Baliño y sus dos décadas como justiciero
El tandilense lleva veinte años abocado al arbitraje. Acumula más de diez en primera división y fue internacional durante cuatro. “En Argentina, nuestros errores se asocian con la corrupción”, lanzó.
Por Fernando Izquierdo, de esta Redacción
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Más de veinte años pasaron desde que Jorge Ignacio Baliño tomó la decisión de desempeñarse como árbitro de fútbol. No practicó formalmente ese deporte -proviene del rugby-, pero siempre fue un adepto.
Lejos estaba de imaginarse, en aquel 1998, la carrera que terminaría desplegando.
Hoy, con 39 años, siente ostentar la madurez ideal para desempeñarse en su función.
Junto a El Eco de Tandil, Baliño sostuvo una extensa charla vinculada a distintas aristas de su carrera:
“En enero de 1999 nos citaron para realizar una pretemporada y la Liga Tandilense organizó un torneo de fútbol infantil, con dos árbitros por partido, con canchas atravesadas. Mezclaban un árbitro aspirante con uno experimentado. Fue lo primero que hice en cuanto a práctica, hasta ese momento había hecho todo teórico, comenzando en 1998”, comienza narrando “Nacho” sobre sus inicios en el referato.
-¿Cómo tomaste la decisión de acercarte al arbitraje?
-Jorge Quintana, quien tenía la concesión de la cancha de fútbol 5 de Jorge Newbery, fue quien me invitó a hacer el curso. El instructor, en ese entonces, era Mario Tagarro. Yo jugaba al rugby, lo hice hasta 1997, pero el fútbol me gustó siempre. Arranqué el curso sin mayores expectativas y me terminé enamorando de todo esto.
-¿Qué debut te marcó más? ¿El de la primera local, el de primera división de AFA, el estreno como internacional…?
-Todos los primeros partidos han sido importantes. Mi debut en Liga Tandilense lo fue.
-¿Lo recordás?
-Sí, Loma Negra-San José, en Barker. El 25 de mayo de 2001, recuerdo que llovía mucho en Tandil, nos tomamos el remis en la puerta de la Liga pensando que se suspendería. Viajamos y allá no había llovido nada, terminó siendo el único partido que se jugó ese día. Me fue bien, lo que no recuerdo es el resultado. El lindo recuerdo que tengo es que a Loma Negra lo dirigía “Pato” Gárate. También mi primer partido en Nacional B es un lindo recuerdo, un Defensa y Justicia-Atlético de Rafaela, el 4 de noviembre de 2006.
-¿Y en primera?
-Argentinos Juniors-Gimnasia. Y el primero como internacional fue en Venezuela, Deportivo Táchira-Pumas de México, por Copa Libertadores, en 2016. Yo era internacional desde 2015, pero durante el primer año vas casi siempre como cuarto árbitro.
-Has dirigido en primera división de AFA, y al día siguiente el fútbol Senior de Tandil.
-Es algo que hacía más que nada para dar una mano, cuando no había muchos árbitros. Lo disfrutaba, a todos los partidos los tomo con la misma seriedad y responsabilidad. Mi error más grande hubiera sido venir a Tandil y sobrar un partido por estar dirigiendo en otro nivel. Ahí, es donde hubiese tenido los problemas más grandes. Y al jugador de acá lo trataba igual que al de River o de Boca.
-¿En qué sos mejor hoy respecto a aquel Loma Negra-San José?
-Gané en tranquilidad, en paciencia. He mejorado mucho, tengo otra madurez, otra experiencia. Haberme “golpeado” mucho me ayudó a crecer. La madurez del árbitro llega a esta edad, los 39 ó 40, cuando te caíste y te levantaste muchas veces.
Internacional
-Hasta hace días fuiste internacional.
-Sí, hasta el 1 de enero. Me tocó dejar de serlo, no sé los motivos. Supongo que tiene que ver con una evaluación que habrá hecho el Colegio. Mi lugar lo tomó Facundo Tello, quien hace un tiempo venía pidiendo pista. Lo tomo con naturalidad y sé que tengo la chance de volver a ser internacional, porque es algo que se renueva año a año.
