Navidad en Tandil: un encuentro ecuménico para celebrar la fe y la historia local
En una jornada marcada por la espiritualidad y el diálogo, el padre Antonio Pozos y el pastor Javier Monge compartieron sus reflexiones en el desayuno de Tandil Despierta sobre el sentido profundo de las fiestas. Durante el encuentro, repasaron los 125 años de presencia de la Iglesia Unión Evangélica en la ciudad y rescataron la figura histórica de San Nicolás frente al mito comercial de Papá Noel, con un llamado final a la reconciliación de la comunidad.
El padre Antonio Pozos y el pastor Javier Monge, referente de la Iglesia Unión Evangélica, se reunieron para ofrecer un mensaje conjunto a los tandilenses en vísperas de las celebraciones de fin de año. El encuentro tuvo lugar en Tandil Despierta, programa que se emite por Eco TV y Tandil FM 104.1, donde ambos líderes religiosos coincidieron en la necesidad de recuperar el sentido de la esperanza en tiempos de incertidumbre.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailLos protagonistas no solo abordaron cuestiones teológicas, sino que se sumergieron en la historia viva de Tandil, entrelazando anécdotas que conmovieron a la audiencia. La conversación fluyó de manera orgánica, demostrando que, más allá de las diferencias institucionales, existe un terreno común basado en el servicio al prójimo y la construcción de una comunidad más unida.
Un siglo y cuarto de testimonio cristiano
Uno de los ejes centrales del encuentro fue la celebración de un aniversario emblemático para la fe local. El pastor Monge destacó que la Iglesia Unión Evangélica, situada en la calle Mitre —junto al colegio Nuestra Tierra y la escuela Estrella de Belén—, cumplió este año 125 años de testimonio ininterrumpido en la ciudad. Este hito sirvió de disparador para recordar los orígenes de la institución y el impacto de los primeros misioneros que llegaron a estas tierras.
En este sentido, recordaron con afecto la labor de los pioneros ingleses, quienes sentaron las bases de una tradición de caridad que aún perdura. Surgió entonces la anécdota de la famosa "sopa de pollo" que los fieles repartían entre los enfermos de la época, un gesto de cuidado que el padre Pozos vinculó rápidamente con las antiguas costumbres españolas de asistencia social. "Eran gestos sencillos pero cargados de un amor concreto por el otro", señalaron.
El padre Antonio, por su parte, no ahorró elogios para el valor patrimonial del templo de la calle Mitre. Lo describió como uno de los edificios más antiguos y mejor conservados de la ciudad, resaltando su belleza arquitectónica como un reflejo del esfuerzo y la dedicación de generaciones de tandilenses. Para los invitados, la conservación de estos espacios no es solo una cuestión estética, sino una forma de honrar la memoria de quienes construyeron la identidad espiritual de Tandil.
Este repaso histórico permitió a los oyentes redescubrir rincones de la ciudad que a menudo pasan desapercibidos en el trajín cotidiano. La mención de las escuelas vinculadas a la iglesia también subrayó la importancia de la educación y la formación de valores como pilares fundamentales que ambas instituciones comparten desde hace más de un siglo en la región.
El rescate de San Nicolás frente al mercado
También dejó espacio para la curiosidad histórica y la desmitificación de ciertos símbolos actuales. El padre Pozos tomó la palabra para explicar el verdadero origen de la figura que hoy conocemos como Papá Noel o Santa Claus. Con precisión histórica, se refirió a San Nicolás, el antiguo obispo de Esmirna, cuya vida estuvo dedicada a la protección de los más vulnerables, especialmente de los niños y las mujeres en situación de desamparo.
Pozos aclaró que la indumentaria roja del personaje no fue un invento publicitario desde cero, sino que originalmente correspondía a las vestiduras de un obispo. Sin embargo, lamentó que una empresa multinacional de gaseosas hubiera comercializado la imagen hasta convertirla en el ícono del consumo que es hoy. El sacerdote instó a la comunidad a rescatar al santo original, aquel que "regalaba lo que tenía" sin buscar el rédito comercial, sino la promoción humana.
