de Inglaterra para que no les ganen al fútbol). Pero hay dos regiones en particular en las que aman la número cinco. Son el estado indio de Kerala (visitado por Maradona en 2012) y Bengala, que, a su vez, está dividida en dos países. La parte india de Bengala -de religión hinduista- es un estado cuya capital es Calcuta, con su estatua del Diego. La otra parte, la oriental y musulmana, es justamente Bangladesh. Entre Kerala, Bengala Occidental y Bangladesh suman casi…¡300 millones de personas!
El tema es que la pasión por el fútbol de esta gente no logra canalizarse en ningún jugador local. Inexplicablemente por la enorme cantidad de personas que son, no pueden formar una buena selección. Pregunté a muchos indios cuál era la razón de esa falencia y las respuestas siempre fueron ambiguas: casi siempre me explicaban que se debía a la corrupción de los dirigentes y a que la mayoría de los recursos económicos iban para el cricket. Aún así, los argumentos no me resultaron del todo convincentes.
Sin equipos ni jugadores locales de consideración, el amor de keralitas y bengalíes se desvió hacia América del Sur. El marketing, por supuesto, hizo lo suyo. Y esa devoción maradoniana, a dos océanos de distancia, se transformó con el tiempo en messismo. Brasil y Neymar también tienen lo suyo, y son famosas las batallas campales, bastante violentas, entre indios-brasileños e indios-argentinos. Viven el fútbol de manera exacerbada y sanguínea. Se vuelven realmente locos. Es gente para la cual no existe hacer las cosas a medio hacer. Si hay música, se baila. En los cines, se festeja cuando los buenos vencen. Y en el fútbol, se alienta con cuerpo, alma y corazón. La pasión maradoniana y luego por Messi se combinó también con el odio acumulado a los británicos y, por supuesto, con la identificación con un continente que también saben sufrido.
América, como el Indostán, también padeció la voracidad colonial. América, como el Indostán, sabe lo que es la pobreza y la opresión. Aunque no lo sepamos, americanos, indios, pakistaníes y bangladeshís nos parecemos bastante, más allá de costumbres, cultura y religión. Y por último, nuestro estilo de juego (tanto el brasileño como el argentino) es mucho más cercano al modo que ellos tienen también de vivir. Frente al orden y la organización europea, más allá de que las generalizaciones son siempre injustas, la improvisación y creatividad.
Bangladesh es la provincia más oriental y poblada de Argentina, leí ayer en Twitter. Me parece que es hora de devolver tanto cariño, tal vez con un amistoso en sus tierras o un mensaje de los jugadores. Sea como sea, agradecemos el amor que nos llega desde las antípodas del mundo. Muchísimas gracias, India. Muchísimas gracias, Bangladesh. Los queremos un montón.”