-Alcanzar esa categoría fue cumplir un objetivo que tenías planeado a comienzos de tu carrera.
-Sí. Por eso, dejar de serlo no lo tomé como un fracaso o una desilusión grande. Obviamente, a nadie le gusta perder una categoría, pero tampoco siento que fracasé. Siento haber llegado a un lugar al que pocos llegan. Aún sin ser internacional me siento un privilegiado por el lugar que ocupo y tengo la chance de volver a esa categoría. Estoy tranquilo, no me cayó de mala manera.
-¿Llegaste a sentirte cerca de un Mundial?
-No, tampoco es algo por lo que me desespere. Uno lo puede tener como ilusión, pero nunca me sentí con posibilidades. No es algo que me frustre. Es un embudo muy chiquito, somos muchos y llegan muy pocos. El hecho de ser internacional ya lo es.
Dentro de la cancha
-¿Qué jugadores son complicados y quiénes colaboran con tu tarea?
-Hay muchos futbolistas que se comportan de acuerdo con quién es el árbitro. Tengo una excelente relación con jugadores que para otros árbitros son complicados, y viceversa. Entre los que colaboran te puedo nombrar a Ortigoza, no lo digo sólo yo, también mis colegas. Es referente para sus compañeros y ayuda al árbitro, si ve que hay alguien que está “sacado”, lo llama y lo frena antes de que choque con vos.
-¿Y en cuanto a los entrenadores?
-Hay muchos que no quieren a Caruso Lombardi, y yo con él tengo una excelente relación. A mí, no me ha complicado. Por eso, es difícil dar nombres. Sí me ha dado satisfacción dirigir a jugadores de la calidad de Verón, Tevez y Riquelme. Verlos por televisión y después correr a la par suya en la cancha es gratificante.
-¿Se te escapa algún elogio ante ciertas genialidades de ese tipo de jugadores?
-Sí, ellos lo toman bien, se ríen. Cuando pasan cerca les decís “muy buena” o “si hacías ésa, cerrábamos el estadio”. También ellos reconocen cuando uno acierta, por ejemplo felicitándote cuando das una ley de ventaja y la jugada termina en gol, ése es el gol del árbitro.
-¿Lo que más te duele es el ataque de la prensa o los partidos en que quizá pasás desapercibido pero internamente sabés que no hiciste las cosas bien?
-Sinceramente, la crítica no me duele. La entiendo cuando es con buena intención y me molesta la mal intencionada. Muchas veces, pasa eso que decís, del partido del que no se habla te fuiste con malas sensaciones, pero no toma importancia porque no había un Boca, un River, un Racing o un Independiente. Con esos equipos, estás más expuesto mediáticamente, y uno sabe que la crítica puede ser un poco más feroz y más extensa en el tiempo. Me pasó con River-Godoy Cruz.
-¿Qué recordás de ese partido?
-Hubo una cuestión de desaciertos. Una seguidilla de cosas que terminó en un escándalo.
-¿A la distancia admitís haberte equivocado en todas esas jugadas que se te marcaron?
-La del fuera de juego no es una situación que me corresponda marcar a mí. El penal para River que omití no lo vi desde la posición en que estaba. Y la del pase atrás fue una cuestión de interpretación, yo ya venía medio embrollado.
-También el árbitro “se va” del partido, como le ocurre al jugador.
-Claro, uno se enfrasca en lo que pasó y se queda pensándolo. Reconozco que en ese partido me ocurrió eso, me quedé enganchado en situaciones en las que sabía que había fallado. Si bien el árbitro también tiene altas las pulsaciones, debe controlarse para tomar buenas decisiones. Son situaciones que cada tanto pasan. Pero, como declaré después del partido, no soy un delincuente por haberme equivocado como se equivoca un jugador que se pierde un gol bajo el arco.
-Seguramente, la lucha más grande del árbitro es lograr que entendamos que sus errores tienen que ver con fallas humanas y no con deshonestidad.
