Martignoni, un tandilense que vive la pandemia en Bolivia
El integrante de recordados equipos de fútbol y básquetbol en la década del 80, enfrenta su cuarentena por el coronavirus en Santa Cruz de la Sierra, uno de los múltiples destinos de su carrera laboral
Se puede decir que a Jorge Martignoni la pandemia lo “encontró” en Bolivia. Este tandilense con un rico pasado deportivo en la ciudad, pasó los últimos 23 años recorriendo el mundo con sus obligaciones laborales en diferentes empresas petroleras, y al drama del coronavirus le toca enfrentarlo por estos días en Santa Cruz de la Sierra, en donde se desempeña como Gerente General de la Occidental Petroleum Corporation.
Recibí las noticias en tu email
El derrotero laboral de Martignoni, de 54 años, es casi frenético: “Después de recibirme de contador en la Unicen viví en Buenos Aires un tiempo y comencé a trabajar en una petrolera en Cañadón Seco, cerca de Caleta Olivia. Cinco años después me contrató otra empresa energética y en el 97 me enviaron a Santa Cruz de la Sierra. Después estuve dos años en Oklahoma y otros dos en Yemen. Cuatro años en Bolivia, hasta 2010, cuatro años en Qatar, Colombia, y desde 2015, de nuevo en Bolivia. Estuve 23 años fuera de Argentina y 30 fuera de Tandil”, enumera.
Por estos días, pasa una extensa cuarentena en Santa Cruz de la Sierra, en la que parece haber evadido el virus, pese a estar en varias de las zonas de más riesgo en los últimos meses: “Hace poco viajé al sudeste asiático y tanto en la ida como en la vuelta estuve visitando a Raúl Sommi en Madrid. Cuando regresé a Santa Cruz, sabiendo que venía de una zona complicada por el Coronavirus, la empresa me pidió que hiciera 14 días de cuarentena. En el medio de ese aislamiento me enteré del contagio Raúl, que por suerte ahora está muy bien”.
En Bolivia, cuenta, las medidas son muy drásticas: “Cuando finalicé la cuarentena que me indicó la empresa, el gobierno boliviano dictó un decreto de aislamiento completo para todo el país, y ahora lo extendieron hasta el 15 de abril. Así que encadené una cuarentena tras otra. Aquí solamente se puede salir a la calle de acuerdo al número con el que finaliza el documento. Son dos números por día de lunes a viernes. Los sábados y domingos no puede andar nadie en la calle y hasta ahora lo cumplen muy estrictamente. Solamente anda la policía y si estás en la calle vas preso. Yo puedo salir los lunes entre las 7 y las 12, y solo para ir al supermercado. Si te paran te piden la factura del supermercado y el documento. El viernes entró el ejército a un supermercado porque había mucha gente y estaba lleno de autos. Es muy estricto el tema acá, hasta ayer solo había 61 infectados y ningún muerto”.
El trabajo de Martignoni se concentra por ahora en su casa: “Por instrucciones de la casa matriz, que está en Houston, todo el mundo empezó a hacer sus tareas desde su casa, así que ya llevamos casi dos semanas con esta modalidad. Las tareas de campo en los yacimientos se hacen con la menor cantidad de gente posible. Hay muchos protocolos de control de temperatura y estado de salud de los operarios en cada cambio de turno.
Tandil, siempre cerca
“Sigo en contacto permanente con Tandil –cuenta Martignoni-, fundamentalmente porque ahí siguen viviendo mis padres. Cada mes por medio estoy yendo para allá, tengo mi casa y trato de hacer cosas que me gustan, como salir a pasear con el auto, ir a trotar al Dique o hacer una pasada por la Unicen. Vivo pensando en Tandil. No sé si extraño Argentina, lo que sí puedo decir es que extraño Tandil. Cada vez que voy me gusta ir al bar Las Heras, me encuentro con gente conocida, me río, me divierto. Son cosas que no tienen precio. En ningún lugar del mundo se consiguen.
Ahora de grande empecé a jugar al golf, salgo a correr, voy al gimnasio, ando el bicicleta, el deporte es parte de mí vida, así que lo sigo haciendo siempre que puedo. Mi vida es ahora Santa Cruz de la Sierra, pero siempre con la idea de volver a vivir en mi ciudad algún día”.
