Klopp: “No puedo tratar igual a un jugador de Argentina que a uno de Alemania”
Retirado como entrenador pero más vigente que nunca, el alemán reflexionó sobre liderazgo, diferencias culturales y la gestión emocional de sus futbolistas.
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Aunque ya no dirige desde el banco de suplentes, Jurgen Klopp sigue marcando tendencia con su visión del fútbol y del liderazgo. En una reciente entrevista para el podcast The Diary Of A CEO, el exentrenador del Liverpool habló sobre cómo aprendió a gestionar grupos diversos y a moldear su estilo de comunicación según el contexto personal y cultural de cada jugador.
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Accedé a las últimas noticias desde tu email“Los trataba un 50% igual a todos, y el otro 50% según lo que cada uno necesitara, pero siempre delante de los demás”, explicó Klopp, hoy vinculado al grupo Red Bull como Director Global de Fútbol. El alemán remarcó que ese equilibrio era clave para mantener la armonía sin perder el respeto dentro del vestuario.
Con la franqueza que lo caracteriza, el técnico campeón de la Champions League 2019 ejemplificó:
“No, claro, porque él es de Argentina, creció en una casa sin ventanas, y vos sos de Múnich, donde todo estaba bien. ¿Querés que te trate igual que a él? ¿De verdad?”
Klopp destacó que pretender un trato idéntico para jugadores que crecieron en realidades tan distintas no solo es irreal, sino injusto. “Crecer en Alemania obviamente es distinto que crecer en Senegal... es diferente”, resumió. Sin embargo, aclaró que había reglas básicas que sí aplicaban para todos por igual: puntualidad, esfuerzo y responsabilidad.
Respeto por el origen, sin perder el control
Aunque no tuvo muchos argentinos bajo su mando, Klopp siempre expresó admiración por el carácter forjado en la adversidad que, según él, define al jugador sudamericano. Durante su carrera dirigió a Alexis Mac Allister, a quien apodó “Macca” en Liverpool, y previamente a Diego Klimowicz y Lucas Barrios en el Borussia Dortmund.
También fue clave en el desarrollo de figuras como Sadio Mané, a quien dirigió en 269 partidos y fichó desde Southampton, cuando aún no era una estrella. El delantero senegalés se convirtió en un símbolo de entrega y humildad, valores que Klopp siempre buscó destacar por encima del talento.