-Tal cual. Ocurre que en Argentina la equivocación del árbitro está asociada a la corrupción. Yo jamás pensaría que un jugador que se pierde un gol increíble está “yendo para atrás”.
-¿Qué te convence más de que cometiste un error? ¿Una percepción inmediata, la imagen posterior, un reclamo masivo…?
-En ocasiones, lo percibís en la cancha. A veces, por una sensación, pitás rápido y después te das cuenta de que la jugada no era tan así, o que determinado roce no daba para cierta sanción. Por los reclamos masivos no me dejo llevar, me ha pasado de tomar una decisión acertada y así y todo se me han venido a reclamar como si hubiese matado al presidente de la nación. Más de una vez me piden disculpas jugadores que me discutieron a morir y se terminan dando cuenta de que tenía razón yo.
-¿Tomás al VAR como un respaldo que te permite terminar siendo justo o como algo que te manda al frente?
-Como un respaldo que me ayuda a no errar. Si bien te puede poner evidencia en algún error, prefiero que sea así y poder subsanarlo. Lo tomo como una herramienta que me ayuda, no como algo que me expone o me quita autoridad.
-¿Cuál fue el partido del que te fuiste más satisfecho?
-Uno que recuerdo es un Defensa y Justicia-Chacarita, en 2007 en el estadio Único de La Plata, mi primer año con continuidad en el Nacional B. Los dos venían peleando el campeonato y se empezó a hablar de quién iba a dirigirlo. Recibí con sorpresa la designación, era un partido pesado para la poca experiencia que yo tenía. Ganó Defensa sobre el final. Cuando terminó el partido, sentí hasta ganas de llorar de la satisfacción que tenía. Sentía que hice lo que tenía que hacer, y lo hice bien. Fue una descarga emocional. Además, con todos los ojos encima, había muchos árbitros con la expectativa de dirigir ese partido. También me sentí bien en un Racing-Boca, un partido importante porque Boca venía de quedar eliminado de una Copa, fue el último partido de Arruabarrena. Y Racing venía peleando arriba, con jugadores importantes como Diego Milito. Además de mi sensación, recibí buenas críticas.
-¿A la hora de analizar tu tarea lo que prima es tu sensación?
-Absolutamente. Me ha pasado que vengan a felicitarme y yo sentía que no había hecho un gran partido.
-¿Como el jugador protesta de acuerdo con quién sea el árbitro, éste también gradúa el trato en función del futbolista al que se dirige?
-Suele haber un conocimiento previo. Y yo tengo claro que no voy a tener el mismo diálogo con alguien con quien tengo cierta confianza, como Ortigoza, que con Gago, que tiene una personalidad distinta. Sé que una palabra uno la toma de una manera y el otro de una forma distinta, entonces el diálogo es diferente. El jugador tiene información y sabe que con determinado árbitro puede pegar pero no hablar, o viceversa. Y el árbitro también tiene información sobre cómo debe dirigirse a determinados jugadores.
El árbitro hincha
-¿Se divulga de qué equipo es hincha el árbitro?
-No creo que demasiado. Entre nosotros, tenemos confianza y nos lo contamos. Evidentemente, si estamos en el fútbol es porque nos gusta este deporte, y no nacimos vestidos de negro. Lo cual no significa que yo vaya a beneficiar a mi equipo el día que lo dirija.
-Serías el primer perjudicado.
-Claro. Yo quiero crecer en mi trabajo.
-¿Se pierde un poco el fanatismo?
-Sí. Uno piensa más en su actividad. La de árbitro es una carrera muy individual y uno, si bien quiere que sus compañeros también progresen y no tengan problemas, se fija sobre todo en lo de uno. Entonces, no me interesa quedar envuelto en ningún tipo de escándalo. No creo que decir de qué equipo somos hinchas sea bueno. Asociándolo con aquello de la corrupción, si la gente supiese de qué club somos, dudaría también por ese lado de nuestra honestidad.
-¿Y si te dan a elegir entre dirigir a tu equipo o no?
-A mí me da igual, no me genera ningún tipo de contrapunto sentimental.