Su vínculo con la Universidad Nacional del Centro está marcado a fuego: “Tengo un gran recuerdo de la Universidad. Para mi pasar aunque sea cinco minutos por la facultad de Económicas es un deber. Tengo ex compañeros ahí y soy un orgulloso alumno de la Unicen, y lo vivo publicando cada vez que puedo. Porque es difícil tener una dimensión de la importancia que tiene para Tandil en general y para los que fuimos y son alumnos en particular. Yo recalco constantemente que soy un estudiante de la educación pública. Estudié en la escuela Normal, después en la Unicen, y llegué donde llegué compitiendo con tipos que han ido a las mejores universidades de Estados Unidos”.
El fútbol y el básquetbol de la última parte de la década del 80 en Tandil lo tuvieron a Martignoni como protagonista. Está muy identificado con Grupo Universitario, pero sus comienzos fueron en el barrio de la Estación: “Empecé a jugar al fútbol en los ‘Pulguitas’ de Ferrocarril Sud, en 1972. El que dirigía todo era el “Pato” Pisani, del que tengo el mejor de los recuerdos. Después jugamos los torneos municipales, representado a Ferro, y al mismo tiempo arranqué con el básquetbol. Pero eso coincidió con que Ferro dejó de tener básquet y ahí fue cuando me fui a hacer los dos deportes en Independiente”.
“Después vino la etapa de Grupo Universitario, con la llegada de los americanos y todo ese furor que se vivió a mediados de los 80. Y con el fútbol me enganché de nuevo medio de casualidad, porque me llamaron para completar la Tercera de Grupo en el campeonato de Primera B. Terminé jugando en Primera, en el equipo que dirigía Juan Carlos Menchón y que terminó ascendiendo. Y al año siguiente se sumaron jugadores impresionantes como Raúl Sommi, Norberto Alonso, el “Ñato” Varales, Gustavo Ghezzi. Así que de golpe me encontré jugando con figuras del fútbol tandilense de todos los tiempos. Salimos campeones de la Liga con un equipo que dirigió en gran parte del torneo Luis Quintela, otro de los que marcaron el desarrollo mío en el fútbol y que en el final tuvo como DT al ‘Conejo’ Tarabini, otro gran referente del fútbol tandilense”.
Martignoni formó parte del equipo que más cerca estuvo de llegar a los torneos nacionales después de la histórica clasificación de Santamarina en 1985. Claro que por ese entonces se jugaba por llegar al Nacional B. “Jugamos el Torneo del Interior de ese año y estuvimos muy cerca de llegar, pero nos eliminó Almirante Brown. Teníamos un equipo impresionante. Alfredo Rifourcat no jugó los últimos partidos porque lo habían transferido a Millonarios de Colombia, pero había otros jugadores de gran nivel como Julio Crespo, el Colorado Gauna. Adelante estaban el “Ñato” Varales, Walter Oudokian y Dupuy, que era muy rápido y peligroso. Una delantera tremenda”.
Con el básquetbol de Grupo integró aquel recordado equipo de Brett Crawford: “Era impresionante el entusiasmo que había, se llenaba la cancha en cada partido. Jugué bastante en los primeros equipos de Grupo y después menos en la Liga B, con el ‘Ruso’ Muñoz como entrenador”.
Martignoni no dejaba de lado el deporte universitario por esos años: “Jugaba mucho para la Universidad en los dos deportes. En fútbol fuimos a un torneo nacional en 1987, con José Solimanto como entrenador, y después quedamos seleccionados junto con Fernando Sánchez para jugar las Universiadas, que es una competencia olímpica de universidades que se hace cada dos años y en esa oportunidad se disputó en Yugoslavia. Fue una experiencia increíble, era la primera vez que me subía a un avión. Antes de viajar entrenamos con la selección argentina y nos dirigía un ayudante de Carlos Bilardo”.
El recorrido por la vida deportiva del tandilense se cierra en 1990: Fue mi último año jugando a ese nivel. Estuve en Alumni de Juárez, salimos campeones y tuve un gran año, pero no pude jugar el Torneo del Interior por un problema con el pase y ya me dediqué definitivamente a mi trabajo”.