"San Nicolás venía de una familia con recursos y decidió utilizar sus bienes para repartir golosinas y ayuda a quienes menos tenían", relató el clérigo. Este enfoque permitió separar el sentido del regalo del valor económico de los objetos, una reflexión que el pastor Monge suscribió plenamente al señalar que el mejor obsequio que se puede brindar en estas fechas es el tiempo y la presencia.
Esta perspectiva histórica sirvió para invitar a las familias tandilenses a vivir una Navidad menos centrada en los centros comerciales y más enfocada en la solidaridad vecinal. La figura de San Nicolás fue presentada así como un puente entre la tradición católica y las prácticas de caridad que también caracterizaron a los fundadores de la Iglesia Unión Evangélica en Tandil.
La Encarnación como eje de esperanza
Al abordar el significado teológico de la Navidad, ambos líderes coincidieron en que el concepto de la Encarnación es el corazón de la celebración. El pastor Javier Monge fue enfático al definir estas fechas como la "buena noticia" de que la divinidad descendió para habitar entre los hombres y compartir sus alegrías y sus dolores. Según sus palabras, el mundo actual necesita esa "paz profunda" que no es externa, sino que nace de la fe en Jesucristo.
"El mensaje central es que Jesús vive y que en Él podemos encontrar el perdón y la esperanza que tanto buscamos", expresó Monge con convicción. Para el referente evangélico, la Navidad no es un evento del pasado, sino una realidad presente que debe transformar la vida cotidiana de las personas, impulsándolas a vivir con un propósito renovado y una mirada puesta en el bienestar colectivo.
Por su parte, el padre Antonio Pozos invitó a los ciudadanos a dar un paso más allá del razonamiento intelectual. En una de las frases más potentes de la mañana, afirmó que "el gran desafío no es creer en Dios, sino creerle a Dios". Con esta distinción, buscó interpelar a los creyentes para que asuman un compromiso activo con las enseñanzas del Evangelio en su trato diario con los demás.
Asimismo, advirtió contra la espera de soluciones mágicas o divinas que caigan del cielo. El sacerdote sostuvo que Jesús camina en cada uno de nosotros y que su presencia se manifiesta a través de las acciones de bondad y justicia que los hombres y mujeres realizan en su entorno. Esta visión compartida reforzó el carácter ecuménico de la entrevista, poniendo el foco en lo que une a las distintas confesiones cristianas de la ciudad.
Un llamado a la fraternidad tandilense
Hacia el final del encuentro, el tono de la conversación se volvió aún más íntimo y exhortativo. Ambos invitados coincidieron en que el espíritu de la Navidad debe traducirse en un compromiso con la reconciliación. El padre Pozos recordó una célebre frase del papa Pablo VI, quien sostenía que la Navidad ocurre cada vez que un hombre reconoce a otro como un hermano y lo trata como tal, independientemente de cualquier diferencia previa.
Este llamado a la unidad no fue solo retórico. Los líderes religiosos propusieron que este cierre de año sea una oportunidad para sanar vínculos dañados y para fortalecer el tejido social de Tandil. En un contexto donde las dificultades económicas y sociales suelen generar tensiones, la propuesta de la fraternidad surgió como una herramienta poderosa para atravesar los tiempos complejos que vive la sociedad.
Antes de despedirse, Pozos y Monge realizaron una oración conjunta por la paz y por el bienestar de todas las familias de la ciudad. Fue un momento de profundo silencio y respeto que selló el mensaje de unidad que ambos quisieron transmitir desde el primer minuto. La plegaria incluyó pedidos especiales por los enfermos, por quienes sufren la soledad y por los gobernantes, para que actúen con sabiduría y justicia.
El bloque cerró con el agradecimiento mutuo y la promesa de seguir trabajando desde sus respectivas instituciones por un Tandil más solidario. El mensaje final fue claro: la verdadera luz de la Navidad no está en la ornamentación de las calles, sino en la capacidad de encuentro y en el reconocimiento del otro como un igual, una tarea que, según los protagonistas, debe renovarse cada día del año.