Atawalpa: objetos que enamoran

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Accedé a las últimas noticias desde tu emailPaula Greppi llegó a Tandil con su marido, Walter Caricato, hace menos de un año atrás. Vivían en Buenos Aires, Zona Norte. Buscaban un cambio de aire y a Walter, que es ingeniero en sistemas, le surgió un trabajo en nuestra ciudad.
Paula tiene 33 años, estudió Diseño de Indumentaria en la UBA y trabajó muchos años en una marca de calzados donde tenía a cargo los diseños, fichas técnicas, bajada de color, colecciones. Allí adquirió toda la experiencia y se habituó al cuero como material de trabajo. En pandemia, trabajando pocas horas de manera virtual, encerrada y con ganas de emprender desde hacía ya mucho tiempo, decidió concretar su deseo.

Pensó y probó varias cosas hasta dar con los objetos que quedarían para siempre en Atawalpa. Arrancó con los tejidos, en crochet, con hilos de algodón trenzados. Hace bandejas, bolsos, canastos, maceteros. Los cuadernos, que son soñados, llegarían después; Paula los mira enamorada, sonríe y me cuenta que todo su amor y diseño fue puesto ahí. Cuero y fieltro hacen de tapas. El papel es especial, de color ahuesado para no cansar la vista; ella lo corta, dobla y cose de manera artesanal a las tapas que prepara con anterioridad y de manera organizada.
Atawalpa surge en conjunto con Walter, con quien se casó justo antes de que empiece la pandemia. Lo idearon y empezaron juntos y cuando puede él la ayuda, anima y acompaña. Y el nombre del emprendimiento tiene que ver con ellos, porque primero fue Walpa por Walter y Paula, aunque después se estiró un poco. Por consejo de familiares, por un lado, y por otro porque buscaba Paula que tuviera alguna huella o algo que al leerlo o escucharlo nos remitiera a nuestro país. Es que su hermana vive en España y alguna vez existió la posibilidad de irse, emprendimiento en mano también.

Feliz de estar en Tandil, a Paula se la ve cálida, segura y sonriente; y no oculta ni un poco estar apasionada de su emprendimiento. Desde que se levanta, temprano, hasta tarde a la noche, Paula pone las manos y el cuerpo a su proyecto. No sólo hace ella los productos, que son todos artesanales, sino también las bolsas y etiquetas, y se ocupa de las redes sociales. Gran parte de su trabajo lo hace en el tablero que su papá hizo cuando él cursaba la carrera de arquitectura. De su mamá heredó la dedicación y delicadeza.
Su principal vidriera es Instagram y, en Tandil, ya son dos los lugares en donde se venden sus productos. No se los pierdan.
¿Objetivo? Agrandar el margen de producción, para agrandar el equipo de trabajo.
¿Desafío? Armar alianzas con otros emprendedores.
¿La vedette de Atawalpa? Los cuadernos.
En Instagram : atawalpa.ok
¿Querés contarnos acerca de tu emprendimiento? Escribí a sofiarojo@eleco.com.ar